¿Influyó el «efecto Félix Hernández» en la votación de este año en la LVBP?
Las últimas dos votaciones del Cy Young en las grandes ligas reflejan una tendencia en la evolución del análisis del juego. ¿Se refleó esa tendencia en los premios entregados en Venezuela?
Entregados ya los premios de la temporada 2010-2011, cabe preguntar: ¿influyó de algún modo la nueva manera de analizar el beisbol, promovida por la sabermetría y hecha célebre con la consagración de Félix Hernández, Zack Greinke y Tim Lincecum en el Cy Young?
¿Se reflejó ese sistema de ideas, más dado a privilegiar las estadísticas de dominio por sobre las victorias de un pitcher, que busca simplemente al mejor antes que apelar a la subjetividad de definir quién fue “realmente imprescindible”, al elegir al Más Valioso?
Se lo inquirimos a varios colegas de distintas edades y trayectorias.
“Creo que sí se vio en la elección del Pitcher del Año”, terció Efraín Ruiz Pantin, corresponsal de Líder en Nueva York, de visita en el Universitario. “Estoy seguro que hace cinco años habría ganado Yorman Bazardo automáticamente, por ser el líder en victorias, y no Andrew Baldwin, con sus mejores estadísticas. Pero Baldwin fue el líder en efectividad. Tal vez en esa escogencia haya habido algo de influencia, aunque en los demás premios no lo creo así”.
La consagración de Baldwin fue la única coincidencia que encontramos en nuestra encuesta informal.
Sólo Héctor Cordido, comentarista de Venevisión, descartó que la sabermetría ejerciera un papel importante en alguno de los galardones, especialmente en el Más Valioso. Pero hay matices: Alexi Amarista fue el caudillo de quienes creen que ese reconocimiento debe ser entregado a aquel pelotero de mayor impacto en su propio equipo, independientemente de su figuración en los numeritos de la liga, y a Josh Kroeger se le votó sin haber encabezado el torneo en cuadrangulares o impulsadas, sino gracias a sus estupendos promedios (ni siquiera sumó 38 remolques, el equivalente a 100 empujadas en las grandes ligas).
“Aunque él fue líder bate y líder en slugging”, advirtió Billy Russo, de El Universal. “Esas son estadísticas que tienen mucho valor en el análisis tradicional. Tal vez el promedio de embasado no, pero esas sí”.
Marcos Grunfeld, de Meridiano, webmaster del portal BeisbolVenezolano.net, duda respecto a eso último.
“Kroeger fue el mejor bateador de la liga, sin importar subjetividades”, argumentó. “Sin embargo, me confunde que Luis Jiménez haya sacado tan pocos puntos. Sus números fueron superiores a todos los demás, salvo los de Kroeger, y quedó muy atrás en el conteo final”.
Hay algo claro: de haberse dado la influencia, fue incipiente. “Pero sí creo que la hubo”, intervino Carlos Valmore Rodríguez, de Líder. “En el Pitcher del Año, seguro. Y tal vez en el Más Valioso, porque al final de cuentas se eligió a quien era el mejor, independientemente de su equipo y de quiénes le acompañaron en la alineación”.
Puede que lo más sabroso en el beisbol sean estas discusiones. Y si hay algo que hace de éste un deporte único, es el rico aporte numérico que se genera en los diamantes.
Porque unos y otros apelan a las cifras para apoyar a sus candidatos: los ganados por la sabermetría, obviamente, buscan en los dígitos la razón de sus argumentos, pero también la escuela tradicionalista bucea en esas aguas, aunque escoja departamentos diferentes.
Quien opine que Amarista fue imprescindible para los Caribes lo hará apelando al slugging, a los extrabases, a los hits del intermedista, sin importar que el anzoatiguense haya militado en el equipo que dio más jonrones esta campaña.
¿Y qué importa? De estas diatribas se nutren las conversaciones con amigos que aman la pelota.
En cuanto a los periodistas, es cuestión de tiempo: el cambio será lento y progresivo, porque es un asunto generacional. Con el perdón de mis amigos mayores.
Publicado en El Nacional, el lunes 17 de enero de 2011.