El mismo Guillén de siempre, ¿o no?

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El manager venezolano admite que ya no existen las dudas que hubo en 2004

MIAMI
La cara de Oswaldo Guillén llenó la gigantesca pantalla led que cuelga sobre los bleachers del centerfield, en el Marlins Park.

Durante un minuto, el manager respondió preguntas ligeras, del tipo ¿cuál cantante prefiere entre tal y cual? ¿Qué comida, parrilla o china? Y así.

Con la última interrogante, en la pantalla aparecieron las imágenes de dos latas, una de Pepsi y otra de Pepsi ligera. “¿Y cuál le gusta entre las dos?”, inquirió la entrevistadora.

Guillén, quien es imagen de Pepsi, frunció el rostro un segundo, hasta que apareció la idea: “Pepsi”, sonrió. “Porque me paga un montón de dinero”.

Más de 36.000 personas rieron en el estadio de Miami.

El mismo Guillén de siempre. ¿O no?

Durante la rueda de prensa posterior al partido inaugural, que los peces perdieron contra los Cardenales 4 carreras por 1, este miércoles, el mirandino soltó un elogio hacia el abridor de San Luis, Kyle Lohse.

“Lanzó muy bien, sacó de balance a los bateadores. Tiene todo el mérito”, indicó el mirandino, con gran seriedad. Y luego, con un guiño divertido, refiriéndose al lesionado as de los pájaros rojos, agregó: “¿Quién necesita a Chris Carpenter?”.

Los reporteros presentes también rieron, como antes la afición. Pero Guillén, este Guillén que se reconoce con menos incertidumbres que en 2004, cuando empezó con los Medias Blancas, de inmediato matizó: “Es una broma, ¿eh? No me malinterpreten, es sólo una broma”.

El piloto que se hizo célebre en Chicago no hacía esas aclaratorias un tiempo atrás. Soltaba su verbo sin más. El río inundaba el conuco, inclemente.

“No es lo mismo, no soy igual”, admitió Guillén en algún momento de la tarde inaugural de la temporada 2012. Rodeado de cámaras y micrófonos, tras hablar en inglés dentro y fuera de la sala de entrevistas, y repetir luego casi todo en castellano, tanto en el campo como en el salón, pareciera negar esa premisa.

“¿Qué más quieren de mí?”, soltó de pronto, en son de juego. “¿Ustedes se creen con derecho de perseguirme porque sacaron un título en la universidad? ¡Qué zumbados son los venezolanos!”. El mismo Guillén. Y sin embargo.

“Ya no tengo las dudas que tenía en 2004”, atajó. “Entonces no había dirigido nunca, estaba empezando. Ahora es diferente, porque sé lo que es esto”.

Todavía disfruta estar en el centro de la atención. En la conferencia de prensa que se realizó antes de la inauguración, le explicó a un venezolano las bondades de su nuevo equipo: “Tenemos buen bateo, defensa, mucha velocidad. Aquí todo el mundo va a correr. Tenemos de todo, menos un buen manager”. Y tras la carcajada, se puso en pie, para marcharse.

No se marchó de inmediato, porque, claro, disfruta su papel. En vez de ir hacia la puerta, desvió el paso hacia los reporteros estadounidenses y repitió la broma, pero en inglés. No una, dos veces. Ya podía abandonar el salón.

“Todavía no me he encontrado al periodista que me ponga en tres y dos”, aseguró después. “Y no lo he encontrado, porque yo hablo siempre con la verdad. A ti te pone en tres y dos cuando tienes algo escondido y no quieres que se sepa. Yo no oculto nada”.

Sus hijos Oswaldo y Oney vinieron al Marlins Park. También su inseparable esposa Ibis, alma de la fundación benéfica que lleva el nombre del antiguo campocorto. Ozney, el menor de la pareja, tuvo que perderse la fiesta de estreno. Tenía juego en su universidad y no le dieron permiso para faltar al partido.
La familia sigue siendo el valor que más defiende Guillén cuando habla en público.

“Yo no le tengo miedo a nada, salvo a mi mujer, porque si me pide el divorcio, me va a costar un realero”, exclama a menudo. Este miércoles volvió a hacerlo. Pero en 2013 cumplirán 30 años de casados y aún lucen radiantes.

Si Guillén reitera que no teme a nadie más que a Ibis y subraya que ningún periodista le ha puesto en tres y dos, es una invitación a preguntarle por Jeffrey Loria, el dueño de los Marlins, cuya férrea personalidad acabó con varios pilotos en Florida. Porque ya hay pronósticos acerca de una confrontación en el futuro, que terminaría con el despido del venezolano.

“Mi relación con Loria no puede ser igual que con Jerry (Reinsdorf, el propietario de los Medias Blancas), porque Jerry me conoce desde hace 20 años”, alertó él. “Pero hará lo que deba hacer, cuando lo tenga que hacer. Ya me han botado antes. No le temo a eso”.

Miami le ha abierto los brazos al estratega y es obvio que lo ha notado. Le gusta la ciudad, aunque vendió la casa que aquí tenía para establecerse definitivamente en Chicago. Mantiene su apartamento allá, incluso después de romper con los patiblancos.

También espera que una procesión de compatriotas venga a ver a su divisa.

“Miami es el barrio más grande de Venezuela”, sonrió otra vez.

Alguien le pidió al ex campocorto una opinión sobre la polémica escultura que decora el jardín central del Marlins Park. Encuestas hechas por los medios de comunicación entre sus usuarios no arrojan un saldo favorable a favor de la estructura metálica, colorida expresión de la flora, la fauna y el paisaje floridanos. No pocos peloteros le escurren el cuerpo al tema, prefiriendo no responder. Acaban de inaugurar el parque, ¿para qué buscar pelea?

Guillén hizo una pausa antes de contestar: “Si le gusta a Loria, me gusta a mí”, soltó, antes de despedirse.

Algo más sabio, fresco por el nuevo comienzo y prudente en sus exclamaciones. De resto, sí, el mismo Guillén de siempre.

Publicado en el-nacional.com, el miércoles 4 de abril de 2012.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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