Por Ignacio Serrano
El novato dominicano Yermin Mercedes fue la sensación en el primer mes de temporada en la MLB.
Mercedes, inclusive, fue hasta mediados de mayo uno de los mejores bateadores de la Liga Americana y de todo el beisbol. El autor del jonrón más largo del torneo. Una fiesta inesperada.
Se especuló –ya sabemos que demasiado temprano– con la posibilidad de verle pelear en septiembre por el título de bateo y hasta por el premio al Jugador Más Valioso.
Fue la historia más agradable en esas semanas iniciales del torneo. Un ejemplo de logros y superación personal.
Mercedes fue noticia nuevamente este viernes, pero por motivos muy diferentes a aquellos que le pusieron en las primeras planas de todos los medios escritos.
Los Medias Blancas de Chicago, el equipo que parecía haberse sacado la lotería con el receptor quisqueyano, anunciaron su salida del roster activo y su envío a las Menores.
Mercedes ya no está en las Grandes Ligas para servir de estímulo aquellos que creen que es posible salir de la nada, vencer obstáculos y demostrar que con talento y determinación se pueden cumplir todos los sueños.
Y es imposible no pensar que el responsable principal en este giro brusco de los acontecimientos es nada menos que Tony La Russa, el manager de los patiblancos, el hombre que estaba llamado a cuidar de su pupilo, ese que en una desdichada anoche decidió lanzar a su muchacho debajo del autobús.
Mercedes tenía promedio de .364 el 17 de mayo y era visto como un candidato perfecto para el Novato del Año. Ese día descargó un soberbio jonrón, otro más, ante un envío del venezolano Willians Astudillo.
Hizo lo que de él se esperaría en casi cualquier circunstancia. Pero La Russa es un piloto de la vieja escuela, que considera válida una tonta regla no escrita, según la cual, en juegos muy abiertos, no se debe hacer swing en cuenta de tres bolas y ningún strike.
Si el estratega le ordenó tomar un pitcheo o no, es lo de menos. Ha podido regañarlo luego en su oficina y ordenarle nunca más desatender una señal de la cueva. En cambio, declaró a la prensa después del choque que era reprochable su conducta y que no estaría mal si al día siguiente sus rivales, los Mellizos de Minnesota, decidían ejercer retaliación.
Ya sabemos qué retaliación se estila entre los seguidores de la vieja escuela. Mercedes, según su propio manejador, era merecedor de un pelotazo como castigo a su deseo de ser mejor, si los supuestos ofendidos decidían cobrar venganza.
También recibió una lluvia de manifestaciones favorables de sus propios compañeros, desde el campocorto Tim Anderson hasta el as Dylan Cease.
Si fue decisivo ese momento o no, jamás lo sabremos. Pero los hechos muestran que a partir del día siguiente y hasta este jueves Mercedes batería para .150, solamente.
El recluta que cosechó aplausos, el muchacho que fue despedido por su anterior organización, el catcher sin espacio para ser el receptor en la Ciudad de los Vientos, que se abrió paso como designado a fuerza de tablazos y voluntad, simplemente dejó de batear.
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El dominicano asegura que La Russa no fue el responsable de su desgracia. Era de esperarse. Vieja o nueva escuela, lo conducente en el beisbol es bajar la cabeza, ir a Triple A y hacer méritos para volver a ganarse una promoción. Pero es imposible no relacionar una cosa con la otra.
Al final de la historia puede incluso que el veterano timonel sea inocente de esta caída en desgracia. Pero el drástico bajón seguirá unido a su innecesario regaño público, sea leyenda urbana o realidad.
Mercedes comenzó esta temporada de la MLB dando hits en sus primeros ocho turnos y protagonizando una historia encomiable. Hoy está en Triple A, rumiando su mala hora y soñando con poder regresar.
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Publicada en El Planeta de Boston y El Tiempo Latino de Washington, el viernes 2 de julio de 2021. Aquí la nota original.
Ignacio Serrano
Pobre manera de manipular una noticia… El único responsable de su desgracia es ese pelotero inmaduro