Las figuras de antaño critican el presente. Y tienen razones. Los antiguos astros reciben una pensión de 60 bolívares mensuales, mientras ven deteriorarse el que fuera un clásico de nuestro beisbol
Oswaldo Olivares recuerda con orgullo aquellos tiempos en los que era una de las figuras permanentemente invitadas al Juego de Estrellas del beisbol venezolano.
“La Asociación de Peloteros hasta nos daba un anillo a cada participante”, precisó el ex outfielder del Magallanes, Aragua y Cabimas, quien se retiró en 1993 como el sexto mayor hiteador de la liga, con 974 imparables. “Todavía me quedan dos anillos, porque los he regalado entre la familia, pero guardé el más bonito de todos. Tiene una gran piedra azul y tiene grabado: ‘Homenaje a David Concepción’. Creo que es de 1991”.
Olivares vivió la transición, cuando el otrora clásico de mitad de temporada dejó de enfrentar a importados y criollos, con la merma de figuras extranjeras. El cambio, sin embargo, no restó lustre a la cita, pues los grandes nombres del circuito siguieron reuniéndose como orientales y occidentales.
“Todo funcionaba bien en la época de Dionisio Acosta”, terció Jesús “Chalao” Méndez, a quien los Tigres le retiraron el número, debido a su rendimiento con la franquicia. “Pero ha habido un deterioro progresivo, y es un completo desastre desde hace ocho o diez años”.
El tope de La Ceiba. La Asociación Única de Peloteros Profesionales de Venezuela convocó para ayer, en San Félix, la edición número 44 del Juego de Estrellas, una exhibición que nació en 1965 y que ha sido la principal herramienta del gremio para recabar fondos con que financiar las pensiones y los seguros.
El tope en La Ceiba, finalmente suspendido con la excusa de las lluvias caídas sobre el país, siguió con la tendencia de las últimas campañas: no fluyó información hacia los medios nacionales, se invitó a importados ya despedidos, los managers convocados declinaron asistir y al menos la mitad de los llamados prefirió ausentarse, algunos en abierto boicot.
“Es una burla”, indicó Oswaldo Blanco, quien disparó 860 hits en su carrera de 20 temporadas con Oriente, Orientales, Magallanes, Acarigua, Zulia, Portuguesa y La Guaira.
“Antes era un fondo para los jugadores, ahora es un fondo para la directiva de la asociación”, criticó Luis Peñalver, quien lanzó para cinco equipos entre 1960 y 1983, y acaba de ser exaltado al Salón de la Fama.
¿Qué ocurrió con el Juego de Estrellas? ¿Por qué dejó de causar aquel orgullo, al que todos deseaban asistir?
“El problema es que los propios peloteros no le paramos”, sentenció Olivares, una idea que Blanco apoyó: “Al pelotero de ahora, como tiene dinero, no le importa. Le importa al pelotero de antaño o al que se está retirando”.
Oswaldo Guillén está de acuerdo y aseguró que al duelo estelar “o lo acomodan o lo eliminan”. Para el ex campocorto de los Tiburones, los propios agremiados son responsables.
“El fanático merece un mejor evento”, aseveró el manager de los Medias Blancas, y lanzó una advertencia a sus colegas: “Los peloteros no saben mucho o no le paran a las cosas de la asociación. Mucho cuidado, piensen en los que vienen en el camino”.
La solución, para Blanco, “es más fácil de lo que parece”. Él y otros, como Peñalver, creen que sólo la unión de los agremiados puede ejercer la presión que conduzca a una mejoría.
“Pero ellos siempre agarran a un grupito, se van para Margarita y eligen a los mismos directivos de siempre”, apuntó Méndez. “Mientras ellos sigan allí, nada cambiará”.
Olivares recuerda cómo “antes los canales se peleaban los derechos de transmisión” de aquellos antiguos juegos de estrellas, de los que aún guarda un par de anillos conmemorativos.
“Tener un anillo era la gloria”, continuó. “Ahora es una desidia. Sólo te enteras de que hay un Juego de Estrellas porque aparece en el calendario”.
La pensión mensual que recibe un ex pelotero profesional es de 60 bolívares fuertes, sin importar que acumule 10, 15 o 20 años de servicio. Se supone que el Juego de Estrellas sirve para nutrir las arcas de las cuales sale esa pírrica asignación de 720 bolívares anuales
Publicado en El Nacional, el miércoles 1° de diciembre de 2010.
