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¿Puede haber un Cy Young con récord de 12-11?

La paradójica cosecha de Félix Hernández ha propiciado una discusión que no sólo habla del cambio que hoy se vive en el análisis mismo del juego. Promete, además, una pronta y muy distinta realidad

Peter Gammons terció este sábado en la discusión acerca de si un pitcher con marca de 12-11, como Félix Hernández, merece ser considerado para el premio Cy Young.

A través de su cuenta en Twitter, @pgammo, el veterano cronista y miembro del Salón de la Fama dejó esta frase: “El hecho de que lidere la liga en efectividad, ponches, aperturas de calidad, mejor porcentaje de aperturas de calidad, innings lanzados, juegos completos y menor OPS de los bateadores contrarios derriba lo que puedan decir del ‘Rey Félix’ los tradicionalistas”.

Los tradicionalistas, no está demás recordarlo, otorgan un valor fundamental a la cantidad de triunfos que pueda sumar un pitcher, especialmente si se trata de un abridor.

Varios argumentos sostienen esa ortodoxia: que si el objetivo del juego es ganar, que si el máximo deseo de un serpentinero es tener récord positivo, que si un manager preferiría a un ganador de 20 con 5.00 de efectividad antes que a un ganador de 10 con 2.00 de promedio.

Aseveraciones como esa no son más que el producto de años de aprendizaje, años de repetirnos lo mismo, hasta creerlo un dogma y asumirlo como obvio.

El objetivo del juego es ganar, sin duda alguna, pero se gana colectivamente, puesto que el beisbol es un deporte en equipo. Así, los triunfos y las derrotas dependen de lo hecho por bateadores, fildeadores y monticulistas, entre todos, colectivamente.

Que un tirador reciba una derrota en un choque que termina 1-0, lanzando juego completo, es tan injusto como que un relevista pueda ganar un partido sin siquiera hacer un pitcheo hacia al home. Y esto último no es mera teoría, pues ha ocurrido en la Serie del Caribe.

Ni Alexander Cartwright, redactor de las primeras reglas del beisbol, ni el falsamente mítico Abner Doubleday, supuesto padre de este deporte, inventaron que un pitcher debía recibir el triunfo o la derrota según determinara cierta reglamentación, más o menos complicada.

La idea nació ya entrado el siglo XX y prendió para quedarse.

En las primeras tres décadas del siglo pasado era común que un lanzador completara los juegos que había abierto. Walter Johnson, por ejemplo, sumó 531 juegos completos hace alrededor de 100 años y Cy Young nada menos que 749.

(Esos 749 juegos completos, y no otro, es el verdadero récord imposible de romper. Olvídense de Joe DiMaggio y sus 56 juegos seguidos con hit, los 73 jonrones de Barry Bonds o los 511 triunfos del propio Young.)

En contraste con los caballos de aquella época, Johan Santana acumula sólo 13 juegos completos en su carrera, y un monstruo contemporáneo como Randy Johnson “apenas” logró 100.

Los tiempos han cambiado. La aparición de los relevistas llevó a considerar aperturas de calidad aquellas en las que un pitcher únicamente recorre seis entradas, es decir, dos tercios de un encuentro normal.

También ha cambiado el modo de evaluar lo hecho por cada quien.

La discusión en el norte acerca de los méritos de Hernández no se limita a Gammons. Hemos recogido en el blog incontables testimonios de analistas que ven al carabobeño como el heraldo de un cambio, que ya se insinuó en 2009, cuando fueron premiados dos ases con apenas 16 y 15 ganados, Zack Greinke y Tim Lincecum.

Algunos de los 28 votantes de este año ya han dicho que respaldarán al “Rey Félix”, de terminar las cosas como van. ¿Y por qué? Porque el Cy Young, como han dicho, debe premiar al mejor monticulista, no al mejor monticulista del equipo que batee más ni al monticulista del club con mejor récord. Tampoco al monticulista con más triunfos ni al monticulista más ganador de la novena mejor ensamblada.

El mejor monticulista.

CC Sabathia, hasta ahora el principal favorito de los tradicionalistas, llegó el sábado a 20 victorias. Suena bien. Tiene que ser la figura de este año en el joven circuito, ¿verdad? Pero Sabathia no aparece entre los cinco primeros de la liga en efectividad, WHIP, average de los contrarios, slugging de los contrarios, OPS de los contrarios, ponches propinados, juegos completos, menos hits por cada 9 innings, menos boletos por cada 9 innings, más ponches por cada 9 innings.

Repetimos: Sabathia no está entre los mejores cinco en todas esas categorías.

