J. C. Escarra había aprendido a no ilusionarse. Cuando Aaron Boone lo llamó a su oficina, esperó otro «no». Otro portazo. Otra derrota discreta más. Sin embargo, algo estaba allí, latente, expectante.
El manager de los Yanquis habló de profundidad en la receptoría y del exceso de talento. Escarra sintió el alma colgando. Ya había escuchado esas palabras en Baltimore y en la liga independiente.
Pero Boone sonrió. «Vas al equipo grande». J. C. Escarra, que había manejado Uber y dado clases por encargo para sobrevivir, había vencido a la vida. Y a sus propias dudas. Tenía 29 años, una esposa embarazada y un historial de fracasos que podría llenar una enciclopedia. Pero nunca se quitó el uniforme. Ni perdió la fe. En Dios. En el béisbol. En él.
EL MARTES J.C. ESCARRA VERÁ A LA FAMILIA
El martes verá a su familia en Miami, su ciudad natal. El jueves, el Bronx será testigo de la historia que se negó a rendirse. Ya no es un suplente. Es un bigleaguer. No obstante, el camino apenas comienza. Es el primer paso de muchos que quiere dar.
J. C. Escarra bateó para .333 con tres jonrones y ocho empujadas en la Liga de la Toronja. Su defensa fue tan convincente como su historia. Hialeah tiene un héroe nuevo.
«Cuando hacía 400 dólares quincenales en ligas independientes, pensé dejarlo todo. Pero algo dentro de mí me empujó a seguir», dijo el catcher. «Gracias a Jesús por eso».
Ganó el título de bateo en la Liga Dominicana de Invierno en 2024-2025, con average de .348 en 36 juegos. Ese logro impulsó su firma con los Yanquis en enero pasado.
LEE TAMBIÉN: Salvador Pérez reafirma su importancia con dos hits en la recta final del Spring Training
La maestra que le esperó en casa. Ahora,la madre que lloró al teléfono anda feliz. El niño que viene en camino. Todos caben en su historia. J.C. Escarra es el milagro que dijo sí. «Mamá, hay que comprar un pasaje», le dijo llorando por el teléfono. «Ahora estoy en Grandes Ligas».
FOTO: @Yankees