Francisco Buttó y Horacio Estrada reemprenden el camino, tras casi perder sus carreras
ESPNdeportes.com
Francisco Buttó quedó sin habla cuando los médicos dijeron que deberían amputarle el pie izquierdo.
El pitcher con más juegos salvados en la historia de la Serie del Caribe, y el más consecuente en el beisbol venezolano desde los tiempos de Richard Garcés, recibió la desconcertante noticia hace menos de un año, en noviembre de 2009.
Horacio Estrada, compañero de Buttó con los Tigres de Aragua, aceptó con resignación los resultados de una resonancia magnética hace 11 meses, que llevó a los doctores a recomendar su entrada al quirófano.
El zurdo había sido el abridor más consistente en la increíble dinastía de los bengalíes, que se metieron en siete finales consecutivas y ganaron cinco coronas en la década que está por terminar.
Ha pasado menos de un año de aquello y los dos serpentineros recorren el camino de regreso, dispuestos a retomar su historial de éxitos en la pelota de Venezuela.
«He vuelto a nacer», proclama Buttó.
Sobran las razones para que el apagafuegos monaguense piense de ese modo, tras ser víctima de un aparatoso accidente de tránsito, en el que se quebró el tobillo y se pulverizó uno de los huesos del pie, el astrágalo.
Un intento de robo en las calles de Maracay puso fin a la peor temporada de Buttó en el profesional. No había salvado un encuentro y tenía 7.62 de efectividad después de 14 salidas. Pero la peor pesadilla estaba por comenzar.
«Pensé que mi carrera se acababa», relató a la prensa capitalina el nativo de Maturín, al visitar esta semana el estadio Universitario, durante el comienzo del campeonato invernal en su país.
El derecho fue operado dos veces y se puso en duda que volviera a lanzar.
«Le dijeron que no podría jugar más», recuerda Rafael Caldera, el trainer de los Tigres, que ha acompañado a Buttó y a Estrada en su ruta de salida del infierno de las lesiones. «Fue un accidente muy grave. El tobillo derecho se quebró por completo. Es un milagro que esté pitcheando de nuevo».
Un tratamiento con células madre resultó decisivo para que el cerrojo diera al traste con los pronósticos reservados. El novedoso procedimiento médico permitió la regeneración de la zona destruida por el impacto y permitió su sorprendentemente rápida vuelta.
«Me dijeron que tardaría un año en recuperarme», indica el diestro, a quien le dio tiempo de reaparecer en la liga mexicana de verano. Allí defendió a los Tigres de México y dejó 2.81 de efectividad en 16 presentaciones, con 8 salvados.
«Todavía cojea un poco, pero es natural», advierte Caldera.
EL SOBREVIVIENTE
Estrada es un sobreviviente, pues ya pasó por algo similar en enero de 2004.
El ex grandeliga iba a bordo del autobús de Aragua, rumbo a Puerto La Cruz, en plenos playoffs, cuando una camioneta que venía en sentido contrario embistió el vehículo del carabobeño, haciéndole salir despedido por uno de los vidrios y rodar a campo través, gravemente herido.
Los galenos que aquella vez salvaron su vida sugirieron que Estrada no volvería a caminar con soltura, mucho menos a subirse a una lomita en un duelo profesional.
Su presencia en muletas, durante la final que los felinos le ganaron a los Caribes de Oriente, semanas después del choque, causó un generoso aplauso en el estadio José Pérez Colmenares de Maracay.
Menos de un año después, completaba un improbable retorno como abridor de los rayados.
Estrada ha vuelto a mirar de frente el rostro de un posible retiro, debido a la operación en el hombro a la que se sometió en 2009. Ha sido un camino largo, otra vez, con obstáculos y retrocesos.
«Ya estábamos lanzando pelotas a 120 pies», recuerda Caldera. «Un día, Horacio hizo un gesto y me dijo: ‘sentí algo’. Yo pensé lo peor. Le dije que parara de inmediato y le pedí que se hiciera revisar».
Las noticias fueron malas. Dos de las cuatro anclas que le colocaron a Estrada para sujetar el manguito rotador habían desgarrado el músculo y se habían soltado. Había que empezar de nuevo la rehabilitación, casi desde cero.
«Creí que lo perdí», recuerda el trainer. «Horacio se deprimió al saber lo que había pasado. Fue un momento muy difícil».
Otro adelanto de la ciencia vino en auxilio, para darle al zurdo una segunda oportunidad.
Mediante un procedimiento llamado factor de crecimiento, que consiste en extraer proteínas de la propia sangre del paciente, reinyectándolas en la zona dañada y estimulando la formación de nuevo tejido, los médicos lograron reparar el daño ocurrido por las dos anclas perdidas.
El domingo 10 de octubre, dos días antes de la inauguración del campeonato, Estrada volvió a lanzar pelotas a una distancia de 90 pies. En noviembre espera haber hecho su primera sesión de bullpen e ir a la liga paralela, a preparar su segunda reaparición en el circuito grande.
Buttó se anotó un salvado de cuatro outs el miércoles, en su debut esta temporada. El manager Buddy Bailey ha decidido devolverle la responsabilidad de preservar los triunfos de su equipo.
Falta únicamente que Estrada complete el círculo y abra con los Tigres otra vez.
«Son verdaderos milagros», exclama Caldera. Y hay que darle la razón.
Publicado el sábado 16 de octubre de 2010 en ESPNdeportes.com