¿Y por qué es el favorito? Porque su récord de ganados y perdidos es un brillante 20-6.

¿Es un mérito jugar con los poderosos Yanquis? ¿Es culpa de Hernández jugar con los débiles Marineros?

(Vean este detalle, que ejemplifica el último párrafo: los Yanquis apoyaron a Sabathia con 11 carreras este sábado, ayudándole a lograr su vigésimo lauro; los Marineros, en cambio, anotaron 10 carreras sumando las pasadas 10 caídas del venezolano.)

Sorprende que alguien no le perdone a un pitcher que esté mal ubicado en el departamento de victorias, aunque domine en todo lo demás, y que, en cambio, sea capaz de perdonar estadísticas menos brillantes, siempre y cuando se exhiba una marca tan sólida como la de Sabathia.

Pero que ningún bando en esta discusión se desespere por la tozudez del otro, ni pierda la paciencia. Todo es parte de un proceso que atraviesa el beisbol en los últimos años.

Es una tendencia generacional e irreversible lo que está ocurriendo en el norte, donde la inmensa mayoría de periodistas, reporteros y analistas menores de 45 años de edad aceptan con naturalidad, e incluso con entusiasmo, la aparición de nuevos modos y herramientas para hacer mejor nuestro trabajo, génesis del nuevo punto de vista.

Este cambión también sucederá en el Caribe, aunque demore más. Es cuestión de tiempo. Los jóvenes que están saliendo de las universidades algún día serán mayoría en los medios de comunicación.

Puede que Hernández no se convierta este año en el primer ganador del Cy Young con récord de 12-11. Pero la discusión que se ha dado en las mayores sugiere que cada vez está más cerca el día en que nadie evaluará a un serpentinero a partir de sus victorias.

Esta columna es una ampliación comentada de la aparecida este domingo 19 de septiembre en El Nacional.

A modo de posdata:
Responderemos aquí al colega que nos preguntó sobre las preferencias que debería tener un manager, asegurando que cualquier estratega desearía a un lanzador con 5.00 de efectividad y 20 ganados, sobre otro con menos triunfos y mejor efectividad: desde 1980, ya con rotaciones de cinco abridores en todos los equipos, únicamente cinco veces alguien ha ganado 20 con más de 4.00 de efectividad. El peor de todos ha sido Rick Helling, con 4.41 en 1998, año en que, por cierto, la efectividad colectiva de la Liga Americana fue de 5.01, lo que matiza la estadística de Helling. La sola escasez de ejemplos ya refuta la teoría de nuestro amigo, sin contar con que el 4.41 de Helling es mejor que 4.50, es decir, la efectividad que puede dejar un pitcher lanzando aperturas de calidad en todas sus salidas. Pero hay más. Apenas dos veces en toda la historia alguien ha ganado 20 con 5.00 de efectividad: Bobo Newsom, con 5.08 en 1938, y Ray Kremer, con 5.02 en 1930. Pero veamos en detalle: la efectividad colectiva de la Americana en 1938 fue de 5.37, lo que realza la cifra de Newsom. Y la efectividad colectiva de la liga en 1930 fue de 5.68, lo que pone aún mejor a Kremer. Esas preguntas para defender los triunfos como estadística prevalente son simple retórica, frases bonitas que no reflejan verdad alguna. Pero igual la responderemos con otra pregunta: ¿A quién habrían preferido los managers en 1938? ¿A Newsom, con sus 20 ganados y su efectividad de 5.08, o a Lefty Grove, que tuvo marca de 14-4 pero lideró el circuito con 3.08 de efectividad? No es difícil suponerlo: Grove está en el Salón de la Fama y sus Medias Rojas terminaron ese año en el segundo lugar, detrás de los Yanquis; Newsom quizás entró a Cooperstown como un visitante más, y sus Carmelitas de San Luis cerraron penúltimos, a 44 juegos de distancia del primer lugar. Es por esto que debe pasarse de la retórica a los hechos, algo fácilmente posible gracias a sitios como Baseball-Reference.com

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

3 COMENTARIOS

  1. Excelente columna! totalmente de acuerdo con lo expuesto. Qué, si no las estadísticas para reflejar cuál jugador es bueno y cuál no lo es. El Cy Young es un premio individual y no colectivo. Muchas gracias por estos aportes invaluables

  2. Excelente Columna. A mi parecer se le debería dar un peso (valor) a cada estadística. Determinar el Cy Young no debería ser mas que una formula matemática. Para evitar manipulaciones los pesos deberían ser establecidos por los mismos que votan hoy en día antes de que inicie cada temporada y no ser hechos públicos hasta que culmine.

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