¿Otro Juego de Estrellas sin estrellas? La Asociación de Peloteros tiene que tomar medidas para reconciliar al gremio y devolverle su estatus al clásico de diciembre
¿Tribunas llenas o vacías? ¿Espectáculo o decepción? Entre uno y otro extremo se debate el Juego de Estrellas de Maracaibo, a disputarse el 1° de diciembre, en el estadio Luis Aparicio “El Grande”.
El proyecto nació con malos augurios: el esperado choque de vuelta contra República Dominicana no ocurrió, la Asociación de Peloteros no pudo concretar un duelo semejante con astros de Colombia y debió recurrir al esquema caduco y desangelado de revivir las divisiones y enfrentar a orientales contra occidentales.
No olvidemos que el público ha abandonado los parques, debido al pobre nivel organizativo que afectó el clásico de diciembre en los últimos años.
El divorcio de la gente ha sido tal, que muy pocos creyeron en la oferta de 2008, la de traer a los quisqueyanos al Universitario, y aquel espectáculo atractivo, que valió el precio de la entrada, sólo fue visto por algunos centenares que pasaron por taquilla, venciendo el temor de volver a presenciar un Juego de Estrellas sin estrellas.
No exageramos. Equipos enteros han boicoteado la cita, incluyendo Lara, en el pasado, y Aragua, en las ediciones más recientes. Otros convicados dejaron de asistir simplemente por preferir descansar con los suyos durante tres días.
De este modo, ya es habitual que suceda lo que ocurrió como una campanada de alerta en la edición de 2000, también en Maracaibo, cuando un entonces poco conocido Eduardo Ríos, suplente de los Tigres, asistió como delegado sindical, y al no haber suficientes peloteros, debió ser activado, abrió en el lineup y resultó el Más Valioso del cotejo, al dar el batazo decisivo.
Este deterioro tuvo un patético clímax en San Félix, en 2007, cuando ni Magallanes ni Aragua asistieron, hubo que pasar a los representantes de La Guaira al equipo occidental y activar a Orlando Muñoz, quien había viajado como delegado de las Águilas y terminó siendo primer bate y camarero.
Las cosas no pararon allí en la edición guayanesa. El manager Luis Sojo no se presentó y en su lugar condujo el coach Omar Malavé. Un novato, Jonathan Jaspe, catcher de Lara, fue el rightfielder ¡de los orientales! Otro recluta, Juan Apodaca, cuarto receptor de los Leones, fue el careta titular de oriente y el pitcher Orlando Perdomo, quien no había trabajado ni un inning en el circuito, lanzó una entrada como relevista.
¿Es eso un Juego de Estrellas? Es lógico que el público en la Ceiba se sintiera estafado. Y la recurrencia de esta situación justifica el escepticismo de 2008, que alejó al público de las taquillas para el duelo entre Venezuela y Dominicana, el primer punto alto en mucho tiempo en la historia de esta competición.
Todo lo arriba descrito refleja el severo deterioro de las relaciones entre Asopeloteros y un importante grupo de sus agremiados.
Esa legitimidad perdida no se ha podido recuperar ni siquiera con la incorporación a la directiva de una figura del prestigio de Urbano Lugo. Los problemas organizativos hicieron el resto, para que se quebrara la fe de la fanaticada en el Juego de Estrellas, lo que, paulatinamente, drenará los últimos potenciales patrocinadores de la cita.
¿Qué queda hoy, ante la cancelación de los duelos contra Dominicana y Colombia, y ante la imposibilidad de jugar criollos versus importados, pues no hay extranjeros para la intermedia y el campocorto (a menos que convenzan al inicialista Kevin Howard y al outfielder Rusty Ryal de defender la segunda y el short, puesto que ambos son infielders)? ¿Irá la gente al Luis Aparicio?
En manos de Lugo está la tarea de reunir nuevamente a todo su gremio y recuperar el crédito perdido. Es una tarea ciclópea que no se limita a este Juego de Estrellas.
Publicado en El Nacional, el lunes 23 de noviembre de 2009.
