EL EMERGENTE. La fórmula de Caribes y el secreto del éxito en la pelota venezolana

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano

Esta es una verdad repetida por aficionados y medios de comunicación: no ha habido escuadra más exitosa que Caribes en la última década de la LVBP. Y seguimos contando. Ni siquiera Cardenales se le equipara, a pesar de sus dos coronas y sus tres subcampeonatos en los últimos cinco años. Porque la tribu tiene ya 11 ediciones positivas ininterrumpidamente, incluyendo también dos cetros en los últimos cuatro torneos.
La fórmula del éxito de Anzoátegui parece más o menos clara: ha consolidado un grupo de jugadores veteranos, siempre dispuestos a jugar, con una hábil dirección desde la oficina y adecuada conducción en el terreno. Cambios bien ejecutados y algunos jóvenes de la propia granja completan, grosso modo, la propuesta que viene aplicando la divisa oriental.


Buena parte de ese libreto da respuesta al resultado del campeonato 2020-2021, en el que los indígenas regresaron a la final y se desquitaron ante los pájaros rojos. Pero hubo desafíos adicionales y el reforzamiento de premisas que bien harían en seguir otros conjuntos que aspiran a ser ganadores en la pelota invernal.

No es fácil hacer un análisis de las luces y sombras de cada equipo en la campaña finalizada hace semanas cuando se trata de un conjunto que pareciera tener únicamente virtudes. ¿Cómo hablar de este club sin edulcoramientos? Queda, eso sí, su malogrado paso por la Serie del Caribe, que motivó un análisis distinto que enfoqué en su momento.
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El fanático promedio quizás no sospeche que Caribes debió superar escollos delicados, que amenazaron con hacer naufragar la curiara antes de empezar a cruzar el río.
Muy temprano, tras caer el último out de la final anterior, comenzaron los problemas. Alexi Amarista llevó a los medios de comunicación su queja contra el entonces manager Jackson Melián y al poco se le unió Gorkys Hernández contra los dueños. De pronto, dos referentes del roster plantaban cara al piloto, uno, y a los accionistas, los dos.

La oficina tribal trató durante meses de ejercer el control de daños, mientras escuchaba propuestas de elencos interesados en aprovechar los mangos que colgaban a baja altura del árbol. Obviamente, el valor de esas dos figuras había caído en picada, porque los posibles compradores sabían de sus públicas exigencias y, por otro lado, algunos conjuntos prefieren no sumar a personal con ese tipo de antecedentes, a fin de evitar su repetición una vez que cambien de uniforme.

