EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Una semana ha transcurrido desde que los Tigres de Aragua remecieran el roster y la oficina del manager, en busca de un revulsivo que les permita salir del túnel. Ya va siendo tiempo de darle un vistazo a los tres movimientos.

El primero, el más obvio, es el que tiene a Wilfredo Romero al frente del equipo.

Hay razones para creer que el despido de Jackson Melián fue prematuro. Después de todo, jamás un piloto había sido despedido dado de baja en la LVBP después de solo 7 juegos. Es muy poco tiempo para saber si era responsable del pésimo inicio, si se trataba solo de una mala racha o si era inevitable el movimiento.

Está claro que no todos los cambios de estratega se originan en los resultados, aunque acá parece obvio. El propio Melián fue cortado en Caribes por un desencuentro con uno de los ejecutivos de la tribu. Si este también fue el caso, aún no ha trascendido. La razón aducida es ese 0-7 que tenía. Y en cierto modo se entiende, por lo corto del campeonato y lo que está en juego en Maracay, con nueva gerencia y en minusvalía frente a los rivales, debido a la exclusión de los Tigres del Winter Agreement.

La contratación de Wilfredo Romero como nuevo manager parece afortunada. Seamos claros, este es un club que iba a estar en manos de Buddy Bailey, en caso de no continuar el veto de la MLB. El anterior estratega fue un recurso de última hora, que pagó el precio de la improvisación. No era EL ELEGIDO. Solo era una solución de continuidad, aparecida cuando el torneo estaba por comenzar.

Romero tampoco es el elegido, porque él no es Bailey, con quien sí existía un acuerdo de palabra desde hacía meses. Pero el venezolano tiene una atractiva hoja de servicios. No de balde ha sido Manager del Año en tres ligas diferentes, incluyendo la LVBP. Es el actual campeón, dejado ir por el Magallanes al no llegar a un acuerdo para su renovación.

Fue un golpe maestro, tanto como un golpe de suerte. Si no hubiera sido dado de baja por los Yaquis de Ciudad Obregón, no habría estado disponible. ¿De dónde habría salido otro con éxitos tan recientes, conocedor de la liga y sin vínculos con el beisbol organizado? Conseguirlo era una difícil tarea.

Si Romero es la solución, está por verse. Pero es una buena escogencia. Todavía no es un manager de la nueva era, pero tiene mucho beisbol en sus espaldas, además de sentido común, y es un motivador. Eso último es su principal característica y fue también la razón de su éxito con los Navegantes.

Las circunstancias o los modos, vaya usted a saber, atentaron para prolongar la sequía. No debe ser estimulante para un dugout tener a cuatro managers distintos en cuatro juegos consecutivos. Así pareció notarse en el campo y, para colmo, la lluvia tampoco ayudó. Pero lo hecho, hecho está. Tocar empujar hacia adelante y traer a Romero parece ser una buena medida.

Muchos de los problemas siguen allí, sin embargo. Romero, Baiey o Terry Francona, el piloto que sea, tiene que lidiar con ese roster. Y Aragua sin sus peloteros del sistema MLB luce muy disminuído ante adversarios, que mayormente cuentan con bigleaguers y prospectos de alto vuelo.

Las estadísticas dicen sin dudarlo que el pitcheo de los rayados es el peor de la LVBP. Y no parece que eso pueda cambiar en el panorama actual, a menos que queden habilitados los grandeligas y ligamenoristas que hoy no pueden jugar.

En ese oscuro panorama y con poca esperanza real aparece el cambio con Magallanes por Jorge Rondón. ¿Es parte de la solución?

La teoría sugiere que sí. Edwin García es un útil infielder que no tenía mucho tiempo de juego a su disposición. Rondón es un relevista que vale tanto como él, en términos nominales, y viene de una estupenda cosecha en México, un circuito de bateadores.

Vale la pena probar. Pero el ex bigleaguer también necesita dar un paso al frente. Sus números en la LVBP son muy pobres. Tiene efectividad sobre las 5 carreras limpias cada 9.0 innings de por vida, y apartando su reciente actuación en México, no hay muchas cosechas de brillo allí, en los años recientes.

De todas maneras urge contar con brazos a los que echar mano. Y quizás Órber Moreno pueda lograr el milagro en su nuevo rol de instructor de pitcheo. Quizás.

Dennis Ortega es un caso distinto. Sí tiene antecedentes positivos y su llegada, aunque por una contingencia, puede ayudar a mediano y largo plazo.

Aragua carece de recursos detrás del plato, fuera del sistema MLB. Gersel Pitre cargaba con ese peso, tras la salida de Ramón Cabrera por despido. Jadher Areinamo , la pieza entregada a los Tiburones, tiene su valor, aunque está en las primeras instancias del desarrollo. Y Ortega, en cambio, puede ayudar de inmediato.

Se trata de un careta con perfil ofensivo en la LVBP. Llegó bateando y tiene varias temporadas por delante. Ha estado en el Spring Training de la Gran Carpa en los últimos años. Es una buena pieza para esta liga.

Graterol, a diferencia de Rondón, no debe probar nada. Solo tiene que hacer lo suyo. Y lo puede hacer en la receptoría, como designado o en la inicial.

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Claro que el problema de Aragua no es el bateo, aunque sus maderos hayan producido mucho menos de lo esperado. La llave que abre la celda del foso es el pitcheo. Hay que corregir el rumbo con el material disponible o esperar el milagro de un pronto regreso al Winter Agreement.

No deja de ser injusto que tantas cosas dependan de la oficina del Comisionado de las Grandes Ligas. Pero es lo que hay.

Es difícil armar un equipo competitivo en estas circunstancias y los Tigres están pagando el precio de la improvisación en el peor momento posible, cuando el circuito vive un renacer y los contrincantes se llenan de bigleaguers y figuras ascendentes. Al menos Graterol es una garantía en su trinchera y Romero parece el indicado para intentar capear el temporal. Queda cruzar los dedos por Rondón y por el resto de un staff que ahora mismo no tiene la misma jerarquía de los otros aspirantes en la LVBP.

(Ignacio Serrano)

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