Si el Regreso del Año también abarcara a los managers, Lipso Nava hubiese sido uno de los candidatos más fuertes. Sin embargo, no le hizo falta optar a ese premio, porque se llevó el único que podía ganar: el Mánager del Año.
A los 56 años de edad, el oriundo de Maracaibo ganó su segundo galardón Chico Carrasquel, tras el obtenido en la 2016-2017, cuando también con las Águilas del Zulia, quedó campeón.
«Lo bonito del beisbol, es que siempre te da otra oportunidad», dijo Lipso Nava a El Emergente, luego de recibir el reconocimiento en en un reconocido hotel de Valencia. «Este deporte, te ofrece la posibilidad de reivindicarte al día siguiente. Y eso es algo que la afición debe asimilar».
El piloto volvió a dirigir a los occidentales luego de un lustro, en el que aprovechó para ser el coach de banca de José Alguacil en los Leones del Caracas.
LA REFLEXIÓN DE LIPSO NAVA
El retorno del zuliano con los rapaces, también fue propicio para analizar, desde su perspectiva, lo más complicado que tiene la LVBP.
«Lo más difícil es el drama de la fanaticada, y no lo digo de una manera despectiva. A veces las personas se pueden ir a los extremos, y usan las plataformas de una manera sumamente tóxica», reflexionó Lipso Nava. «Es obvio que haya descontento cuando los resultados no se dan, pero ninguno de los equipos que hacen vida en la liga tienen a peloteros que quieran fracasar».
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«Lo que yo más disfruto al momento de dirigir es ver como se cumplen los fundamentos del juego», confesó Lipso Nava. «El beisbol es bonito cuando el pelotero entiende que debe ejecutar una jugada de rutina en cualquier faceta de un encuentro. El jugador tiene la capacidad de hacerte lucir bien o mal, pero siempre tendrá la posibilidad de reivindicarse».
Foto: Francis Grahovac