Antonio Armas |
Fue un
acontecimiento nacional, cada año. Desde que Dionisio Acosta logró la
refundación del Juego de Estrellas, al frente de la por entonces renovada
Asociación de Peloteros, en 1968, fue una verdadera atracción el duelo entre
criollos e importados en
LVBP.
de temporada era, por aquel tiempo, un atractivo choque entre peloteros
venezolanos y extranjeros.
cosa. Por este circuito pasaron verdaderos astros en plenitud de condiciones,
como Rod Carew, Don Baylor o Dave Parker, jugadores que eran titulares en las
Grandes Ligas cuando actuaron en Venezuela en los años 60 y 70.
el salario mínimo en
era comparable con el salario que se pagaba en los tiempos del 4,30.
gerente de varios equipos de
LVBP
su actuación aquí.
Venezuela era de unos 4.000 dólares mensuales y el mínimo en las mayores era
50.000 dólares anuales”, razona el veterano periodista.
consecuencia, se tomaban con igual seriedad el duelo estelar.
bien lo que para los peloteros nacidos en el país resultaba aquel compromiso:
“Era una especie de selección nacional, porque uno defendía al país contra los
extranjeros”, declaró una vez al periodista Carlos Valmore Rodríguez.
celebró sin cambios entre 1968 y 1984, con mayoría de triunfos para los de
afuera. Luego de eso, escasearon los forasteros en determinadas posiciones. En
el campeonato 2014-2015, por ejemplo, no hay catchers ni shortstops que puedan
alinear en una novena de importados. Con dificultades se podría buscar
candidatos para el resto del cuadro.
Orientales, en los tiempos de las dos divisiones; nativos contra dominicanos,
más recientemente; el equipo elegido por la fanaticada contra el elegido por
los medios de comunicación, el año pasado; varios han sido los sucedáneos
intentados desde entonces.
oportunidad ha puesto a las figuras consolidadas en la liga contra aquellas que
tienen menos de tres temporadas completas, uno de los requisitos de
elegibilidad para el Novato del Año.
con tantos reclutas sobresalientes esta campaña: Orlando Cabrera, Ramón Flores,
Odúbel Herrera, Danry Vásquez, Teodoro Martínez, Jesús Pirela, Carlos Pérez o
Renato Núñez bien podrían jugar para ambas divisas, por el nivel que han
exhibido (Núñez, lamentablemente, dejó de jugar por orden de su organización en
el norte, los Atléticos de Oakland).
sustituir, sin embargo, el romanticismo de aquella lucha ya pretérita, cuando
los estadios se llenaban para aplaudir una improbable victoria de los criollos
sobre los importados.
Ignacio Serrano