EL EMERGENTE. La amarga revancha de Erick Aybar

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EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

La última vez que el Caracas y el Licey disputaron un juego definitorio en la Serie del Caribe, Venezuela montó una fiesta. Han pasado 17 años de aquel episodio imborrable, que terminó cuando un elevado de Henry Blanco rebotó en la cabeza de Erick Aybar, para que los Leones dejaran en el terreno a los Tigres en Maracay.

Qué amargo el panorama de hoy, casi dos décadas después de que Alex González anotara aquella carrera de la victoria. Qué nostalgia ver que la tropa quisqueyana haya consiguido, y con justicia, cobrar la revancha y llevarse la corona de 2023, para tristeza de un abarrotado estadio Monumental.

Por aquel entonces, las cosas lucían distintas. Luego de una insoportable sequía, que comenzó en 1990, la LVBP pareció reconquistar el sitial que alguna vez tuvo en las citas organizadas por la Confederación del Caribe.

Entre 2006 y 2009 transcurrieron solo cuatro torneos y Venezuela logró dos campeonatos. El segundo, a cargo de los Tigres de Aragua, en Mexicali. Y de nuevo, después de eso, otra inaguantable espera que alargará sus tentáculos hasta 2024. Por lo menos.

El segundo mayor exportador de talento al sistema MLB apenas tiene dos cetros que exhibir en los últimos 32 años. Porque ese es el balance desde que acabó la brillante década de los 80: dos coronas en 32 años, una cada 16. Cuba, Panamá y Colombia han celebrado en las ediciones recientes. En cambio, el tercer país con más grandeligas activos en todo el planeta sigue en su larga espera.

La gerencia de los Leones hizo un buen trabajo al armar el equipo. Cubrió las bajas con una auténtica representación de la liga. Hubo jugadores de las Águilas, de Cardenales, Navegantes, Tigres, Tiburones y Bravos. Siete de los diez peloteros que abrieron contra Cuba pertenecen a esas divisas. Y el pitcheo cumplió.

Esa efectividad colectiva de 3.11 fue la segunda mejor de la reunión, solo por detrás de los dominicanos. La rotación hizo el trabajo. Y el bullpen fue excepcional. Cinco reevistas dejaron promedio de 0.00, y entre ellos (Anthony Vizcaya, Arnaldo Hernández, Yapson Gómez, Ricardo Pinto y Norwith Gudiño) y los otros bomberos (Miguel Socolovich, Yoimer Camacho, Alfred Gutiérrez y Ricardo Rodríguez) sumaron 45.0 innings y apenas permitieron cuatro carreras limpias.

¿Ya calcularon la efectividad de esos apagafuegos? Es 0.80, un registro absolutamente brillante.

Si un equipo venezolano lo tenía todo para llevarse el título, era este. Pero fallaron la defensa y, sobre todo, el bateo.

Esos mismos relevistas que permitieron cuatro rayitas merecidas recibieron cinco sucias. Nadie pecó más veces en total (14 errores en 9 encuentros). Nadie permitió más rayitas inmerecidas (9). Y eso tuvo su peso al final, porque no era lo mismo la presión de tener el empate en circulación dos veces en el último tercio, ante el bullpen del Licey, que ir abajo por mayor diferencia en medio de un slump.

Faltó el batazo decisivo, por supuesto. Más de 34.000 gargantas querían gritarlo en el Monumental y no pudieron. Cinco novenas tuvieron mejor OPS que Venezuela. Al final, solo un increíble José Rondón, y Danry Vásquez, Francisco Arcia y en cierto modo Hernán Pérez lograron ligar con consistencia.

La derrota no fue por falta jugadores prominentes. El Caracas hizo magia para armar un equipo realmente representativo de la LVBP. Que sí, que faltaron grandeligas y han podido ir otros de buen nombre y gran actuación. Pero cada uno de los expedicionarios tenía también méritos incontestables. Y el resultado nos lo dice, en cierto modo: una sola victoria separó a estos Leones de conseguir el tricampeonato en la Serie del Caribe.

Vaya este otro detalle para aumentar la tristeza: jamás una divisa venezolana había ganado seis encuentros y se había ido a casa sin el trofeo.

Esta puede haber sido la mejor edición de todos los tiempos en la serie. He tenido la fortuna de asistir a una veintena de ellas y ninguna combinó mejor los escenarios (de lujo), la organización (impecable), la cantidad de público (masiva) y el formato (el ideal). Si alguien todavía ve en peligro de extinción este torneo, es porque no lo ha seguido de cerca en los últimos años y mucho menos prestó atención a lo ocurrido en la Gran Caracas.

En el deporte se gana y se pierde. Quien no salte al campo o vaya a las tribunas sin tenerlo claro, se expone a constantes decepciones. Que Quisqueya resultara mejor, era una posibilidad tan cierta como montar otra fiesta parecida a la de 2006.

Lo que resulta menos entendible es la mala racha: ¿dos campeonatos en 32 años para Venezuela? ¿De verdad? ¿Por qué a peloteros con similar talento, demostrado en la MLB y en ligas de todo el globo, les ha costado tanto plantarle cara a sus pares dominicanos, en especial, y al resto de la región? ¿Cómo se puede cambiar esa historia de una buena vez? Esas preguntas no tienen respuesta. Todavía. Ojalá no vuelvan a repetirse en el Clásico Mundial.

LEE TAMBIÉN:

EL EMERGENTE. Estadio Andrés Galarraga, estadio Omar Vizquel

(Ignacio Serrano)

Foto: Prensa Confederación de Beisbol del Caribe

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

4 COMENTARIOS

  1. Realmente la cantidad no tiene que ver con la calidad los peloteros realmente buenos de Venezuela rara vez pisan un campo para una serie del caribe y ahora menos que la calidad de la liga viene en decadencia asi no lo crean aquí los mismos periodistas ensalzan demasiado a los peloteros haciéndolos creer que porque juegan banca o se dan un cafecito en grandes ligas son estrellas

  2. Realmente la cantidad no tiene que ver con la calidad los peloteros realmente buenos de Venezuela rara vez pisan un campo para una serie del caribe y ahora menos que la calidad de la liga viene en decadencia asi no lo crean aquí los mismos periodistas ensalzan demasiado a los peloteros haciéndolos creer que porque juegan banca o se dan un cafecito en grandes ligas son estrellas

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