Miguel Cabrera recibe en Maracaibo, de manos
del zuliano inmortal, el trofeo que le distingue como el mejor pelotero
venezolano de 2012
MARACAIBO
que le envió un cuestionario días atrás, después de uno de los muchos premios
que ha ganado en 2012, le espetó, riendo: “Chamo, ¿cómo te iba a responder, si
me enviaste un testamento? ¡Me hubieras llamado!”.
El sábado llegó a la capital zuliana junto a un grupo de parientes y allegados. Fue
recibido por el gran Luis Aparicio, el único venezolano en el Salón de la Fama
de las grandes ligas.
distingue como el mejor pelotero criollo de 2012.
la saga familiar, Luis Aparicio “El Grande”, padre del inmortal campocorto,
recibirá a miles de aficionados que esperan completar la tradicional Feria de
la Chinita con dos deseos irrefrenables: ver a sus Águilas derrotar a los
Tiburones y aplaudir al pelotero del momento, el Jugador Más Valioso de la Liga
Americana.
Hernández y Omar Vizquel tienen menciones honoríficas este año, peroninguno pudo adecuar su agenda para acompañar al aragüeño.
disputó su último encuentro como jugador profesional.
de medio siglo, Luis Aparicio padre le pasó a su vástago el testigo como
torpedero estelar.
lleva su nombre. Es el tercero que le entrega al que un día, a este paso,
también le acompañará en Cooperstown.
El Juego de la Chinita es el único encuentro de la temporada
que se disputa en el horario dominical de los primeros tiempos de la pelota
profesional. A las 11:00 de la mañana será el homenaje a Miguel Cabrera y a las
11:30, a pleno sol marabino, se escuchará la voz de playball
Fama, iba a debutar en el beisbol profesional en 1953, con Gavilanes, una de
las divisas históricas de la pelota zuliana.
La fecha del estreno no era 18 de
noviembre, sino 17. “Pero cayó un palo de agua y no se pudo jugar”, le dijo
Aparicio a su biógrafo, Augusto Cárdenas. “Eso me lo tenía preparado la Chinita”.
Bien fuera por azar, por condiciones meteorológicas o la intervención de la
Chiquinquirá, el caso es que el debut del mejor pelotero de Venezuela en el
siglo XX ocurrió el día principal de la zulianidad.
Aquel 18 de octubre, del
que están a punto de cumplirse 60 años, dice la leyenda que el hijo recibió el
guante del padre, Luis Aparicio Ortega, “el Grande de Maracaibo”. No es cierto.
El inmortal torpedero lo aclaró en su biografía: en el atestado estadio
Olímpico, fue un bate el símbolo de la transición. ¿Y por qué, si ambos eran
shortstops?
“Yo era el primero del lineup”, explicó el heredero, que también se
lució como bateador.
Publicado en El Nacional, el domingo 18 de noviembre de 2012.
