El emergente

El «Caso Lezama», parte II: que entren todos

¿Por qué el Caracas no deja entrar a la samba de La Guaira? Aquí les contamos la historia y hacemos votos porque cesen los vetos entre todas las partes

¿Por qué la samba de la La Guaira no puede entrar al estadio Universitario cuando el Caracas es dueño de casa?

Hay una historia detrás de esa prohibición, una historia que muchos probablemente desconozcan o hayan olvidado, pues data de los tiempos en que los Tiburones eran propiedad de los herederos de Pedro Padrón Panza, Nelly de Padrón y Pedro Padrón Bríñez.

Antes del impasse, a comienzos de esta década, la samba entraba con la anuencia de los Leones. ¿Y qué pasó, entonces? Fue algo absurdo, que aún nos sorprende.

Los festivos percusionistas comenzaron un día a tocar mientras el lanzador caraquista iniciaba sus movimientos para ir con su pitcheo al home. Existía un acuerdo para que eso no pasara. Está en las reglas que los animadores y el sonido interno deben hacer silencio en ese momento. Únicamente el público tiene derecho a hacer ruido allí.

¿Han visto alguna vez al umpire principal detener el juego y hacer señales para exigir silencio? Aquella oportunidad, hace casi dos lustros, la samba no paró. Una y otra vez, atronó sus tambores cuando el pitcher melenudo iba hacia el plato. Se les advirtió, un directivo capitalino habló con sus pares escualos y la música siguió.

No era fluida la relación entre los herederos de los Padrón y las familias Prieto y Morales, dueñas del Caracas. Así, estos decidieron dejar fuera a la samba el día siguiente, cuando ambos equipos, casualmente, volvieron a enfrentarse, con los felinos como locales. Y ocurrió el verdadero punto de quiebre.

La samba llegó y no pudo entrar. Un directivo litoralense les pidió que fueran al portón que da acceso al estadio y fue a buscar a los aficionados en la tribuna de la derecha, azuzándolos, insensatamente, a salir en masa al portón, donde atronaban los tambores, para forzar con su presencia las puertas del parque y lograr el ingreso.

Algunos respondieron al llamado y durante unos instantes hubo momentos de confusión. Recordamos el gesto descompuesto de un alto directivo de los Leones, que, indignado, sentenció: “¡Nunca más entrarán al Universitario cuando seamos homeclub!”.

Pasó el tiempo, ambos equipos fueron vendidos y los nuevos propietarios heredaron la situación.

Hoy lunes se discutirá esto en la liga. La expusión del corneta Jesús Lezama de las tribunas de Los Chaguaramos ha traído cola. Y mientras un ejecutivo escualo añadía leña al fuego, hablando de aplicar la Ley del Talión, un comunicado guairista pidió que cesen las prohibiciones y “que entren todos”, siempre que se respeten reglamentaciones y haya mutuo respeto.

Lo más probable es que la liga deje la decisión en manos de cada club, pero habrá propuestas más formales al terminar la temporada, para acabar con la veda a los animadores y a las mascotas rivales cuando el Caracas es homeclub.

Porque los melenudos también impiden entrar a las mascotas, desde que Bravín se colgó de la red del back stop e hizo otras imprudencias (¿qué habría sucedido si la red cede, en pleno juego?).

Incluso conociendo su origen, no estamos de acuerdo con esas prohibiciones. Muchos equipos han respondido a los Leones con la misma moneda y, por ejemplo, no toleran a Leo en sus parques. Y es lamentable.

Porque la presencia de la samba y de las mascotas en todos los escenarios aporta color y contribuye al espectáculo, y porque representa una señal de tolerancia y encuentro entre rivales que mucho necesitamos en Venezuela.

La samba, los animadores y las mascotas tienen que entrar ya a todos los escenarios. Que haya acuerdos y se respeten las reglas, pero que entren. Es un ejemplo de reconciliación que el beisbol profesional le debe al país entero.

Publicado en El Nacional, el lunes 22 de noviembre de 2010.