El emergente

Cada vez limitan a más peloteros en el beisbol del Caribe

Las relaciones entre las ligas del Caribe y la gran carpa siguen siendo complejas, con cada vez más peloteros con restricciones para jugar aquí, incluso jóvenes. ¿Dónde irá a parar esto?

¿Dónde terminará esto? La desbandada de peloteros que en los últimos años se vivía antes de la Serie del Caribe ha ocurrido esta vez en plena temporada y especialmente durante el inicio de los playoffs.

Equipos que lucían un rostro competitivo terminaron parchando sus rotaciones y lineups, haciendo que sea más necesario que nunca el para algunos antipático mecanismo de las sustituciones.

Caso por caso, el recuento es lamentable.

Las Águilas, por ejemplo, recibieron un golpe noble, al perder a su tercer bate Gerardo Parra, y jugaron toda la postemporada bajo la amenaza de que también Henry «Pollito» Rodríguez debería abandonar la divisa, por requerimiento de las grandes ligas.

Los Tigres se quedaron nada menos que sin su campocorto titular y segundo bate, Ronny Cedeño, mientras que los Leones debieron ceder a dos de sus abridores, Guillermo Moscoso y José Ortegano, cuando promediaba la instancia decisiva.

Caracas también se despidió de uno de sus cerradores, Henry Rodríguez, los últimos días de diciembre, y los Caribes vieron con frustración cómo una orden de los Marlins de Florida le impidió a Omar Infante entrar en acción.

La lista puede crecer más si se incorpora a los peloteros de la lista de fatiga extrema. Prácticamente cada divisa recibió algún golpe, pero hay más: ahora hasta los importados traen fecha de vencimiento.

En plena postemporada anunciaron su adiós Andrew Baldwin, Stephen Bray, Thad Weber y Aaron Matthews. Caracas, Aragua y Anzoátegui llegaron al penúltimo fin de semana cada uno con tan solo dos abridores legítimos en la rotación, para una final en la que será necesario contar con cinco.

Esta situación expone, como nunca, el estado de indefensión del beisbol latinoamericano frente a las mayores: cada vez es más frecuente ver como protagonistas a los Ender Inciarte, los Yangervis Solarte, jugadores con gran talento y futuro, pero lo suficientemente jóvenes como para no tener cabida en el equipo titular, en caso de no ocurrir tantas deserciones.

No pocos lectores han planteado, indignados, que el beisbol venezolano debería plantar cara y hacer valer su derecho frente a la gran carpa, pero ¿existe ese derecho? ¿Realmente hay algo que pueda hacerse para contener este deslave de peloteros nativos y extranjeros? Probablemente no.

Porque, puestos a elegir entre actuar aquí o pararse, los jugadores escogerán siempre hacer caso a las recomendaciones venidas del norte, aun estando en desacuerdo, salvo poquísimas excepciones.

Nuestra pelota no es dueña del recurso humano, como algunos pueden sostener. ¿Cómo pedirle a un joven que prefiera el albur de un salario en bolívares por cuatro meses, rechazando las peticiones de quien le paga el resto del año con cheques en dólares que quizás algún día podrían resolver la situación económica de dos o tres generaciones de su propia familia? Es complicado. ¿Qué haría usted?

Nuestras ligas, mientras tanto, ven mermar su nivel y espectáculo, sin contar con que a la Serie del Caribe ya es común que asistan peloteros sin contrato en el llamado beisbol organizado, que van precisamente con el deseo de abrirle los ojos a los buscadores de talento, a la búsqueda de un contrato.

Esta vez será más difícil que nunca armar el equipo para el clásico de la región. Los equipos no programaron un campamento para mantener activos a los posibles refuerzos de los equipos eliminados, como en algún momento planteó el presidente del circuito, José Grasso, aunque quizás quede tiempo para que el despacho haga una encuesta y elabore una lista de jugadores disponibles para ir a Puerto Rico, antes de que sepamos quién es el campeón de la temporada 2010-2011.

Publicado en El Nacional, el domingo 23 de enero de 2011.