EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Águilas y Leones cerraron hace días el primer cambio de peloteros en esta temporada 2022-2023 de la LVBP. Y luego de dar la noticia, tras leer la exposición que hicieron los gerentes de ambos equipos, toca analizar los argumentos y motivos, y tratar de precisar cuánto gana y cuánto pierde tanto Zulia como el Caracas.

El canje apunta en direcciones muy diferentes para cada uno de los involucrados.

Para los rapaces se trata de conseguir ayuda inmediata. Los dos peloteros adquiridos entraron de inmediato al roster y pueden ser de gran valía, especialmente el infielder César Valera. Los capitalinos, en cambio, pasarán un buen tiempo antes de poder darle un vistazo a sus dos adquisiciones, pues son muy jóvenes. Hasta entonces, es posible que la afición diga que los melenudos perdieron en esta transacción.

Puede que decir eso sea justo, puede que no. Después de todo, cada cambalache puede evaluarse por lo menos en dos tiempos. A corto plazo es el más evidente: el impacto que los jugadores en cuestión causarán en sus nuevas novenas. Pero es a largo plazo cuando puede hacerse el balance definitivo. Y por supuesto, eso requiere paciencia y espera.

Las Águilas ganan a corto plazo, obviamente. Valera fue muy bienvenido en Maracaibo, ante las importantes ausencias de estos días en el infield. Desde Alí Castillo hasta Osleivis Basabe, muchos son los jugadores del cuadro que aún no han llegado al Luis Aparicio.

El pitcher Alejandro Chacín es una apuesta interesante como añadido en el cambio. La pregunta con él es básicamente una: ¿está saludable? Por problemas físicos dejó de ser una presencia constante en el bullpen de los Leones. Pero acaba de lanzar en la Atlantic League, con buena relación de ponches.

Chacín llegó a ser grandeliga. Tiene talento y aún es relativamente joven, con 29 años de edad. Zulia quiere probarlo de inmediato. Pero si está sano, todavía tendrá pendiente un segundo desafío: tirar strikes.

Porque el control a veces le ha jugado malas pasadas. Y eso tuvo peso para que quedara rezagado en la lista de prioridades de los Leones. No fue una pieza instrumental en los últimos torneos y había opciones en el bullpen antes que él.

Lo mismo ocurría con Valera. Jóvenes como el grandeliga Lenyn Sosa y hasta los jardineros Alexfri Planez y Leandro Cedeño le cerraban el paso en el cuadro y los jardines en esta oportunidad. Sin ellos, vio mucha acción en la 2021-2022 y ciertamente rindió. Con ellos a bordo, estaba condenado a ver muy poca actividad.

En Maracaibo ya empezó a jugar, por supuesto. Hacía falta. Y ese staff de pitcheo también tiene flecos que un Chacín de vuelta a sus viejos tiempos ,puede ayudar a remendar, si es que logra recuperar aquella vieja forma de antaño.

Así que las Águilas obtuvieron auxilio inmediato. Bien por ellas.

A cambio llegaron al Universitario dos muchachos con buenos números en categoría Novatos, pero con una enorme interrogante en cada caso.

Roismar Quintero es uno. Tiene 19 años de edad y dos torneos de experiencia en el sistema MLB. Es outfielder y parece bueno. Ha enseñado contacto, disciplina en el home y algo de fuerza, como dicen sus promedios de .290/.361/.456. Tiene un brazo poderoso y quizás pueda llegar a adaptarse al jardín central. Quizás.

Junior Flores es el otro. Cumplió los 20, ha mostrado capacidad ponchadora y tiene 2.28 de efectividad como relevista en el campo profesional.

Vistos así, en la frialdad de los números, parecen un buen retorno. No sabemos si Quintero desarrollará habilidad entre las bases y si su poder será una realidad a largo plazo. Hace falta ver, también, si Flores puede domeñar el descontrol que le aqueja junto a sus muchos ponches. Pero es normal plantear dudas en estos casos.

La mayor interrogante, sin embargo, es también la más obvia. Si aquellos registros hubieran sucedido en Doble A, Caracas tendría las de ganar en la teoría de esta transacción. Porque un pelotero en Doble A está listo para ayudar en la LVBP y ha pasado por el filtro de cuatro o cinco torneos de experiencia en las Menores.

El problema, claro, es que Quintana y Flores no han ido más arriba de Novatos. El jardinero, incluso, no ha salido de la Dominican Summer League. El margen de error es muy grande aquí, porque el camino que les queda es todavía muy largo.

¿Significa esto que el Caracas perdió con este cambio? No necesariamente. José Ascanio, por ejemplo, llegó en un pacto anterior cuando era nadie, apenas un desconocido muchacho, y con el tiempo se convirtió en una referencia del pitcheo caraquista.

Lo que significa este análisis es que las Águilas salen mejor paradas con vistas a la actual campaña y posiblemente la venidera. De eso no hay dudas. Y los Leones deberán esperar. Solo dentro de tres o cuatro años sabremos si al menos uno de estos chicos –o los dos, mejor que mejor– puede evolucionar hasta ser de ayuda en futuras ediciones de la LVBP. Lo discutiremos de nuevo, entonces.

(Ignacio Serrano)

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