La crónica del primer juego de la final entre los Eternos Rivales
La nave devastó el pitcheo del Caracas y el cubano Raúl Valdés mareó a los melenudos, para darle la victoria al Magallanes en el primero de la final
Los Navegantes apabullaron a los Leones a cañonazo limpio y hoy buscarán la barrida en su sede, para ir a la capital con dos juegos de ventaja en la final del beisbol venezolano.
El cubano Raúl Valdés sacó de balance a los melenudos con su repertorio sin mucha velocidad y el dominicano Ramón Ortiz se desmoronó, sin poder sacar un out en el primer episodio, para enrumbar la victoria del Magallanes 9 carreras por 0 anoche, en un jubiloso estadio José Bernardo Pérez con récord de asistencia.
Valdés regaló un boleto al primer bateador, Grégor Blanco, y luego dijo basta. Ponchó a seis rivales en cinco innings completos, casi todos sin abanicar, confundidos, como estuvieron todo el juego, con la amplia curva y los cambios de ritmo del zurdo, a pesar de tirar rectas de 87 millas por hora.
La frase:
“No conocía a nadie, pero pude adaptarme a ellos. La clave fue tirar strikes”
Raúl Valdés
ABRIDOR DEL MAGALLANES
Yoel Hernández, Gabriel García y Francisco Rodríguez completaron el primer blanqueo que reciben los felinos desde el 29 de noviembre, apenas el segundo en toda la temporada.
“Me siento orgulloso de los pitchers”, exclamó el receptor Robinson Chirinos, el encargado de presentarle la liga a Valdés. “Atacaron la zona. Todo el crédito es para ellos”.
El dato:
Caracas tenía 23 juegos seguidos sin recibir un blanqueo en una final, desde el 25 de enero de 1999, contra los Cardenales
Chirinos fue protagonista en doble vía, porque agregó par de dobles, un hit y tres empujadas, ayudando a explotar a Ortiz en medio del ataque de seis hits corridos y un error con que los locales enrumbaron el encuentro.
El quisqueyano fue bateado sin caridad. Luego de que Emilio Bonifacio se le embasara por pecado de Gregorio Petit, encajó un sencillo de Reegie Corona, un tubey de Chirinos, otro más de Michael Ryan, un infieldhit de Alex Escobar, un cohete de Luis Landaeta y otro de Yurendell DeCaster, todo en fila. Demasiado. Para él y para los capitalinos.
Un abridor caraquista no duraba tan poco en una final desde el derrumbe de Tony Armas el 25 de enero de 2006, cuando sólo logró un out contra los Tigres.
“Apenas fue el primero de siete juegos”, advirtió Dave Hudgens, el manager derrotado. “Espero (hoy) seis o siete buenos innings de Gustavo Chacín”.
Chacín tratará de hacer lo que Ortiz, José Ortegano y Rayner Oliveros no pudieron, al encajar nueve rayitas en apenas tres entradas. Está obligado a cortar otro mal momento de su equipo y evitar ir al Universitario con la serie 2-0.
Para eso también será necesario que el Caracas tenga mejor defensa y que los bates magallaneros no resuenen otra vez. Está por verse. Queda un consuelo para los derrotados: sólo en 16 de las últimas 30 finales el ganador del primer choque ha sido a la larga el campeón. Y después de aquella salida en falso de Armas, se alzaron con la corona.
La batalla recién empieza. Prepárense para el segundo combate.
La figura:
Raúl Valdés brilló. Aprovechó la zona del principal Henry León para dominar las esquinas, especialmente con la curva, y sacar de balance al Caracas
El momento:
Baja del primero. Ramón Ortiz llega franco y se desploma sin remedio ni consuelo. Siete hombres en fila se le embasan y se enrumba el triunfo turco
Publicado en El Nacional, el viernes 22 de enero de 2010.
