EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
No hubo equipo con peor inicio en la temporada 2022-2023 que este que analizo hoy. Y sin embargo, los Tigres terminaron el campeonato con más cosas buenas que malas en su balance final. La de Aragua, paradójicamente, fue una de las noticias positivas de este último campeonato en la LVBP. Y también es una divisa con luces y sombras.
El contraste es radical. Los bengalíes comenzaron perdiendo sus primeros ocho encuentros. Eso le costó el cargo al manager Jackson Melián y a parte de su cuerpo técnico. Y luego, con Wilfredo Romero como piloto y Órber Moreno como coach de pitcheo, consiguieron la tercera mejor marca del circuito en lo sucesivo.
Ese registro de 25-22 les dejó igualados con los Tiburones durante ese trecho, solo por detrás de Leones y Cardenales. Y luego refrendaron el derecho de jugar en enero con la barrida ante los Bravos en la Serie del Comodín.
Muchos esperaban una debacle, después de ese inicio en falso. Y el riesgo era todavía mayor, tomando en cuenta la inexperiencia del nuevo alto mando. Porque los Tigres estrenaron presidente, gerencia deportiva y tren directivo en general, a pesar de lo cual supieron reaccionar a tiempo y dejar a sus seguidores con buen sabor en los labios.
¿Que pudo ser mejor? Sin duda. ¿Que la fanaticada busca otra corona, no una simple clasificación? Todo eso es verdad. Pero los bengalíes estuvieron al borde del precipicio. Y pelearon con verdadero chance, al punto de que llegaron a ocupar el primer puesto en el Round Robin cuando empezó la segunda semana de la semifinal.
Esa reacción es en parte mérito de Víctor Zambrano, en su primer año en la presidencia. Supo moverse y contratar a los técnicos adecuados para rescatar la campaña. Además, está rodeándose de gente útil en la oficina, como Renny Bernal y David Brito. Los resultados les avalan.
Pero también fue mérito, y muy grande, de ese staff conducido por Romero y Moreno. El primero es un líder nato, un buen manejador de grupos. El segundo está demostrando ser un sobresaliente coach de lanzadores. Sin esa llave, difícilmente estaríamos haciendo este balance positivo.
Por eso sigue siendo una sorpresa la salida del estratega. Dos veces seguidas ha ganado el Manager del Año y las dos veces ha recibido una carta de despedida. Cuesta entenderlo, porque es un riesgo enorme el que han decidido correr los rayados, luego de encontrar a un timonel exitoso y con buen enfoque. A menos, claro, que todo esté listo para el regreso de Buddy Bailey a Maracay.
Bailey ha estado en contacto con Zambrano. No olvidemos que iba a ser él quien llevara las riendas en la 2022-2023, en caso de haberse levantado a tiempo el veto de la OFAC. Su relación con la MLB, como el más veterano de todos los pilotos actualmente en las Menores, le impedía asumir el puesto mientras siguiera existiendo esa restricción. Y ahora, sin limitaciones, su regreso explicaría la salida de Romero.
Si en efecto es así, los parciales tigreros seguramente estarán contentos. Porque el estadounidense es una leyenda de la institución y de la liga. Pero vaya un apunte necesario: los felinos necesitan un proyecto, como toda organización que desee apuntar al largo plazo. Y eso requiere casarse con una idea y dejarla fluir en las buenas y en las malas, sin esa montaña rusa que hemos visto en la última década en la Ciudad Jardín.
La mejor prueba de eso es el proyecto que lideraron el propio Bailey y Rafael Rodríguez Rondón durante la Dinastía.
Así que allí hay un desafío clave. Y no es el único. Porque a estos nuevos Tigres también les toca enamorar otra vez a su gente.
Eso es algo que está parcialmente atado a las victorias que puedan sumar los bengalíes. Pero no es lo único. Las asistencias en toda la 2022-2023 fueron muy pobres, incluso en la postemporada. Está bien, el comienzo del camino fue horrendo, pero los hombres de Romero tuvieron luego estupendas rachas y la taquilla seguia igual, entre 1.000 y 2.000 personas por juego.
Ojo, que esto no parece una falta de la directiva. Los fanáticos aragüeños tuvieron a su disposición los boletos más baratos de la LVBP. Hubo promociones durante toda la justa. Se homenajeó a grandes figuras, como Roberto Zambrano y el propio Bailey. Y el Pérez Colmenares sigue siendo un parque agradable desde su remodelación, con buenas opciones para comer.
Me han dicho que la zona donde está ubicado el estadio no ayuda. Que ya no existen las facilidades de transporte público que pudieron existir en el pasado. Si así fuera, todavía es posible hacer algo, si el equipo coordina con los entes regionales la presencia de transporte que lleve a la gente desde y hacia zonas céntricas de Maracay. Eso ha funcionado en Barquisimeto y también en Guatamare, cuando los Bravos jugaban en Margarita.
