La lección que deja el caso de Omar Bencomo

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El Emergente
Por Ignacio Serrano
Puede que la de Omar Bencomo Jr. sea una historia
desdichada, un giro inesperado que el pitcher derecho no merecía. La suya,
ciertamente, es una crónica de obstáculos y esfuerzos más allá de lo habitual
en un atleta normal, entendiendo que incluso un atleta normal debe superar el
dolor y vencer obstáculos para la mayoría inalcanzables.
Bencomo fue víctima del hampa que desangra nuestro país,
hace un lustro, y estuvo a punto de perder la vida. De aquel episodio, que le
costó un riñón y parte del colon, quedó sobre todo la prueba de una fuerza de
voluntad ejemplarizante, que le llevó a regresar al beisbol profesional, tocar
las puertas de las Mayores y ser uno de los abridores más consistentes de la
LVBP.
Su historia no es conocida por el gran público, a diferencia
de casos como los de José Altuve o Alexi Amarista, quizás porque no haber
llegado aún a las Grandes Ligas no le ha permitido amplificar lo que ha hecho
desde que aquel malhadado día debió hacer para recuperar, primero, una vida
normal, y luego, brillar en los diamantes.
Puede que todo esto no sea más que una historia
desafortunada, otro obstáculo descorazonador. Es verdad que desde su encuentro
con la delincuencia debe llevar un régimen de vida distinto y tomar
medicamentos que alguien con todos sus órganos en buen estado no
requeriría. 
Lamentablemente, y luego de leer y escuchar sus argumentos, a
falta únicamente de conocer qué sustancia resultó positiva, queda claro, como
mínimo, el error cometido por él mismo, que le ha llevado a protagonizar el
primer caso de dopaje en la temporada 2018-2019. Eso, claro, siempre y cuando su versión sea cierta.
La política de controles busca preservar la buena salud de
los competidores y el respeto del juego limpio. También preserva las necesidades
de los deportistas, pues les respeta el derecho de recibir tratamiento que
puede estar vedado para atletas sin problemas de salud. De nuevo, la lucha
contra el uso de sustancias no permitidas persigue, primero que nada, proteger
de sí mismos a los propios infractores. Si algo tan común como el acetaminofén
o el ibuprofeno tienen efectos secundarios importantes, ¿qué podría esperarse
de los químicos más duros, que van desde las anfetaminas hasta los
anabolizantes, y del cóctel necesario para complementar su consumo?
La Política Antidopaje de la LVBP, así como hacen la WADA y
otros organismos, permite la tramitación de permisos en estos casos. Un
pelotero con una autorización de uso terapéutico, conocida como AUT, puede
seguir participando, sin dejar de cumplir con su prescripción médica. Todo está
escrito en las normas y debería ser una rutina, preguntar por el reglamento y
dar los pasos necesarios para cumplirlo.
Desde que Jon Hunton fue sancionado por no presentar a
tiempo la AUT que traía de Estados Unidos, hasta el reciente caso de Josmil
Pinto, varios han sido los casos que, como Bencomo, alegan que un medicamento
prescrito derivó en un castigo. No debería pasar más.
Bien por el valenciano, que no ha escondido el rostro y ha
asumido su error. Pero queda lección que es importante aplicar ya: los equipos son
los primeros interesados en informar a sus peloteros de la normativa
antidopaje, y harán bien el día en que apuren a sus integrantes a tramitar a
tiempo sus autorizaciones si, como Bencomo asegura, nada tienen que temer.
Columna publicada en El Nacional, en su edición del miércoles 5 de diciembre de 2018.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

1 COMENTARIO

  1. Excelente columna como siempre! Ignacio realiza un perfecto analisis y la necesidad de respetar los canales regulares para que un atleta que requiera un tratamiento pueda recibirlo bajo el consentimiento de las autoridades respectivas. La liga de beisbol profesional debe tener asesores medicos que procesarian y recomendarian a la liga la conducta respectiva en cada caso. Lamentablemente en el caso de Bencomo, el PROPIONATO DE DROSTANOLONA que presuntamente es el farmaco implicado, es un ESTEROIDE ANABOLIZANTE con efectos que mejoran el rendimiento de un atleta. Medicamente se emplea como un ANTIESTROGENO y se utiliza desde hace muchos años en la terapia de cancer de mama. Otro dato singular es que este medicamento se mantiene en circulacion por largo tiempo, llamado de deposito. Es penoso admitirlo, porque la historia de este joven es traumatica, pero una cosa no tiene que ver con la otra: PONCHADO BENCOMO!

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