Del amor y otros demonios

Fecha:

Venezuela
tiene una relación de afecto y desapego con el Clásico Mundial de Beisbol desde
su primera edición



El diamante
del estadio Universitario lucía diferente aquella tarde.
Bardas
metálicas estaban dispuestas a ambos lados del infield, creando espacios que,
por lo general, no existen en el parque capitalino. Los periodistas que
llegábamos al cemento de Los Chaguaramos nos mirábamos extrañados. No es la
recepción que ofrecen los Leones o los Tiburones a quienes hacemos vida en la
cobertura periodística del beisbol profesional.
Esa tarde
de 2006 comenzó la andadura de Venezuela en el Clásico Mundial.
Luis Sojo,
desde entonces manager de la selección nacional, rebosaba de optimismo, al
igual que millones de compatriotas.
Todos
estaban invitados. Hasta el gran David Concepción se puso el uniforme.
Miles de
aficionados acudieron al cemento ucevista ese día, convocados por la oferta de
ver, sin pagar un céntimo, a los integrantes de la Vinotinto, ya de entrada una
las novenas favoritas para conseguir la corona en la primera edición de la
novedosa competencia.
Muy pocos
grandeligas asistieron a aquel llamado, que Sojo pretendía institucionalizar, hasta
convertir en una especie de campamento itinerante, que diera fogueo y actividad
a la selección, mientras recorría el país beisbolero a través de sus
principales estadios: Valencia, Maracay, Puerto La Cruz, Barquisimeto,
Maracaibo, todo eso se pensó.

De aquella cita
en el Universitario, ampliamente promocionada por los medios de comunicación,
salieron algunos pocos integrantes del roster definitivo, premiados por su
fidelidad con el proyecto y la necesidad de completar el roster. Antonio
Álvarez, por ejemplo, y Robert Pérez y Giovanni Carrara.
Ese día
comenzó esta curiosa historia de amor y odio que ha sido para Venezuela el
Clásico Mundial.
Las decenas
de peloteros que se presentaron a la preselección hicieron repeticiones
defensivas, tomaron roletazos y practicaron su bateo. Los pitchers cumplieron
la rutina sobre la loma, lanzamientos simulados y carreras a primera base, como
si estuviera empezando el spring training.
La Serie
del Caribe había terminado poco antes, con una corona para Venezuela, conquistada
por los Leones. Los entrenamientos primaverales estaban  por empezar y tal vez por ello llegó la orden
del Comité Organizador del torneo mundialista: quedaban prohibidas las
prácticas preparatorias.
Cuando
anocheció y se apagó la última luz en el Universitario, terminó el idilio. Nada
fue igual desde entonces.
Sojo ha
reiterado sus quejas contra las normas de la justa, porque cree que los países
participantes deberían tener la posibilidad, todos, de realizar un trabajo
previo, el tiempo que lo deseen.
La afición
ha mantenido su protesta contra Sojo, desde que confirmó a Pérez y Carrara en
el roster en ese febrero de 2006. Los malos resultados en la ópera prima
venezolana alimentaron la tirantez.
(Aquella del
inicio fue una queja injusta: Carrara fue uno de los lanzadores venezolanos con
mejores números en las grandes ligas en 2005, lo que le hacía merecedor de un
lugar en la selección, y Pérez sólo tomó tres turnos como jardinero suplente, con
.333 de average; la Vinotinto no avanzó a la segunda ronda gracias a él ni
quedó eliminada antes de la semifinal debido al guayanés.)
El injusto
estigma de los compadres. El justo señalamiento de que era necesario conocer
mejor las reglas del torneo y cuadrar el plan de trabajo con cada organización
de grandes ligas, lo que no se hizo en 2009. La hazaña de avanzar a la
semifinal, disuelta en la inconformidad popular de ver caer a la Vinotinto sin
que Félix Hernández subiera al morrito. 
La sequía
de los grandes bates hace siete años. Las pitas fratricidas, crueles, a Magglio
Ordóñez por su posición política, tres años después.
Venezuela
es el tercer país en producción de bigleaguers, detrás de Estados Unidos y República
Dominicana. Una de las cuatro potencias del planeta, si incluimos en la cuenta
a Japón y su NPB. Llegar a semifinales es lo mínimo a lo que puede aspirar. Aun
así, faltó celebración en la segunda edición, o al menos ponderación.
Ahora son
las ausencias del Rey Félix y Johan Santana, y las menos promocionadas,
pero igual de cruciales, de Rafael Betancourt y Edward Mujica. La no muy exacta
comparación con el Mundial de fútbol. Las expresiones de patriotismo y la
protesta contra la MLB.
Pocas
justas deportivas han levantado la expectativa y emoción contenida que desde
aquella tarde en el Universitario, hace más de un lustro, convoca en Venezuela
el Clásico Mundial.
Este
desbordamiento, paradójicamente, ha impedido que la afición disfrute el torneo.
Hoy empieza
la cuenta regresiva para la tercera edición. Quedan apenas días para saber si
al fin habrá amor correspondido o si de nuevo se imponen los demonios.
Publicado en BeisbolVenezolano.net, el viernes 1° de marzo de 2013. Revisa aquí la nota original.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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