Johan Santana va al quirófano este martes, con la esperanza de completar otro regreso improbable en 2014
Santana en su mejor momento en las mayores: con Minnesota |
Johan
Santana tenía 19 años de edad y un rostro casi infantil cuando asistió a su
primera Serie del Caribe.
Nos topamos en el aeropuerto de Maiquetía. Él
esperaba paciente el llamado para abordar, sentado en una butaca gris oscuro.
No conocía a muchos de los que iban con él en la expedición, a punto de
comenzar febrero de 1999. El vuelo a San Juan llevaba a los bicampeones
Cardenales, que acababan de renovar la corona en otra trabada final contra los Leones.
Un puñado de refuerzos iba allí, incluyendo al zurdo que había puesto 2.30 de
efectividad como swingman del Magallanes, con marca de 5-0, 35 ponches y 18
boletos en 43.0 innings, y un talento a borbotones que enseñó en sus salidas
entre los Eternos Rivales.
Aquel Santana no era conocido todavía como el
“Gocho”; el apodo se popularizaría en 2004, al hacerse bordar él mismo ese
seudónimo en el guante y aparecer en una primera plana de El Nacional retratado en contrapicado, con un gran titular que decía:
“El Gocho superestar”.
fue, desde aquel encuentro, un cordial entrevistado, un cortés y educado
pelotero que tenía habilidades por encima del promedio y la deferencia de
hacerle sentir a los periodistas que tenía muy en claro que quienes nos
acercábamos a él también cumplíamos un trabajo.
Aquella tarde no había irgencias, sin embargo.
Deambulábamos en Maiquetía en la misma espera, aguardando la salida a Puerto
Rico, cuando iniciamos la charla con el lanzador de Tovar, preguntándole sobre
sus expectativas y lo que haría después del torneo.
Aún era un prospecto
intrigante en la granja de los Astros. Iba a lanzar en clase A media. El
impresionante viaje que emprendería el siguiente diciembre, al ser tomado por
Minnesota en el draft de la regla 5, estaba por comenzar.
vez que Santana fue el protagonista de una portada, no ya por lanzar contra el
Caracas, sino por una entrevista de personalidad, ocurrió en septiembre de
2000. Se tituló “Los gemelos fantásticos”, o algo así, y aparecían el tirador
andino y Luis Rivas en el dugout de los Mellizos, sonrientes, devorando el
mundo a través del lente de Henry Delgado.
Rivas era compañero del serpentinero
y había sido quien él quien le arrebató el muy merecido premio al Novato del
Año, con su .280 de average y 11 entrabases, 33 anotadas y 12 empujadas en 55
juegos con los Navegantes.
El “Gocho” todavía era un joven con grandes
aspiraciones y casi ninguna prueba de que llegaría lejos. Pasó el tiempo, comenzó 2003 y su cambio de velocidad, ya perfeccionado, le convirtió en el número uno del
beisbol.
El primer venezolano en ganar uno, dos premios Cy Young.
El primero
con una temporada de 20 victorias.
El primero en repetir un liderato de
efectividad y el primero en dominar ese departamento en tres ocasiones.
El primer
pitcher criollo en ser llamado cuatro veces al Juego de Estrellas.
El primero
con una cosecha sobre 200 ponches, el dueño del récord nacional con 265
abanicados y el único con cinco campañas al hilo sobre los dos centenares.
El
codueño de la marca de seis juegos inaugurales abiertos por un nativo.
El
venezolano con la mejor efectividad ajustada entre todos los que han lanzado el
mínimo de innings en una zafra.
El que más cerca está de guillotinar a 2.000
contrarios, con apenas 12 en la cuenta por haber.
El pitcher al que operarán
este martes en Nueva York es, sin duda, el mejor lanzador de todos los tiempos entre
quienes forman parte de la expedición local.
Muy pocos han regresado de una
cirugía en la cápsula del hombro, él entre ellos. Nadie ha vuelto después de
dos operaciones así.
Suerte, “Gocho”. Estaremos ligando una nueva hazaña.
Publicado en El Nacional, el martes 2 de abril de 2013.