Mientras eso pasaba, ocurría otra diatriba que muchos menos conocieron. A lo interno, una parte de la directiva apostaba por repetir a Melián, mientras la otra prefería hacer bueno el contrato con Ramón Borrego, ese pacto que el veto transitorio de la MLB había hecho imposible.
Es curioso que en tan tormentoso panorama –y ciertamente lo era– en Caribes pudieran evitar que el resto del roster se contagiara de ese aire tumultuoso y de rebelión. Sobre todo, porque Amarista y Hernández fueron enviados a Cardenales y Tigres justo antes del Día Inaugural, y el asunto del piloto estalló poco después, en plena ronda eliminatoria.
Podríamos personalizar la solución de la crisis señalando la mano de Samuel Moscatel, el gerente general. Y es cierto que Anzoátegui le debe mucho durante esta carrera que suma ya 11 campeonatos. 
Pero el ejemplo aplica mejor cuando no hay nombres ni apellidos, sino referencias institucionales: el gran logro de los orientales ha sido contar con un ejecutivo que sabe lo suyo, que trabaja tanto el corto como el largo plazo, que se ha rodeado de colaboradores que también cumplen y que, entre todos, siguen un plan establecido, aplicando su ley en las buenas y en las malas, haya sol o haya lluvia, esté el equipo en la punta o se encuentre peleando por dejar el último lugar.
Esta escuadra pasó por momentos así durante la última eliminatoria. Poco antes de salir Melián y asumir el cubano Mike Álvarez, de hecho, los Leones apretaban en la tabla de posiciones y los aborígenes parecían a punto de desmoronarse, acercándose peligrosamente a los .500 en el standing. Eso, con un formato donde solo entrarían dos por división, había encendido las luces de emergencia, aunque con una discreción que engañó a casi todo el mundo.
Álvarez probó ser un estratega formidable para esta liga. Cuando arreció la lucha, dirigió como solo le habíamos visto hacerlo a Buddy Bailey. No repitió ese guion en la Serie del Caribe y quizás por ello su fracaso, aunque tendrá siempre la excusa de que en la cita regional el roster es de apenas 28 hombres y no se puede manejar al grupo con la agresividad de la LVBP.
Poner al antillano en el mando resultó una movida brillante, a la que quizás le deban el cetro. Pero también lo fueron los tres cambios ejecutados en el mercado de peloteros.
Los anzoatiguenses no temen hacer canjes. Lo más meritorio, sin embargo, es cerrar acuerdos a los que se está obligado, por descontento de sus jugadores, y aún así sacar un rédito decisivo. Amarista pasó a Aragua y a cambio llegaron el pitcher David Martínez y el prospecto Kevin Vicuña. Hernández se fue a Lara y a cambio llegaron el lanzador Andrés Machado y el joven Diego Castillo. Y además, el receptor José Godoy fue a parar a las Águilas a cambio del jardinero Herlis Rodríguez.
Martínez y Machado sirvieron para potenciar un cuerpo de monticulistas que hoy tiene una profundidad de la que antes carecía, gracias a los movimientos realizados para pescar veteranos por esta vía o por la agencia libre. Rodríguez fue figura en el lineup apenas se recuperó de una apendectomía y siguió así hasta la Serie del Caribe. Vicuña y Castillo quedaron como apuestas para el mañana. ¿Podía haberles salido mejor? No.
Todo esto acompañó la política que muy bien han aplicado en Puerto La Cruz, donde han hecho sentir como en casa a toda una generación muy competitiva, que va desde el capitán Niuman Romero hasta el bigleaguer Willians Astudillo, pasando por Balbino Fuenmayor, Luis Sardiñas y tantos más.
Tenerles contentos, con un clubhouse e instalaciones que son de Grandes Ligas; sin diferencias públicas en cuanto a salario y trato; hacer que no solo deseen, sino que se empeñen en reportarse cada año, formando una generación sólida y compacta, ha sido la razón primordial del éxito. Recuerda en algo el camino seguido recientemente en Barquisimeto, con Cardenales, o tiempo atrás en Maracay, en la época de Rafael Rodríguez Rendón y la dinastía tigrera.
Todo esto es lo que ha hecho que Caribes pasara de no tener pitcheo criollo, cero, en absoluto, a haber resuelto gradualmente ese aspecto, hasta convertirlo en la relativa fortaleza que es ahora, lo que marca un ejemplo a seguir por divisas urgidas en este aspecto, como Leones, Tiburones y Águilas.
Todo esto, combinado, también ha hecho que la tropa oriental sea protagonista en los playoffs temporada tras temporada.
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Sí, todo luce auspicioso en Anzoátegui, por lo visto. Pero ojo, que también hay peligros a la vista. El más evidente, ahora mismo, es el riesgo de convertir en manager a tiempo completo al cubano Álvarez, lo que probablemente va a suceder, con la consecuente posibilidad de perderlo como coach de pitcheo, un área en la que ha sido fundamental en todo este proceso.
Eso, siendo sinceros, luce manejable. Bailey fue piloto y en cierta medida instructor de lanzadores –al menos en el manejo de cada juego– en sus tiempos con Aragua. Es un problema que no necesariamente tendría que pasar del papel a la práctica.

Más seguro es el desgaste de la generación actual. El tiempo es inexorable para todos, pero en el deporte de alta competencia lo es más. ¿Cuándo será la hora de renovar, y de qué modo podrá hacerse sin perder competitividad?

Ese es el dilema que enfrentan todos los equipos que, como Caribes, pasan largo tiempo en la cresta de la ola gracias a un mismo grupo de guerreros. 
Al menos hasta ahora, a 11 años de empezar la buena racha, esta novena ha sabido dar respuesta adecuada a esa interrogación.
Ignacio Serrano

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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