Mi homenaje a Bob Abreu

Fecha:

Quieto en Primera
Por Alfredo Villasmil Franceschi

Hace diez años en el estadio Municipal de Phoenix, donde entrenaban los Atléticos en el Spring Training, Billy Beane hablaba sobre quién consideraba él su pelotero prototipo. “Sin duda, Bob Abreu”, afirmó tajantemente. “Creo que mi meta en el beisbol es poder montar un lineup con nueve Bob Abreu en miniatura. Así sería campeón”.


Era la época dorada del nacido en Turmero. En ese momento nadie pensaba que el día que llegó este viernes 26-09 llegaría alguna vez. Porque cuando se es joven, el retiro es una idea vaga en la que no se piensa. Pero el tiempo es un misil que destroza las corazas más blindadas y doblega las más altivas de las cervices. Por eso hay que saber decir hasta aquí. Este era el momento.


En aquel momento, “Comedulce” era el epítome del jugador ideal, la personificación más depurada de las cinco herramientas: corría, bateaba para promedio, tenía poder, buen brazo e instintos. Año tras año era el caballo de los Filis. Temporada tras temporada (1998-2004) sobre .300, muchas bases por bolas, 100 carreras remolcadas y otros muchos robos de base.


Dos veces fue 30-30, eso lo dice todo, y durante ocho campañas al hilo recibió 100 o más pasaportes. “Es en bateador disciplinado que te cambia el equipo”, contaba Beane.


Abreu marcó una época en el beisbol criollo. “Me siento feliz por mi carrera”, dijo ayer en la rueda de prensa donde anunció su retiro. “Me siento bendecido”. Fue el primer jugador todo terreno y de alta factura que brilló en las mayores. Nunca pudo ganar una Serie Mundial ni un título de bateo. Son dos sueños que jamás pudo cumplir.


Las palabras de Jimmy Rollings ilustran lo que fue este pelotero. “Bobby Abreu, solo su nombre suena como a un jugador de
béisbol y que jugador fue», dijo el torpedero a través de un boletín de prensa al momento de preguntarle sobre el criollo. «No  hay mucho
que no pudiera hacer en el campo. Desde robar una base, empujar carreras, convertir
sencillos en dobles, la habilidad de ir de un conteo de 0-2 y de alguna forma convencer
al pitcher que él estaba en control y 10 lanzamientos después Bobby estaba en primera
con un boleto. ¡Eso siempre me sorprendió! Pero aparte de ser un gran pelotero,
Bobby se convirtió en mi hermano mayor y en una gran influencia en mi
desarrollo como jugador. Él siempre supo a que se enfrentaba y siempre estaba
preparado».



Recuerdo que alguna vez un ejecutivo del beisbol me decía que Abreu era muy flemático, tranquilo, jugando al beisbol. Quizá nunca entendieron que la maestría te hace parecer arrogante, pero en realidad era todo lo contrario. «Todo su trabajo duro fuera del terreno le permitía hacer cosas en el
campo que parecían mágicas y que hacían a los otros decir ‘él lo hace
parecer tan fácil'», abunda Rollings.



«Pero aquellos que conocían sus secretos sabían que
había mucho trabajo duro tras ello. Frecuentemente malinterpretado por su
tranquilidad pero el fuego que él tenía de convertirse en un gran jugador
estaba muy dentro de él. Nunca tomó nada por sentado y se dedicó a sacar el
máximo provecho del talento que Dios le dio. Nunca paró de aprender, el béisbol
corría por sus venas. Ahora puede disfrutar la vida que este maravilloso juego
le ha dado, de la forma que él quiera, con su familia y amigos y todos los
recuerdos que él ha creado”.



Abreu nos hizo soñar en el Derby de Jonrones. Nos hizo realidad ver a un jugador venezolano entrar en el exclusivo club de los 30-30, en la cofradía de aquellos que no le pegaban a bolas malas. Un maestro en el arte del denuedo.


Fue uno de los productos de los llamados “Reiner’s boys”, en alusión a la camada de grandeligas que firmó Andrés Reiner. Es el último mohicano de una generación brillante, de la cual él fue el más brillante de todos: Kelvim Escobar, Magglio Ordóñez, Richard Hidalgo, Carlos Guillén, Freddy García, Melvin Mora y Ramón Hernández.


Bobby puso el tricolor en alto muchas veces en Estados Unidos y siempre decía que era de Venezuela, con orgullo. Fueron 18 temporadas en MLB, se dice fácil, pero no lo es.


Al momento de decir adiós “Comedulce” o “Kelly” como le decía Reiner, deja un average vitalicio de .295, un OBP de .395, un total de 1.475 bases por bolas recibidas, un OPS de .870.


Pero más allá de eso, se va con 288 jonrones conectadas y 400 bases robadas. Fueron dos mil 469 hits conectados, 1.363 remolcadas y 1.453 remolcadas. Entre los 100 mejores peloteros del beisbol, en muchas de estas categorías, pues allí está Bob Abreu.


Si había un pelotero para pagar por ver, ese era Bob. Suerte, Comedulce.


Listo, se acabó el juego.


Alfredo Villasmil Franceschi

Alfredo Villasmil
Alfredo Villasmilhttps://www.youtube.com/c/AlfredoVillasmil
Periodista especializado en beisbol desde el año 1992. También decidí emprender en otras áreas y tengo un canal de YouTube, bueno dos, en realidad. Uno sobre estilo de vida y cosas varias y el otro sobre beisbol.

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