La victoria de Los Ángeles 8 carreras por 3 llevó atada consigo una serie de detalles que sugieren cuál puede –y debe– ser el desenlace de este Clásico de Otoño, al que Tampa Bay llegó con la etiqueta de aspirante frente a un favorito casi unánime
Por Ignacio Serrano
ElEmergente.com
El primer golpe de los Dodgers, este martes, es un aviso claro y fuerte de lo que posiblemente está por suceder en la Serie Mundial.
Los Rays no son un equipo débil. Ganaron el banderín de la Liga Americana en buena lid, derrotando escuadras competitivas, como los Azulejos, los Yanquis y los Astros. Pero este juego, iniciado por Clayton Kershaw y remachado por los jonrones de Cody Bellinger y Mookie Betts, expone muchos más mensajes que su mero resultado de 8 carreras por 3.
Únicamente una divisa en todo el beisbol ha sumado más triunfos en esta campaña que Tampa Bay. Y sí, esa única excepción es Los Ángeles, con algunos agravantes: que los californianos creen en la misma filosofía que sus rivales, por ejemplo, y que construyen sus aspiraciones sobre el buen pitcheo y la mejor defensa, mejores incluso que los de su adversario actual.
A esos aspectos se añade el más peligroso para los floridanos: este club que dirige Dave Roberts, que conoce y practica casi todos los secretos de su colega Kevin Cash, tiene el segundo mayor presupuesto de las Grandes Ligas, lo que le permite, también, contar con las súper estrellas que los orientales no tienen, para imponerse mediante la sabermetría o a través del modo tradicional.
Una de esas figuras notables es Clayton Kershaw. En el duelo de buenos abridores, el zurdo de los californianos llenó a sus oponentes de swings fallidos en pitcheos que pasaron por la zona de strike. Casi imbateable.
Hizo una de sus mejores presentaciones en el Clásico de Otoño. Repartió ocho ponches y apenas un boleto, con dos hits. De no haber sido por el jonrón solitario de Kevin Kiermaier, se habría ido a las duchas con seis innings en blanco.
La curva de Kershaw funcionó. La recta también. Mejor todavía, funcionaron sus nervios y el dominio en estas instancias, que a veces le ha faltado.
También funcionó el lineup de los esquivadores. Tyler Glasnow golpeó el plato con rectas cercanas a las 100 millas por hora y soltó buenas curvas, también. Pero ya en el cuarto perdía 2 por 0, cuando Bellinger la puso en las gradas con Max Muncy en circulación.
La debacle llegó en el quinto, con el peor aviso posible para Cash y los suyos. Las cuatro rayitas de ese acto explotaron a Glasnow y expusieron al bullpen, que demostró allí, y en el sexto tramo, cuadrangular de Betts incluido, que contener a la alineación de los azules va a ser realmente cuesta arriba.
No de balde los Dodgers son el elenco que más anotaciones por encuentro ha sumado en 2020, casi seis por compromiso. Antes de disputar el último tercio del duelo, ya ganaban 8 por 1 y habían asegurado el resultado en el Globe Life Field.
Los Rays todavía tienen mucho que decir. No se barre sin razón la Liga Americana, como ellos hicieron. Este miércoles van con su as, Blake Snell, y son una máquina de jugar buen beisbol.
Pero Los Ángeles casi parece una kriptonita para Tampa Bay. Esos 10 hits, incluyendo 4 extrabases, recuerdan que los de Roberts atacan de muchas maneras distintas, a diferencia de los de Cash, que desde julio han fabricado tres cuartas partes de sus carreras mediante vuelacercas.
Ante esa fórmula se enfrenta el mejor pitcheo colectivo y la defensiva con más alcance del beisbol.
A los floridanos se les gana jugando a la perfección. Y este primer golpe demuestra que los Dodgers pueden jugar así, y hacer mucho daño en el camino.
Ignacio Serrano
