El emergente: Frank Kremblas y Bob Abreu

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Un vistazo al impasse entre el piloto y el astro de los Leones

Esta
anécdota ocurrió unos 12 o 13 años atrás.



Roger Cedeño acababa de firmar con una nueva organización
en Estados Unidos. Puede haber sido en 1999, con Houston, o en 2000, con
Detroit.



Ya era una estrella, en toda la extensión deportiva del término. Había
sido líder bate en la liga, con el Caracas, también Novato del Año, y había
roto el récord de bases robadas para un venezolano en las mayores, que antes de él estaba en
poder de Luis Aparicio.



El Universitario era otra cosa, por aquella época. Los
periodistas, que en la gran carpa podemos entrar sin mayores limitaciones a los
clubhouses, acá al menos podíamos deambular por el dugout, en espera de alguna
entrevista o para anotar la alineación del día. Hoy no. Por eso, ahora sería impensable esta anécdota.



Faltaban unos 30 minutos para la voz de playball y escribíamos en nuestras
libretas la alineación de esa noche, el colega Iván González y este columnista,
cuando trascendió la noticia de la firma de Cedeño. Eso y verlo a unos metros de
nosotros, llevó a pedirle un par de minutos, para saber su impresión sobre su
nuevo equipo.



No era la hora de las entrevistas, pero nos movía la urgencia de
la novedad y la buena vibra que siempre mostró el jardinero valenciano.



Apenas había
dicho un par de frases, cuando se escuchó un grito: “¡Cedeño! ¡Cedeño!”.


El
patrullero pareció ponerse nervioso y empezó a hablar más aceleradamente. 
“¡Cedeño!”,
volvió a atronar la voz.


Era Bob Abreu, asomado a la entrada del dugout. “¡Cedeño!
¡Al terreno!”.

El número 47 de los Leones se interrumpió, finalmente, y nos
dijo: “Panas, discúlpenme esta, pero Abreu es el caballo. Tengo que salir a estirarme. Él es el que manda”.


Con Iván nos miramos a los ojos, llenos de estupor y asombro.

Aquel
jugador a quien todos oían y respetaban, el que daba el ejemplo, figura
principal de unos melenudos cargados de bigleaguers, es el mismo que el fin de
semana protagonizó el episodio más triste de su carrera en Venezuela.



No es la
primera vez que el Comedulce vive algo parecido. Le pasó con los Filis, en
2003, cuando Terry Francona trató de moverlo del tercero al primer turno, para
aprovechar su alto promedio de embasado, y en cierta medida le ocurrió el año
pasado, cuando dio unas declaraciones sobre su estatus con Anaheim, al perder la
titularidad, palabras que no gustaron al manager Mike Scioscia.



Es lamentable,
aunque comprensible, la molestia del aragüeño. Posiblemente esté más disgustado consigo mismo que con Frank Kremblas, el piloto que esta vez tomó la decisión
de moverlo de lo más alto del lineup al octavo turno.



Ha tenido 61 apariciones
en el plato, desde la ronda eliminatoria, y apenas ha dado 4 extrabases, ninguno
fuera del parque, con .180 de average y .328 de promedio de embasado. No son
los números que pueden hacerle sentir orgulloso, y sabemos que se trata de un
pelotero consciente de sus estadísticas.



Tiene, además, la presión adicional de
que este desempeño no está despertando interés en quienes podrían darle un
contrato para mantenerse en las mayores. El slump ocurre en el peor momento. Hay un reloj que corre hacia atrás y que, ciertamente, le perjudica y posiblemente le pone presión.
Kremblas ha
hecho lo que tenía que hacer, si esperaba mantener su autoridad en el equipo. Él es quien hace la alineación y decide qué se hace allí. 
Abreu no jugó
el domingo ni apareció en la alineación abridora del lunes.

El viernes le preguntamos al estratega por qué no habló ese mismo día con su patrullero. Él le restó importancia al hecho. No
era su obligación, es verdad, pero la trayectoria del Comedulce quizás merecía la
deferencia de una explicación.

Habrá que ver cómo termina este episodio, que el
nativo de Turmero trató de dejar atrás, diciendo que sus declaraciones del sábado ya son parte
del pasado.

Kremblas ha hecho bien, al no considerarse insultado. Al dejarlo en la banca por segundo juego, señaló que lo hizo por el bajón ofensivo y dejó claro que entiende la molestia del pelotero. Una de sus tareas es ejercer el control de daños y parece estar haciéndolo.

Además, al Caracas le conviene mucho más que Abreu vuelva a jugar; que finalmente explote la pólvora que probablemente
le queda y que reaparezca aquel caudillo que se hacía escuchar hasta por todos
los grandeligas.



Publicado en El Nacional, el martes 8 de enero de 2013. Ampliado en el blog.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

1 COMENTARIO

  1. Ignació, Bob Abreu es un gran pelotero sin embargo es evidente que no está en su mejor forma y quizás porque ha estado en otras actividades no vinculadas al beisbol que le quitan tiempo; además al tipo le gusta salir con modelos, actrices, tirar físico y la farra, pero mi viejo, cuando se juega beisbol de Grandes Ligas, hay que ser un profesional y cuidarse casi que los 12 meses del año y concentrarse en esa actividad como su prioridad, un ejemplo, su gran amigo y colega Omar Visquel. particularmente yo recuerdo, cuando Bob Abreu se puso hacer esos comerciales que son una estafa poniendo a la gente que llamen a un número XXXX y concursas que si para premios; y a la final, qué necesidad tiene un pelotero como Bob Abreú, prestar su imagen para ese tipo de comeciales, ¿por más plata?. Por último, como dije anteriormente, ese señor es un gran pelotero, natural pero o se dedica a jugar beisbol o a ser empresario Playboy farandulero; creo que está en sus manos aunque no tiene mucho tiempo para demostrar que aún a Bob para rato. Le deseo suerte porque merece que alcance algunos hitos posibles. Saludos

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