Por Ignacio Serrano
El juego entre Venezuela y República Dominicana debió terminar en nueve innings, con victoria 7 carreras por 6 para el Magallanes sobre los Gigantes del Cibao. Eso, claro, en caso de haber hecho su trabajo los umpires.
Ojo, que no hablamos de un error de apreciación. La Serie del Caribe ha estado llena de inconsistencias arbitrales, debido al factor humano y a las amplias diferencias entre las seis ligas participantes. Eso es normal y hasta plausible.
Grave, en cambio, es lo sucedido este martes por la noche en el estadio Quisqueya. Porque algo así, en un juego de eliminación o en la mismísima final, habría dejado una marca imborrable en esta edición de la competencia.
Repasemos los hechos:
Venezuela ganaba 7 carreras por 6 en la parte baja de octavo tramo.
Gustavo Núñez corría en segunda base, sin outs, al entrar como emergente por Jordany Valdespín. Este último había bateado un doblete para comenzar el episodio, poniendo en la intermedia la potencial rayita del empate.
Entonces Richard Ureña tocó la bola, para sacrificarse. El catcher Francisco Arcia tomó la pelota y disparó rápidamente a tercera. El antesalista Niuman Romero tocó a Núñez y ambos quedaron tendidos. El árbitro sentenció quieto.
Hasta aquí, todo normal. La ubicación del hombre de negro no era la más adecuada para el ángulo de la jugada, como quedaría probado en las repeticiones. Pero no fue su error. Estaba parado donde le correspondía en ese momento.
El beisbol introdujo el uso de repeticiones televisivas para corregir estos episodios desafortunados. Nada puede hacerse todavía con las sentencias de bolas y strikes, pero sí con una acción cerrada entre las bases. Basta con revisar la historia que cuentan las pantallas. Si son suficientes tomas, habrá al menos una que permita tener una apreciación clara, generalmente indiscutible y en cámara lenta.
Romero pidió la revisión. La banca de Venezuela también. Y dos umpires fueron a constatar lo que evidenciaba la TV.
La transmisión original de República Dominicana no podía tener más recursos. Genial. Una cámara detrás del home, en picado, dio la toma original. Y el director de inmediato ponchó las demás, en un alarde de habilidad. Cámara del center. Cámara detrás de primera y luego otra ubicada en la caja de la antesala. Una cámara en picado detrás del home, pero un poco a la izquierda. Otra en la caja de los fotógrafos, pero en la inicial. Cámara del left…
Fueron 40 segundos exactos. Entonces, los umpires se dirigieron a los protagonistas y ratificaron el safe.
Justo cuando lo hacían, entraba la última repetición, la única que permitía ver si realmente Núñez había evadido el toque de Romero. Y esta mostró claramente el out. En corredor se mantuvo unos 20 o 30 centímetros fuera de la almohadilla mientras era tocado por el defensor. ¡Vaya, es que la jugada terminó y el dominicano seguía fuera de la base!
El árbitro de tercera no podía verlo bien, porque el propio corredor se interponía en su visión. Pero lo que resultó increíble fue que los umpires que salieron a revisar la acción no esperaran a constatar todos los ángulos. Decidieron ratificar el quieto antes de terminar el obligatorio repaso.
Eso sí es un fallo grave.
En la transmisión original queda claro esto. Los propios narradores de la TV dominicana, covencidos del safe, cambian drásticamente de posición cuando el director poncha la cámara detrás de tercera. Y justamente en ese momento se oye al público de fondo, celebrando. Porque ya los umpires habían salido, habían abierto los brazos y el coach Russell Vásquez había sido expulsado por su inmediata reacción.
Para echar sal en la herida, los mismos que se equivocaron tan gruesamente también expulsaron al receptor Arcia, por protestar. Todo mal.
Núñez terminaría anotando. Pero si hubiera sido el primer out, Magallanes y Vicente Campos habrían sacado el cero. El choque habría terminado sin extrainning, con victoria para Venezuela 7 por 6.
Errar es de humanos. Y porque el beisbol quiere reducir al mínimo ese margen de error, instituyó las revisiones arbitrales con apoyo de la TV.
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El fallo aquí fue otro. Fue decidir con premura, sin haber esperado a todas las tomas. Casi podría decirse que fue un exceso de confianza, incluso dejadez. ¿Qué habría sucedido si se tratara de un juego de eliminación? ¿Qué historia estaríamos contando hoy, si hubiera sido la final?
Esa última tiene que ser la lección. Precisamente porque los umpires no son infalibles es que están obligados a recordar más que nunca que una mala aplicación del procedimiento puede causar una injusticia mayúscula, una injusticia que le cueste el torneo a un equipo que merecía la victoria. Y esa mancha arbitral, si sucede en un juego de vida o muerte, no habría manera de quitársela a la Serie del Caribe.
(Ignacio Serrano)
Desde la dirección del grupo arbitral, en la Serie del Caribe, deben hacer consideraciones, para evitar desaguisados. La verdadera justicia, corroborada por la repetición, no debe ser acto veloz. Con paciencia, unos segundos más de observación, les habría ahorrado la vergüenza de un fallo garrafas.