Miguel Montero y los Cascabeles de Arizona ya sorprendieron una vez en 2011. Ahora esperan repetir ante los poderosos Cerveceros e iniciar desde hoy el camino a la Serie Mundial
PHOENIX
El pequeño Ángel Montero acaba de cumplir un año de edad, pero ya sabe lo que es celebrar una conquista en las grandes ligas.
Hace ocho días, la víspera de su fiesta de cumpleaños, festejó en brazos de su padre Miguel en el clubhouse de los Cascabeles, en el Chase Field, con su diminuta camisa oficial del equipo y el apellido familiar en la espalda.
Arizona, por estos días, es fiesta, unidad y mucha fe. No hay nadie en la divisa que no destaque la cohesión y el trato en la cueva, nadie que no crea posible la conquista de un octubre rojo, el color de la divisa.
“Esa ha sido la clave de este club toda la temporada: la relación entre nosotros. Estamos muy unidos y eso nos ha ayudado muchísimo”, atizó Miguel Montero, el caraqueño que, con su trabajo detrás del plato y su consistente ofensiva, acaudilló a los jóvenes desérticos hasta esta parte de la campaña.
La llegada de la postemporada ha hecho que, por fin, regresen en masa los aficionados a las tribunas. Arizona, llamado a terminar entre los últimos en su división, comenzará hoy, a la 1:37 de la tarde venezolana, la disputa de la Serie Divisional contra los Cerveceros, el campeón del centro de la Nacional. Será un día para que el viejo circuito eche a andar, pues a las 4:37 pm los Filis irán contra los Cardenales.
“Todos soñamos con la Serie Mundial”, reconoció Montero. “Y creo que sí podemos estar allí”.
Sería una hazaña comparable a haber dejado en el camino a los campeones de 2010.
Los Cascabeles pasaron por encima de los Gigantes —y de los Rockies, y de los Dodgers— con una inesperada exhibición de pitcheo. Ian Kennedy, la primera selección de los Yanquis en el draft de 2006, finalmente se elevó al nivel de las expectativas y se convirtió en candidato al Cy Young; Daniel Hudson le acompaño como un as en ciernes; el novato Josh Collmenter dio un paso al frente. J.J. Putz regresó al rol de cerrador con el que brilló hace casi un lustro en Seattle; y el bullpen pasó de ser uno de los peores en la historia, en 2010, a uno de los mejores en la liga, un año después.
“No nos daban chance porque éramos un equipo muy joven, pero los brazos estaban allí”, terció Montero. “Tal vez no teníamos la madurez ni la sabiduría, pero sí los brazos. Son chamos, pero saben lo que están haciendo. Chamos responsables, que se preparan muy bien para cada salida. Y esa es la clave para tener éxito».
Otro motivo está en la defensa del capitalino y su compañero Henry Blanco. A ninguna dupla en el beisbol le robaron menos bases que las 61 que le escamotearon a ambos venezolanos en esta zafra (a Wilson Ramos e Iván Rodríguez en Washington también les estafaron 61 cojines).
Montero agrega otro detalle, para él crucial: “Podemos ganar, porque hemos sido capaces de regresar. Porque hemos ganado juegos que perdíamos en el octavo, porque hemos levantado pizarras que perdíamos 6-0 o 7-1”.
En el medio de esa alineación, que deberá vérselas con Zack Greinke, John Axford, el Kid Rodríguez y compañía, está el bate del este ambdiestro, que ha castigado especialmente a los pitchers derechos.
“Siempre he trabajado fuerte, para mí no hay tiempo libre”, aseguró Montero. “Siempre me he sentido capaz de hacer lo que estoy haciendo. Lo que pasa es que antes no jugaba o estaba lesionado. Gracias a Dios, pude finalmente demostrar que podía poner los números que puse en las menores en las grandes ligas”.
Cuatro enormes muñecos representando a Luis González, Randy Johnson, Mark Grace y Matt Williams, las leyendas de la organización, compiten en una carrera cada noche en el Chase Field. El domingo, los monigotes corrieron con postizos rojos cómicamente puestos en el rostro. Al llegar a la meta, desplegaron sendos letreros: “Teman a las barbas ROJAS”, en alusión al lema de los barbados Gigantes hace un año (“Fear the beird”, “Teman a la barba”).
San Francisco ya no compite. Fue reemplazado por este equipo joven que se cree capaz de todo. Y aunque el pequeño Ángel Montero no lo sepa, su padre está seguro de que pronto le llevará en brazos a una nueva celebración.
La frase:
“Mi mayor orgullo esta temporada es haber ayudado a estos pitchers a ganar juegos. Toda la rotación ha hecho un gran trabajo y me hace sentir satisfecho”
Miguel Montero
CATCHER DE ARIZONA
Una fantasía
Miguel Montero no juega Fantasy Baseball. Entró a una liga de Fantasy Football con otros 11 compañeros de los Cascabeles, pero comenzó perdiendo dos semanas seguidas.
“No sé nada de eso, a lo mejor tengo que botar a mi gerente general, que es un muchacho que trabaja aquí, en el clubhouse”, rió.
En diciembre quizás sea eso lo único que juegue.
“Veo difícil hacerlo en Venezuela”, reconoció. “Lo tenía pensado, pero he jugado mucho aquí y en noviembre me va a nacer una hija, Camila. Eso lo complicará más”.
Publicado en El Nacional, el sábado 1° de octubre de 2011.