Pero hay otro proyecto que puede ser de ayuda. Existe un diseño para reponer los bleachers del José Pérez Colmenares, uno que haría de ése un estadio único en Venezuela. Ese proyecto iba a realizarse hace una década, pero no hubo músculo financiero. Incluye las gradas y un parque infantil. Juegos para los más jóvenes y un área nueva de comida, para el público que asista a esa zona. Sí, podría ayudar.
Restablecer el vínculo con la gente no es un tema menor. El propio Zambrano lo ha dicho desde el primer día. Y requiere propuestas del tren ejecutivo. Pero también necesita el decidido apoyo de las autoridades de la ciudad y la región.
El aspecto deportivo supone otro desafío. Tendrá consecuencias en lo que pase en las tribunas y es, por supuesto, donde la legión aragueña quiere ver resultados lo más pronto posible.
El año pasado, en ese sentido, dejó heridas importantes. No parece que haya valido la pena el enorme sacrificio de entregar a Hernán Pérez, por ejemplo. Y aunque Cafecito Martínez se ha convertido en un líder dentro y fuera del terreno, hay mucho por hacer en el roster.
Los Tigres son el equipo con menos presencia en el Spring Training de Grandes Ligas, actualmente. Apenas tienen 10 representantes en los rosters de 40 o como invitados. Hace cinco o seis años, Aragua lideraba esa lista junto al Caracas y al Magallanes.
Sucesivos canjes en el último lustro dejaron a los bengalíes sin varias potenciales estrellas. William Contreras, Max Castillo y Gabriel Moreno son tan solo algunos bigleaguers venezolanos que pertenecían a los felinos y que llegaron a la Gran Carpa después de cambiar de organización en Venezuela.
La agresividad en el mercado de la anterior directiva se conjugó con el veto de la OFAC. Eso llevó a entregar muchísimo talento en formación, a cambio de veteranos que sí pudieran jugar con los rayados.
Ahora que hay igualdad de condiciones para todos, le toca a Zambrano lidiar con esa otra desigualdad que les quedó después de un lustro de transacciones de ese tipo. Para su fortuna, la base es competitiva, como lo demostró el remate en la eliminatoria a partir de noviembre. Curtidas estrellas como Cafecito, Wilson Ramos, Carlos Rivero y Alexi Amarista ofrecen un andamiaje sobre el que construir. Y hay una camada joven que apenas hemos empezado a ver, esa que encabeza Yorman Rodríguez y a la que hay que darle oportunidad en octubre, para que demuestre lo que es capaz de hacer.
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Una señal de los nuevos tiempos puede estar en el reciente canje con La Guaira, para adquirir al grandeliga Yonny Hernández. Parece el tipo de movimientos que pueden fortalecer la nómina a corto y también a largo plazo.
Todos esos ajustes deben hacerse sabiendo que el pitcheo es un área con muy poco margen de maniobra. Con suerte, varios brazos de esos que empezarán en Clase A avanzada podrán presentarse dentro de siete meses. Hacen falta.
El staff de tiradores acaba de cerrar en última posición durante la 2022-2023, con 5.39 de efectividad. Es verdad que ese promedio rondaba los 8.00 puntos a mediados de torneo, pero encontró allí su techo de cristal, como lo sugiere ese 5.46 de la semifinal. Los zurdos Jonathan Vargas y Ángel Padrón, el estadounidense Adam Hofacket y el dominicano Claudio Custodio fueron puntos altos. Pero, en general, hay que construir una rotación confiable que ahora mismo no existe y a la que muy pronto va a faltar Guillermo Moscoso, porque ya tiene 39 años de edad.
Ese cuerpo de abridores, que en principio parece destinado a contar con varios brazos extranjeros, es una necesidad en doble vía. Primero, porque es casi imposible ser exitoso sin iniciadores que con regularidad te lleven la pelota en buenas condiciones hasta el quinto inning, al menos. Y segundo, y mucho más importante, porque un bullpen que trabaja tres quintas partes de cada juego (266.1 entradas contra 197.2 de la rotación) es un cuerpo de relevistas destinado al agotamiento antes de los playoffs. Y eso significa que el rendimiento decaerá siempre en el momento más importante, en plena recta final.
Esta fue una temporada de contrastes para los Tigres. Fue una historia agradable, porque no se rindieron y callaron a los pesimistas que los dieron por eliminados en noviembre. Fue una historia interesante, al ver los intentos de la nueva directiva en su deseo de volver a llenar las tribunas del José Pérez Colmenares. Y es también una historia inquietante, al hacer el balance final. Porque es un balance que deja retos y desafíos. Hay mucho que arreglar entodavía, después de la desventaja causada por los casi cinco años que pasó Aragua fuera del sistema MLB.
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(Ignacio Serrano)
Foto: Prensa Tigres de Aragua
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