Buddy
Bailey era otro, aquel día de febrero en Mexicali. Relajado y sonriente, abría
los brazos como si estuviera a punto de compartir un abrazo.
No cabía
dentro de sí, el austero y casi sempiterno manager de los Tigres de Aragua. En
Venezuela se acostumbró a ganar a un ritmo inusual. Se metió en ocho finales y
conquistó seis, todo en poco más de una década.
dentro de sí, el austero y casi sempiterno manager de los Tigres de Aragua. En
Venezuela se acostumbró a ganar a un ritmo inusual. Se metió en ocho finales y
conquistó seis, todo en poco más de una década.
Es tan difícil
de hacer eso, festejar en el último juego tantas veces y en tan corto tiempo, que
ningún otro piloto lo ha emulado en la LVBP.
de hacer eso, festejar en el último juego tantas veces y en tan corto tiempo, que
ningún otro piloto lo ha emulado en la LVBP.
Aquella
tarde mexicana, sin embargo, era diferente. Bailey acababa de asegurar la Serie
de Caribe, con un roster que reunía a 21 agentes libres, peloteros mayormente sin
contrato en el beisbol organizado.
tarde mexicana, sin embargo, era diferente. Bailey acababa de asegurar la Serie
de Caribe, con un roster que reunía a 21 agentes libres, peloteros mayormente sin
contrato en el beisbol organizado.
En
anteriores eventos recibió siempre un palmo de nariz. Incluso esa vez en Santo
Domingo, cuando tuvo en la misma nómina a Miguel Cabrera, a Magglio Ordóñez, a
Francisco Rodríguez y a muchos de las principales figuras de ese torneo
2003-2004, el primero que dominaron los bengalíes durante su impresionante
dinastía.
anteriores eventos recibió siempre un palmo de nariz. Incluso esa vez en Santo
Domingo, cuando tuvo en la misma nómina a Miguel Cabrera, a Magglio Ordóñez, a
Francisco Rodríguez y a muchos de las principales figuras de ese torneo
2003-2004, el primero que dominaron los bengalíes durante su impresionante
dinastía.
Bailey
siempre quiso ganar el clásico de febrero. Era la gema que faltaba en su tesoro,
la página que no había escrito a su reluciente paso por la pelota invernal.
siempre quiso ganar el clásico de febrero. Era la gema que faltaba en su tesoro,
la página que no había escrito a su reluciente paso por la pelota invernal.
Todavía lo
recuerda. Todavía contrasta aquellas escuadras llenas de nombres con ese grupo
que aplicó, como nunca, su filosofía en el terreno: no se gana con apellidos,
sino con trabajo duro, buen pitcheo y ejecutando como es debido; el estrellato
a veces sobra.
recuerda. Todavía contrasta aquellas escuadras llenas de nombres con ese grupo
que aplicó, como nunca, su filosofía en el terreno: no se gana con apellidos,
sino con trabajo duro, buen pitcheo y ejecutando como es debido; el estrellato
a veces sobra.
La vida del
norteamericano está enraizada en Maracay. Allí nació su hija y allí reside
durante el tiempo que no trabaja en las menores de los Cachorros de Chicago. Dice
una leyenda urbana que conoce los kioskos donde venden las mejores empanadas de
la ciudad, aunque resguarda su venezolanidad y su aceptable castellano cuando
habla con los reporteros.
norteamericano está enraizada en Maracay. Allí nació su hija y allí reside
durante el tiempo que no trabaja en las menores de los Cachorros de Chicago. Dice
una leyenda urbana que conoce los kioskos donde venden las mejores empanadas de
la ciudad, aunque resguarda su venezolanidad y su aceptable castellano cuando
habla con los reporteros.
Ese es el
nuevo manager de los Tigres, el sucesor de Eduardo Pérez. El nuevo dueño de la
oficina que durante tanto tiempo le perteneciera.
nuevo manager de los Tigres, el sucesor de Eduardo Pérez. El nuevo dueño de la
oficina que durante tanto tiempo le perteneciera.
Ese es el
hombre que tiene el reto de meter a los bengalíes en la postemporada y, de ser
posible, llevarles a una nueva corona.
hombre que tiene el reto de meter a los bengalíes en la postemporada y, de ser
posible, llevarles a una nueva corona.
Si la
obtiene, seguramente le veremos más feliz que aquella tarde en Méxicali. Porque
es lo único que le resta, un séptimo título, para igualar al cubano Regino
Otero como el piloto más ganador en la historia de la LVBP.
obtiene, seguramente le veremos más feliz que aquella tarde en Méxicali. Porque
es lo único que le resta, un séptimo título, para igualar al cubano Regino
Otero como el piloto más ganador en la historia de la LVBP.
Ignacio Serrano
Publicado en BeisbolPlay.com.ve, el 15 de diciembre de 2016.
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excelente dios mediante asi sera