El emergente

Ryan Braun, Ronald Belisario y el dopaje en Venezuela y las grandes ligas

Que levante la mano quién tiene claro lo que pasó en el caso Ryan Braun.

El último escándalo de dopaje en las mayores deja más dudas que certidumbres, tras llegar a su aparente resolución.

Braun consiguió ser declarado inocente, pero lo que debería ser una clarinada que pusiera fin a este capítulo, se convirtió en un punto y coma en el seriado donde el slugger de los Cerveceros seguirá proclamando que está limpio y las autoridades de las mayores mantendrán su posición condenatoria, más allá del fallo arbitral que liberó de culpas al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.

¿Está limpio Braun, como él jura?

Sus abogados atacaron un fallo en el sistema de custodia de las pruebas de orina y triunfaron. Lo que hicieron es más que respetable y no puede criticarse que el árbitro se inclinara hacia ellos, pues el debido proceso existe para evitar que personas inocentes sean condenadas. El problema es que jamás habrá un modo de comprobar que el jonronero no usó sustancias ilícitas para mejorar su rendimiento.

Sus representantes no apelaron contra la veracidad en sí de las pruebas, sino contra el procedimiento que debía seguirse y no se siguió. Las muestras debieron mandarse de inmediato al laboratorio de Montreal, en lugar de pasar dos días en un refrigerador.

Fuentes consultadas por periodistas estadounidenses, desde autoridades de la WADA, la agencia mundial antidopaje, hasta Don Catlin, ex director del Laboratorio Olímpico de la UCLA, coincidieron en que pasar dos días en una nevera no hace que una muestra de orina aumente su nivel de testosterona.

Braun tenía una relación de 20 a 1 entre testosterona y epitestosterona. Lo normal en un hombre es 1 a 1.

En el combate contra el dopaje, se considera que una muestra da positivo cuando la relación es 4 a 1. Los abogados de Braun sugirieron que 20 a 1 era una desproporción, que arrojaba una duda razonable por el mal manejo de la muestra, pero ha habido casos con relación 100 a 1, de acuerdo a la declaración de los expertos.

Braun podría apostar su vida a que en su cuerpo jamás hubo esteroides, pero sólo se le puede creer si se le tiene fe. Los exámenes del laboratorio de Montreal probaron que la testosterona presente en la orina del jugador era sintética y el procedimiento de sellado de los envases sigue recomendaciones forenses que impiden que algo salga o entre al recipiente de modo furtivo o accidental.

Braun es inocente. El sistema funcionó. Eso es bueno. Más vale un culpable en libertad que un inocente en prisión, vaya la metáfora. Pero causa enorme tristeza que el toletero no haya podido limpiar su reputación de modo irrefutable. La duda sobre su ética quedará para siempre.

El caso Braun estalló poco después de que Ronald Belisario admitiera que consumió cocaína, algo que muchos ya sabíamos.

Hace un par de años, cuando el relevista fue cambiado a los Bravos, un personaje de notable influencia en los Tiburones nos dijo que el problema con la droga había sido un acicate para la transacción. Por eso volvemos a preguntarnos: ¿cuál es la política antidopaje en nuestro beisbol profesional?

La liga sigue acreditando a los funcionarios del IND que, por sorteo, continúan realizando los despistajes, de acuerdo a lo que nos han confirmado dos funcionarios del circuito. Pero desde diciembre de 2005, cuando el caso Wiklenman González, nadie ha salido positivo. ¿Celebramos? ¿O sospechamos?

Porque entre 2008 y 2011 al menos 37 peloteros criollos han sido sorprendidos por doping en las menores y las grandes ligas.

Es tanta la diferencia, que se debe exigir a las autoridades del IND más claridad, mejor información y mayor rigor en la lucha contra este flagelo.

Publicado en El Nacional, el lunes 27 de febrero de 2012.