Una firma que valía oro

Fecha:

Así ocurrió
el salto de Miguel Cabrera al beisbol profesional. Así inició su camino hacia
el Más Valioso

Cabrera a los 16 años de edad, recién firmado

El primer
batazo de Miguel Cabrera no impresionó. Tampoco el segundo. Al tercer swing,
José Miguel, su padre, volteó hacia donde estaban Miguel Ángel García y Germán
Robles, y exclamó: “¡Bueno! ¿Y a este muchacho qué le pasa? ¿Es que no quiere
sacar ninguna?”.

El futuro
Jugador Más Valioso de la Liga Americana
firmó con los Marlins de Florida muy poco después de aquella demostración. Pero
García, entonces coordinador de scouts de esa divisa en Venezuela, dudó que el
pacto se concretara, al ver los primeros batazos en el try-out que selló el
futuro del jugador.


“Fueron swings
horribles”, recordó García, que ahora es coordinador de los Tigres de Detroit
para América Latina.


El ex
lanzador tenía dos años trabajando la firma de Cabrera, por entonces un
adolescente reilón, que amaba hacer deporte. Robles era uno de sus cazatalentos
y todos los informes recomendaban con vehemencia la adquisición del maracayero.


Unas 20
organizaciones le seguían la pista. Pero a mediados de 1999 la lista se había
reducido por la posibilidad de que el joven se convirtiera en el bono más alto
en la historia del beisbol venezolano.


“Al final
quedamos cinco”, rememoró Robles. “Quedamos los Dodgers, los Medias Rojas, los
Bravos, los Mellizos y nosotros”.


Los padres
del pelotero, Gregoria y José Miguel, habían asumido el rol de agentes y
abogados del hijo, así como, desde la infancia, habían sido sus entrenadores.


“Goya”, la
madre, fue figura de la selección nacional de softbol femenino por más de una
década. Su esposo había sido un reputado lanzador en la pelota amateur.


Los Ángeles
subió la barra a 2.200.000 y pareció ganar el juego. Pero nadie había tenido
una relación más cercana a la familia que el grupo de Florida. Tan estrecha,
tan leal parecía, que los padres plantearon a García: “Sólo firmaremos con otro
equipo si nos dan medio millón más que ustedes”.

Los Marlins
ofrecían 1.700.000 dólares. Justamente 500.000 menos que los Dodgers.


Nunca un
muchacho de 16 años de edad había movido aquí a tanta gente de las grandes
ligas. Dave Dombrowski, por entonces gerente general de los floridanos, envió a
Luis Eljaua, uno de sus mejores detectores de talento.


El primer
encuentro de Eljaua con Cabrera fue hilarante. Le esperaba en el campo de La Pedrera, contiguo al solar
donde están las tres casas del clan familiar.


“Miguel
estaba poniéndose los ganchos en su cuarto”, contó Robles. “Cuando terminó,
entró al campo saltando por la pared de la casa de la abuela”.


“¿Y ese
quién es?”, preguntó Eljaua, sorprendido.


“Ese es el
prospecto”, respondieron Robles y García.


El informe
de Eljaua ratificó todo y agregó nuevos elogios. Por eso, Murray Cook y Jacques
Robertson estaban ese día en el diamante de la Universidad de Aragua,
listos para aprobar o no la decisión de aumentar la oferta de los Marlins y doblegar
a los Dodgers.


“Miguel
había estado jugando en unos intercursos de volibol, la tarde anterior, y se
lastimó una muñeca”, señaló García. “Por esos sus swings eran horribles”.


García,
Robles y José Miguel padre estaban en el outfield, cada uno en un jardín. El
trainer Luis Rodríguez estaba en la lomita, haciendo los pitcheos. Y los
scouts decidieron averiguar qué ocurría.


“Miguel nos
mostró la muñeca”, continuó García. “Estaba súper inflamada. Iba a ser muy
difícil que pudiéramos firmarlo”.


Rodríguez
cambió la historia. Le dio tratamiento a Cabrera, le aplicó un fuerte vendaje y
regresó al montículo. Allí empezó el camino del aragüeño al equipo grande de
Florida.


“Sacó como
10 pelotas seguidas”, rió García.


“Sacó una
por el right-center”, rememoró Robles. “Tres por el center-left. Tres más por
el center-right. Cinco por el left. Y con cada batazo, su papá narraba: ‘¡Nooo,
no no no, díganle que no a esa pelota!’. Todos teníamos una gran sonrisa”.


Al Ávila, la
mano derecha de Dombrowski, vino a Venezuela personalmente para firmar al
jovenzuelo. Cenaron todos en el Portal de la Abuela, en Las Delicias, el 1° de julio de aquel
1999.


A las 12 de
la medianoche, al abrirse el período para adquirir prospectos internacionales,
Ávila sacó el contrato y Cabrera firmó por 1,8 millones de dólares.


El
ejecutivo, feliz, miró al mesonero que se acercaba a la mesa y lanzó una
profecía: “Estamos firmando al mejor pelotero venezolano desde David
Concepción”.


Se quedó
corto. Aquella madrugada había contratado a la más grande figura, al primer
Jugador Más Valioso que ha nacido el país.
Publicado en El Nacional, el sábado 17 de noviembre de 2012.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

3 COMENTARIOS

  1. Buenos días. Hay un aspecto (nimio) de tu excelente nota de la firma de Miguel Cabrera que me pone a dudar. El acontecimiento ocurre a mediados de 1999 y el padre de Cabrera, en cada jonrón, gritaba: ‘¡Nooo, no no no, díganle que no a esa pelota!’. Según Wikipedia en español (fuente que no me inspira mucha confianza), el grito de Ernesto Jerez para los jonrones nace en 1997 (http://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Jerez). Me pregunto si, para 1999, lo de "No, no, nooooo" era algo todavía tan famoso o popular en toda la Latinoamerica beisbolera. Tengo la impresión personal de que no. Pero es solo un detalle. Saludos.

  2. Mi pana si lo era, en 1999 fue el año del Jonron Derby de McGwire y pues eso fue como que lo que termino de darle fama a esa manera de narrar el jonron de Jerez pero mas alla de eso recuerda que en el 98 el mismo McGwire y Sammy Sosa protagonizaron la guerra de los jonrones y pues si mal no recuerdo ese año fue suficiente para poner de moda eso. Disculpa la intromision.

  3. Que buena nota Nacho, gracias por regalarnos tan buen periodismo deportivo…..Te cuento que mi hijo que firmo, sin llegar a ser una gran estrella (Pastora-Saint Louis Cardinals)en una ocasion fue visto aquí cuando tenia 14 0 15 por Miguel Angel García (Miguel igualmente estableció con nosotros una relación bien agradable cuando el chamo era apenas junior) y una vez Al Avila vino a verlo exclusivamente a él a Puerto la Cruz, según Avila, por el reporte que había recibido, vino a ver al nuevo Charles Johnson, al final no le atrajo mucho, y mi muchacho firmo posteriormente por un bajo bono con St. Louis….

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