La saga de Francisco Rodríguez
Lo que en un principio parecía una feliz cláusula, terminó siendo un tormento para el mejor relevista venezolano de todos los tiempos. Queda evaluar qué le sucederá al Kid como agente libre, porque tendrá competencia
Parece que todo salió bien para Francisco Rodríguez, Scott Boras, los Mets y los Cerveceros, pero, por segunda vez en dos años, un venezolano pasó por una situación desagradable debido a una cláusula millonaria de renovación en su contrato.
Magglio Ordóñez lo sufrió en 2009 y en 2010, al decrecer sus números, primero por la complicada enfermedad que su esposa venció y luego por la fractura de un tobillo.
Durante meses, la prensa en Detroit y muchos columnistas en todo Estados Unidos formularon preguntas incómodas, poniendo en tela de juicio el derecho del falconiano a ser titular y sometiéndole a leer reportajes y opiniones en su contra, temiendo que un día el manager Jim Leyland le dejara en la banca, como de hecho sucedió, transitoriamente, antes de recuperar el buen swing en la segunda mitad de 2009.
Los grandes contratos a veces tienen ese final. Vernon Wells y Alex Ríos celebraron sus ricos convenios con los Azulejos y ahora corren el riesgo de epílogos humillantes en Anaheim y Chicago, por no batear al ritmo de antes.
El problema está en el momento de la firma. ¿Por qué Barry Zito iba a pensar hace unos años, cuando se convirtió en el pitcher mejor pagado del beisbol, que terminaría fuera de la rotación de los Gigantes, debido a su disparejo rendimiento? ¿Y por qué Francisco Rodríguez iba a rechazar que Omar Minaya, entonces gerente general de los Mets, le ofreciera una cláusula por 17,5 millones de dólares para 2012, en caso de cerrar 55 partidos en 2011?
Esa cláusula habría convertido al Kid en el relevista con el mejor salario anual en la historia, superando los 15 millones que recibe Mariano Rivera.
En el invierno boreal de 2008, el caraqueño acababa de imponer un récord de salvados para una temporada y ya era el pitcher más joven en llegar a 200 rescates en la historia, dos argumentos de peso para considerar que Minaya, después de todo, no estaba botando la plata.
Pero hay motivos que explican porqué sólo los Yanquis le han pagado tanto a un cerrojo: en la economía de los últimos campeonatos, es un riesgo comprometer casi 15 por ciento de la nómina en un jugador que lanza un inning por día y que, a largo plazo, aparece en unos 60 o 70 partidos por zafra.
No es que Rodríguez valga menos que las otras estrellas de los Mets o los Cerveceros, no. Es que, como explicó en un brillante tweet el periodista Efraín Ruiz Pantin, con esos 17,5 millones de dólares podría pagarse el salario anual no de uno, sino de dos Bob Abreu (o dos jugadores con el salario del Comedulce, que es a donde queremos ir con este comentario).
El derecho capitalino será agente libre, no hay duda. Boras, su nuevo agente, es reconocido por rechazar toda oferta para extender el contrato de uno de sus representados, si eso implica no probar el libre mercado.
Recuerden la sorpresa que causó en el norte la firma de Carlos González con los Rockies, meses trás, y cómo el propio Boras explicó después que le aconsejó una y otra vez a su dirigido que no aceptara la oferta de Colorado. El zuliano es el único caso, que se recuerde, de alguien que le haya dicho no a la estrategia de Boras.
Rodríguez, que comienza como cerrador compartido con John Axford, posiblemente tendrá el chance de llegar a 30 salvados este año, a 300 en su carrera y quizás un poco más. Tiene 23 y 291, sin contar la noche de este sábado.
Luego se verá si consigue un rico contrato multianual como agente libre, pero será complicado, ante la perspectiva de que también estarán disponibles Heath Bell, Jonathan Papelbon, Kyle Farnsworth, Jason Isringhausen, Ryan Madson, John Rauch, Mike González y Kerry Wood, todos con experiencia como cerrojos. El tiempo dirá.
Publicado en El Nacional, el domingo 17 de julio de 2011.
