EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

¿Quién vio venir ese cambio entre Cardenales y Leones? Dos shortstops jóvenes, ambos muy bien vistos en el sistema MLB, llamados a ser titulares algún día en las Grandes Ligas. ¿Cuántas veces hemos visto canjes así en la LVBP?

Oswald Peraza pasó al Caracas. Es el prospecto número tres de los Yanquis de Nueva York. Andrés Giménez pasó al Lara. Fue el prospecto número uno de los Mets de Nueva York, antes de dar el salto a la Gran Carpa.

¿Qué buscan ambos equipos, al hacer esta transacción? Y sobre todo, ¿por qué la llevaron a cabo?

Lo último es más fácil de responder.

Peraza causaba verdadero entusiasmo en los pájaros rojos. Ya había jugado en Venezuela. Siendo apenas un muchacho, se estrenó en la temporada 2020-2021. Los Yanquis le dieron permiso entonces y volvieron a dárselo para la 2021-2022. Pero aunque tenía el visto bueno de su organización en el norte, el barquisimetano no se presentó al estadio Antonio Herrera Gutiérrez.

Al menos dos motivos pudieran estar detrás de su decisión. El oficial, que manejan en la oficina, es que prefirió entrenarse por su cuenta y fortalecerse con vistas a esta nueva campaña del Big Show, que puede ser su primera en la Gran Carpa. La segunda, que quizás impulsó la primera, es que no tenía garantía de jugar a diario en el shortstop.

El veterano Juniel Querecuto había anunciado su vuelta, luego de un año fuera por lesión. Así que después de una o dos semanas de calendario, las paradas cortas iban a ser para él.

Peraza no dijo presente. Su lugar en el roster inaugural lo ocupó Jermaine Palacios. Y Palacios tuvo que mudarse a la antesala, incluso al left, cuando llegaron los dueños de esas posiciones. Eso sí, en el camino demostró sus notables condiciones, pulió sus habilidades, aprendió a jugar bajo la presión que significa hacerlo en el Caribe. Y terminó siendo el Novato del Año de la LVBP.

Al Cardenales probablemente le seducía la idea de tenerlo a bordo en esta última justa, probablemente como suplente. Y probarle como jugador de todos los días en la 2022-2023. Su manager aquí, Carlos Mendoza, es su futuro coach de banca allá, en Nueva York. Era el panorama perfecto.

Pero no es perfecto el panorama que no incluye la posibilidad de tener al pelotero en el clubhouse. No se ganan juegos con nombres escritos solamente en hojas de Excel.

Aquí es donde apareció la circunstancia que permitiría una apuesta a los crepusculares. Y de paso, a la gerencia caraquista.

Porque los melenudos tenían un caso parecido en Giménez. Joven y de gran talento, necesitado de jugar en un circuito que le permita dar un paso adelante en su maceración, pero también ausente. Y es que el alto mando de los Leones trató de convencerle durante dos años, sin conseguirlo.

Las motivaciones de este otro caso son, aparentemente, diferentes. La respuesta del torpedero era negativa por razones familiares. Hace dos campañas dijo no, porque había que jugar en burbuja y habría pasado los dos o tres meses de acción lejos de su casa, como si siguiera en Estados Unidos. Y en este nuevo campeonato, ya sin burbuja, acaba de tener un bebé y no quería estarse la mayor parte del tiempo lejos de su familia, que vive en Barquisimeto.

Como se ve, no estamos ante jugadores rebeldes, que se niegan a defender a su equipo original por motivos que pudieran causar inquina. Y en medio de esas causas y azares, se cruzaron las miradas de Leones y Cardenales.

Fue así como se gestó el cambalache. Si Giménez quiere estar cerca de los suyos, es más probable que juegue si su nuevo equipo tiene base en la capital larense, donde viven los suyos. Y si Peraza desea jugar a diario y en el short, como requisito para reportarse, pues en la capital tendrá lugar abierto para lo uno y para lo otro.

Es casi como un matrimonio bien avenido. Uno del que ambas partes pueden sacar beneficios.

La duda a despejar ahora es saber quién sacará mayor provecho. Porque hay condicionantes

Ambos casos tienen un riesgo enorme: es posible, aunque no sea del todo seguro, que en un día cercano Giménez sea el campocorto titular de los Guardianes de Cleveland y Peraza lo sea de los Yanquis.

Si tales cosas ocurren –y tienen el talento para eventualmente conseguirlo– su presencia en la LVBP será de corto aliento. Una, y quién sabe si dos temporadas, y ya.

Por supuesto que hay matices. Y ahora mismo Giménez pareciera ser el que está más cerca de Venezuela, a pesar de ser el que no ha debutado en el circuito invernal.

Los Indios de Cleveland le rotaron el año pasado entre segunda, el short y Triple A. Ahora como Guardianes, parecen inclinados a dejar que el dominicano Amed Rosario se quede como el campocorto de todos los días.

El quisqueyano bateó más que él en las Mayores. Porque el venezolano, aunque rozó los .300 en las Menores y hasta sacudió 15 jonrones en total, no ha podido poner promedios atractivos arriba.

Mientras Giménez no encuentre su lugar ni logre un estatus estelar en la MLB será más factible verle en la LVBP. Y puede que en octubre el panorama sea diferente, pero en este instante esa circunstancia es la que es. Hoy parece posible que a finales de año tenga pocas restricciones.

Algo semejante ocurre con Peraza. Mientras los Bombarderos del Bronx tengan la necesidad de desarrollarle, puede que le vuelvan a dar el permiso. Hasta ahora no se lo han negado.

¿Que eso puede cambiar pronto? ¿Que el caso de Gleyber Torres debería servir de ejemplo? Sí y no. Torres estaba listo para jugar en la 2017-2018, pero los Yanquis no quisieron que su regreso después de la Tommy John fuera en Caracas. Y luego de eso vino su primera gran campaña en Nueva York, lo que le convirtió en estrella y en figura inaccesible para los melenudos.

El plan de esa organización con Peraza es tenerle en Triple A por buena parte de 2022 y subirlo si repite su gran cosecha. No han contratado un shortstop como agente libre, pensando, al parecer, en la posibilidad de que él o el también prospecto Anthony Volpe se conviertan en la solución de largo plazo.

Así que estamos ante dos jóvenes muy bien considerados por los scouts, que pueden brillar en Venezuela y de quienes se esperan grandes cosas en el Big Show. Ahora mismo, es plausible que podamos verles con Cardenales y Leones en la venidera justa. Y a partir de allí, será cuestión de cruzar los dedos. Pudieran terminar convirtiéndose en utilitys de profesión, en versiones más jóvenes de Ildemaro Vargas o Wilfredo Tovar. O podrían consolidarse como estrellas de las Grandes Ligas y ya no regresar. El tiempo dirá.

Ignacio Serrano

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