«Se pierden demasiados peloteros jóvenes”, clamaba Andrés Reiner

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(Con dolor rescato esta entrevista que le hice a Andrés Reiner hace más de un año, como un modo de recordar su legado y hacer ver a las nuevas generaciones quién fue este venezolano entrañable y creador, fallecido el jueves en Estados Unidos. Cuando conversamos, la Venezuelan Summer League estaba amenazada. La crisis nacional terminó de acabar con ella, una tristeza que probablemente le acompañó en sus últimos días)
Johan Santana, una de las joyas descubiertas por Reiner

Andrés Reiner nació en Hungría, poco antes de empezar la Segunda Guerra Mundial. Pero hizo de Venezuela su patria, y el beisbol, su deporte favorito, se convirtió en su vida.


Fue asistente de la gerencia general de los Astros y los Rays. Y marcó decisivamente el rumbo de la pelota en su país adoptivo.

Reiner recuerda a las madres que se negaban a permitir que sus hijos firmaran, siendo adolescentes, en los años 70 y 80. “¿Cómo se va a ir?”, le preguntaban. “Si nada sé sobre con quién y dónde estará”. Casos así reforzaron su idea: las Grandes Ligas tenían que crear academias en Venezuela. Y gracias a su empeño, lo hicieron.

Hoy sólo quedan cinco. Y Reiner lo resiente, desde su retiro en Estados Unidos.


-¿Por qué ha ocurrido este progresivo alejamiento entre Venezuela y MLB?
-Ha sido un proceso lento, pero seguro. No es algo que haya comenzado hace dos o tres años. El problema es que a la gente le cuesta mucho entenderse en la política y el comercio, y cada bando tiene sus razones y sus sinrazones. Para mí, el problema mayor comenzó 10 años atrás, cuando MLB se dejó llevar por la política. Esto es beisbol, un negocio, deporte; tenían que sentarse a hablar con el gobierno. Y eso no ocurrió.
-Han preferido mudarse de país.
-Las organizaciones comenzaron a invertir grandes cantidades de dinero en República Dominicana, creando sus academias allá. El complejo más sencillo no baja de los 3 o 4 millones de dólares. Muchas de esas organizaciones se dijeron que allí podían desarrollar también a los peloteros venezolanos, una vez firmados. Nunca estuve de acuerdo. Es una verdad a medias.
-¿Por qué?
-Para los americanos, los latinos somos todos iguales. No les importa de dónde seamos. Pero no es así. Para el venezolano, es un shock cultural ir a Dominicana. La comida es diferente, el ambiente y la manera de ser son diferentes. Hasta la forma de hablar y la comida lo son. A los muchachos les falta la familia y el apoyo de sus coaches venezolanos. En los últimos tres años se ha tratado de solucionar eso, llevándose a los coaches también. Pero el nacionalismo existe en todas partes. Si hay dos jugadores iguales, uno venezolano y otro dominicano, el mejor reporte será el del dominicano. Son cosas naturales. Sucedería lo mismo si fuera al revés.
-¿Tan grande es la diferencia?
-Es muy grande. Ponte que tienes 16 años de edad y estás comenzando una carrera, la que sea. Y te mandan a Dominicana. Incluso, si se trata de empezar en la Universidad. Para un muchacho que acaba de salir de su bachillerato, no es fácil ajustarse.
-Y ese es sólo el primer escalón.
-De allí tienen que ir a Estados Unidos, a sufrir otro shock cultural después de acostumbrarse por fin a cómo son las cosas en Dominicana. Es muy duro.
-¿Cómo nació la idea de crear una academia en Venezuela?
-Hice mi primer proyecto en 1983. El problema de desarrollar peloteros empezaba en que no sabían cómo escautear en el país y se lo planteé a las organizaciones con las que tenía buena relación. Venezuela no es una isla, no es un territorio chiquitico. Además, estaban los deseos de las familias por entonces. En los años 80, la prioridad de los padres no era que sus hijos fueran peloteros, sino ingenieros o médicos. Eso fue cambiando y pude preverlo. Por aquellos tiempos, el venezolano promedio estaba incrementando su talla. Existía la tendencia a ser más fuerte. Ahora es a la inversa. Si nuestros niños no reciben la alimentación adecuada, no van a crecer como antes.
-¿Cómo concluyó que era necesario cambiar el sistema?
-Llegué a Venezuela a los 10 años de edad. Tuve que pasar por ese shock cultural. Si yo, en vez de tener a mi familia alrededor, hubiera estado solo, ¿cómo habría sido el proceso de ajuste? No hay que ser un genio, es algo muy humano y natural. Si a eso le agregas que el venezolano tiene sentimientos muy familiares, el muchacho al llegar a otro país se siente como abandonado.
-¿Cómo logró que le hicieran caso?
-Tenía las mejores relaciones con los Piratas, los Astros y los Gigantes. Le entregué mi proyecto a Al Rosen, que estaba comenzando como gerente general en San Francisco, y me dijo: ‘En este momento no se ni dónde estoy parado’. Pittsburgh nunca tenía dinero. Y cuando se lo entregué a Bill Wood, que entonces era director de Ligas Menores en Houston, me dijo que le encantaba la idea, que hablaríamos cuando llegara a un puesto donde pudiera tomar las decisiones. En 1988, finalmente, fue nombrado presidente y Gerente General de los Astros.
-¿Qué siente cuando ve que ahora la Venezuelan Summer League está amenazada con la desaparición?
-Muchas cosas me molestan. Primero, que ninguno de nosotros pueda hacer algo para cambiar el panorama. Después, que el beisbol esté como una pirámide con la punta para abajo, algo que me molesta mucho. Las organizaciones no gastan sino en el equipo grande. Hasta las más pobres ahorran en las menores. Podrían, por ejemplo, tener managers y coaches latinos con grandes capacidades. Eso me duele, porque demasiados jóvenes se pierden. Necesitan tiempo e inversión para desarrollarse. Y me duele mucho más, porque sé que Venezuela seguirá produciendo peloteros.
-¿De qué manera impacta eso en el desarrollo de jugadores criollos?
-Va a impactar menos de lo que hubiera impactado años antes, pero va a impactar. Venezuela va a producir más lanzadores y catchers, y menos jugadores de posición. Será así, hasta que empiecen otra vez a desarrollarse los muchachos más grandes, físicamente. Claro que eso no importaría tanto, porque esas son las cosas que más hacen falta: pitchers y catchers. Y falta saber si el mercado cubano se va a abrir o se va a quedar como está ahora. Aunque el pelotero venezolano está bien considerado, no es como antes. Y todavía es mucho más barato.
-¿Es optimista, en cuanto al futuro?
-Todo cambia en la vida. Europa se enfrentó a dos guerras mundiales, pasaron muchas cosas y todo cambió para mejor. Es cuestión de tiempo y paciencia.
Publicado en El Nacional, el domingo 28 de junio de 2015
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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