Miguel Cabrera fue centro de un pequeño, pero significativo homenaje este viernes, en el Comerica Park de Detroit. En una ceremonia que la afición de los Tigres ansiaba ver desde hacía una semana, volvieron a sonar en vivo los aplausos por el jonrón 500 que el astro venezolano consiguió el 22 de agosto en la MLB.
La esposa de Cabrera, Rosángel, y sus hijos Christopher e Isabella, participaron gozosos del acto, desvelando en los bleachers del jardín izquierdo el número mágico del medio millar.
Fue un momento mágico que duró dos minutos, mientras Steven Matz, el pitcher que sirvió el histórico estacazo en Toronto, presenciaba todo sobre la lomita, esperando volver a medir fuerzas con el slugger nacido en Maracay.
Una segunda celebración del mismo tenor le espera a Cabrera. Junto al cambiante cartel que lleva la cuenta de sus vuelacercas está ese otro que marca cuántos batazos le faltan para completar los 3.000 hits. Esa es la cifra por la que con más fruición esperan sus parciales.
Los 3.000 imparables completarán la placa que le espera en Cooperstown. No pareciera que los necesite ya, para tener un sitio asegurado en el Salón de la Fama. De todo modos, llegará a ellos, en este septiembre o el próximo abril, si la salud se lo permite.
Pero hay otro conteo regresivo del que se habla poco, casi nada, y tiene igual o mayor significación que aquellos dos. Es uno que no está en las paredes del Comerica Park, pero que permite abarcar la grandeza como bateador de Cabrera en las Grandes Ligas.
El inicialista de los Tigres llegó al fin de semana con solo un puñado de empujadas por detrás de las 1.800 carreras remolcadas en el Big Show.
La rayita que llevó a casa este viernes, para empatar el juego contra Matz y los Azulejos de Toronto, no solo allanó el camino de la victoria de Detroit. También le permitió sumar 1.787 impulsadas en la MLB.
Hay menos bateadores sobre 1.800 producidas (21), que con 500 jonrones (28) o 3.000 hits (32).
Cada uno de los integrantes de ese club son leyendas reconocibles por prácticamente la totalidad de la afición. Son apellidos míticos: Ruth, Aaron, Pujols, Bonds, Anson, Gehrig, Cobb, Foxx, Musial, Mays, Ott, Yastrzemski, Williams, Griffey, Simmons, Winfield, Palmeiro, Murray, Robinson…
Incluso los otros dos apellidos hispanos allí presentes, que se repiten con harta frecuencia en la Gran Carpa, son únicos cuando se les acompaña del sobrenombre que hicieron celebres. Porque Ramírez y Rodríguez hay muchos. Pero, a secas, solo ha habido un Manny y un A-Rod.
Las 1.800 empujadas no tendrán, posiblemente, una fiesta tan merecida como la de esta vez. Los Tigres seguramente esperarán a que corone las 2.000, esa meseta donde únicamente habitan cinco extraterrestres, que Cabrera podría amenazar en 2023 y quizás lograr en 2024, en caso de conseguir un año más de contrato y desear mantenerse en acción.
La próxima ceremonia, pues, será la de los 3.000 indiscutibles, uno de los registros más icónicos del beisbol. ¿Y cuándo sucederá?
Una simple proyección de lo hecho por él en 2021 sugiere que apenas le quedan 24 indiscutibles por conectar este año. Eso le dejaría con 2.983.
Pero una proyección más real es esa que supondría de Cabrera un rendimiento semejante al ritmo mostrado desde el 5 de junio. Fue entonces cuando salió del sufrido slump que afectó sus números entre abril y mayo. En ese caso, bateando para .294 (el average que ha puesto desde entonces) y con el mismo ritmo de días libres, le restan unos 30.
Ese mismo cálculo, cerca del Juego de las Estrellas, le ponía rumbo a 2.995 cohetes para cerrar la temporada. Pero tendría que batear para .305 desde el 5 de junio a fin de que se cumpla. La nueva proyección le coloca rozando 2.990.
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Si tiene un remate vigoroso en el último mes de acción, que está por comenzar, Cabrera obligará al departamento de protocolo de los Tigres a organizar un nuevo evento a finales de septiembre. De lo contrario, en abril habrá doble fiesta. Porque, con buena salud, llegará a los 3.000 como regalo anticipado al día 18, cuando soplará las 39 velitas en su pastel de cumpleaños.
Por Ignacio Serrano
Publicado en El Tiempo Latino, de Washington, y El Planeta, de Boston, el viernes 28 de agosto de 2021. Aquí el original.