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Puede que Pierre de Coubertin no haya visto jamás un juego
de beisbol. O puede que sí, ¿quién sabe? Después de todo, en 1904 estuvo en San
Luis, durante la celebración de los Juegos Olímpicos, y los Cardenales ya eran
parte de la Liga Nacional en aquel verano boreal.
al deporte de los diamantes en el ámbito de los cinco anillos. Faltaba mucho
para eso. La única relación entre su imagen y la pelota es una lágrima, el
despojo de las medallas obtenidas por Jim Thorpe en los Juegos de 1912, por
haber cobrado antes unos pocos dólares por jugar en un circuito semi
profesional.
cuando José Altuve conquistó esta semana el premio al Jugador Más Valioso de la
Liga Americana. Suya es una frase que justifica nuestra afición de niño y
vocación de adulto: “Llega un momento en que quien cruza primero la meta no es
el más alto, el más rápido o el más fuerte, sino el que realmente desea cruzar
primero”.
recuerda el lema de los JJOO: Citius, Altius, Fortius, “El más rápido, el más alto,
el más fuerte”.
excepcional, como Miguel Cabrera o Mike Trout. Sí, tiene talento. Pero se trata
de otra cosa.
Ramos, a Pablo Torrealba y finalmente a Alfredo Pedrique, que convencieron a la
gerencia de los Astros de Houston cuando nadie quería firmarlo.
sonido del bate era especial. Era el sonido que producía el swing de un adulto,
no un adolescente con 16 años de edad. Eso marcó la diferencia.
Altuve. El rechazo solo generó una inquietud, con la complicidad de su padre:
habrá que intentarlo de nuevo.
siderales, pasando de Clase A a las Grandes Ligas en una misma temporada. Así
disputó el Juego de Estrellas del Futuro en una zafra y el Juego de Estrellas
de la gran carpa al año siguiente.
tercera. Así disparó 200 hits en cada una de las últimas cuatro justas. Así
perfeccionó el swing y desarrolló poder, lo único que le faltaba para ser el
pelotero completo que hoy es.
estatura y las dudas de los evaluadores de talento. No es cierto que cualquiera
pueda triunfar en la MLB. Sí, las condiciones naturales sirven hasta para jugar
muchos años. Pero se necesita disciplina, empeño y esfuerzo para sobreponerse a
las propias limitaciones y convertirse en estrella.
metros hayan logrado lo que él, incluso en tiempos pretéritos, cuando la altura
promedio en las Grandes Ligas era menor. Por eso, y porque sonríe todo el
tiempo, y porque consigue que luzca fácil lo que hace, se ha convertido en la
nueva cara del beisbol, el rostro principal de una divisa joven y dinámica, la
prueba más reciente de que el barón de Coubertin tenía razón cuando sostenía
que, al final, la principal fuerza que mueve al mundo es la fuerza de voluntad.
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Excelente crónica Ignacio, todo lo que dices es válido para cualquier situación de la vida.
genial!
Constancia, disciplina y dedicación hacen del trabajo diario una labor exitosa en cualquier profesión y Altuve ha hecho de esas características su norma de vida profesional.