Abre el cerrador, cierra el abridor y ganas el juego

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
El beisbol de antaño era apasionante. Ver dirigir a un
Pompeyo Davalillo era una fiesta. Pero el beisbol moderno también lo es. Hay
demasiada tecnología de punta, demasiada información disponible, y si todo eso
se usa con inteligencia, resulta una fiesta también.
Allí está el cuarto juego de la Serie Divisional entre los
Astros y los Rays, por ejemplo. Todos los equipos en las Grandes Ligas se
apoyan ya en el nuevo análisis, triunfo definitivo de lo que alguna vez se
llamó peyorativamente sabermetría. Pero algunos saben sacarle mejor partido que
otros.

Tanto Houston como Tampa están en lo más alto de ese
sistema. Tienen gerencias inteligentes, creativas y abiertas al hecho de que no
incorporar armas de último diseño a su arsenal implicará perder batallas,
irremediablemente.
La gran diferencia entre ambas organizaciones está en el
presupuesto. Ambas han rediseñado el swing de sus peloteros, buscan defectos propios
y extraños ocultos detrás de estadísticas y mediciones, detectan talentos que
el ojo solo no puede ver. Para los dirigidos por Kevin Cash eso es más que una
forma de ganar, es un modo de supervivencia.
Con una nómina que no llegaba a 70 millones de dólares al
inicio de la campaña, debieron batallar en una división donde los Yanquis
pagaban 206 millones y los Medias Rojas 213 millones. Habría que duplicar la
totalidad de los salarios pagados por los otrora Mantarrayas para llegar a la
media de la MLB. ¡A la media! Es demasiada diferencia.
A pesar de esa brecha, es sabido que los Rays compitieron en
2018 y llegaron al juego decisivo de las Series Divisionales en 2019, sumando 186
victorias entre ambas zafras. Dicho en otras palabras, un club tan modesto fue
capaz de ganar 93 veces en cada torneo, en promedio. O puesto de este otro
modo, en otra llave habrían podido exhibir al menos un banderín de división.
Cash ha llevado la modernidad a un extremo que en principio
parece antipático, pero que le ha resultado tremendamente eficaz.
Cuando puso en boga el término “opener”, como diferenciador
del tradicional “abridor”, hacía mucho más que un juego de palabras. Llegamos a
leer o escuchar críticas de aficionados y analistas que opinaban sin siquiera
averiguar por qué el piloto hacía lo que hacía, más allá del hecho evidente de
no contar con suficientes iniciadores de cartel.
“Día de bullpen”, lo llamó. Y en el beisbol de antes, eso
existía, pero muy de cuando en vez, en alguna contingencia. Cash lo hizo
natural, al contar con solo tres o en ocasiones cuatro pitchers de largo
metraje.
Otros estrategas han seguido sus pasos. Y es que hay razones
diversas y reales que explican la validez de este método, que hace décadas
habríamos considerado una aberración.
Una de ellas es la compilación estadística que demuestra
cómo el primer inning es el episodio en el que se anotan más carreras en las
Mayores. Para contrarrestar eso, una vía puede ser empezar con un serpentinero
con características de cerrador, para entregarle la pelota luego a un relevista
largo que comenzará su andadura ante la parte baja del lineup, en teoría menos
peligrosa.
Esto no hace falta cuando quien sale al morrito es un Justin
Verlander o un Gerrit Cole. Pero no todo miembro de rotación es un as. Anaheim
encontró en eso una solución hacia finales del calendario, ante los problemas
reiterados del novato venezolano José Suárez, cuyo rendimiento mejoró cuando
empezó a lanzar después de un opener.
Otra razón se la vimos por primera vez a Craig Counsell,
hace un año. Matt Carpenter estaba encendido, era el mayor peligro de la
alineación de San Luis, jonronero y primer bate. Aquella tarde, Milwaukee usó a
un zurdo situacional para empezar el duelo. Mike Schildt, piloto de los
Cardenales, respondió con un lineup derecho, después del zurdo Carpenter. Pero
el situacional fue retirado después de poner out al slugger, dando paso a un
relevista largo ¡y derecho!, que amarró a sus oponentes en las siguientes cinco
entradas y allanó el camino a la clasificación de los Cerveceros. En la guerra
de estrategias, Shildt falló al no prever que había diseñado un orden ofensivo para
un monticulista que únicamente estaría un out sobre la loma. Cayó en la trampa.
A Tampa Bay le ha funcionado la apuesta especialmente por
responder a una tercera razón. Si se tiene un bullpen nutrido y dominante, como
lo es el joven cuerpo de bomberos de los orientales, es posible usar cinco o
siete tiradores que suelten rectas sobre 95-98 millas por hora, cambiándole a
cada bateador la receta, el repertorio y el movimiento de los envíos en cada
turno que vaya al plato. La era del relevo corto, que tiene décadas, aplicada
radicalmente de principio a fin.
Para eso, claro, es necesario contar con los hombres. Casi
todos los clubes tienen un bullpen A y otro B. Al primero le toca defender las
pizarras cerradas y al segundo le tocan los duelos abiertos. Para aplicar esta
receta, se requiere que todos los apagafuegos sean de categoría A, como pasa
con los Yanquis, los Indios y, por supuesto, los Rays.
Lo sucedido en ese cuarto tope contra los Astros resultó
paradigmático. La novena más pequeña comenzó ante el súper favorito con un
cerrador sobre el morrito, Emilio Pagán, y al final del choque, cuando hizo
falta un zurdo dominante para terminar el cotejo, llegó el abridor de mayor
estatus en la divisa, Blake Snell, ganador del premio Cy Young en 2018.
Que el último out fuera, además, con un rodado por el medio
que antaño hubiera sido hit, es decir, que un exitoso ajuste defensivo
completara la jornada, le puso toque de aplauso a la última victoria de Cash en
este campeonato.
El beisbol moderno es otra cosa. Todo en la vida evoluciona.
Pompeyo improvisaba con lo que tenía a mano, en un tiempo en el que no había
tecnología de punta en los diamantes ni existían estos filones estadísticos que
ahora se descubren. Sus herederos también improvisan con el mismo objetivo:
ganar a como dé lugar. Así han cambiado el juego, como en su momento lo cambió Pompeyo.

Columna publicada en ElNacional.com, el sábado 12 de octubre de 2019.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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