El Emergente. Las lecciones de esta Serie del Caribe (y II)

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El nuevo formato es un éxito. La inclusión de Cuba fue un éxito. Que sigan los cambios, es otra lección que deja este torneo

PORLAMAR

Puede que el
sábado alguien sea campeón de la Serie del Caribe con marca de 5-1, si gana
Magallanes. O puede que el nuevo rey de la región tenga un balance global de 4-2,
en caso de vencer otro rival.
De haber caído
Mayagüez, el miércoles, y haber avanzado Villa Clara, incluso los cubanos hubieran
podido ganar la competencia con una foja total de 3-3.
El actual
formato de competencia del clásico de febrero no es el más justo. Ya el primer
experimento, realizado el año pasado en Hermosillo, premió a un equipo teóricamente
inferior: Escogido cayó en la final contra Ciudad Obregón, a pesar de ganar más
veces en el cónclave.
No es el
formato más justo, sí. Pero es emocionante. Mucho más que ese todos contra
todos a menudo insípido, que permitió a varios equipos coronarse en el hotel, no
en el diamante, gracias a un resultado ocurrido en un encuentro donde topaban otras
dos divisas.

Nunca más un
ganador celebrará su conquista en un sitio distinto al terreno, prometió el comisionado
Juan Francisco Puello Herrera.
Al menos en
este aspecto, desde 2013 el ejecutivo cumplió. El cierre de la justa el año
pasado fue emotivo, con un extrainning casi interminable dominado por los
anfitriones. Lección aprendida.
Pero he
aquí que hay otra lección salida de esta edición, en la que por primera vez han
sido cinco los participantes y en la que ha habido una eliminatoria, cuatro
semifinalistas y eventualmente dos aspirantes al cetro final: por más injusto
que sea este formato, ofrece emociones desde el día inaugural hasta el último
aliento.
El ingreso
de Cuba resultó un atractivo para el gran público, en Venezuela y allende las
fronteras. La leyenda de los antillanos, malamente defendida por Villa Clara en
esta oportunidad, agregaba morbo e interés.
El formato ha
sido responsable del resto. Claro que el recorrido exitoso de una escuadra
venezolana nos ha puesto a todos delante del televisor hasta más allá de la
medianoche. Pero no tener la garantía de quién puede ser campeón antes del out
27 del choque decisivo es la garantía de que el interés no se perderá.
Es una
perogrullada, que la Confederación del Caribe ha descubierto tarde. No importa.
Lo que vale es el descubrimiento en sí, no cuán tardío pudo ser.
El nuevo
formato de competencia se mantendrá. Puello está satisfecho y deben estarlo
también otros altos ejecutivos de la región.
El torneo en
Margarita ha sido un éxito. Día tras día, más de 15.000 aficionados han llenado
los limitados espacios del remozado Stadium Nueva Esparta. El público suele
responder en masa cuando Venezuela o México son locales, salvo debacle temprana
de alguno de sus representantes.
Por eso el
verdadero éxito, la novedad que entusiasma, es esta imposibilidad de predecir al
nuevo monarca. Mayor entusiasmo aún debe causar el atrevimiento de la
confederación, después de tantos años temiendo cambiar y haciendo lo posible
por negar lo obvio: la progresiva decadencia de la cita.
Que sigan
los cambios. Que la lección de sumar a Cuba derive en el atrevimiento de seguir
innovando. Que la Serie de Caribe continúe oxigenándose, al sumar nuevas ligas,
más países.
Bien sea
porque invitan al vencedor de una eliminatoria entre los circuitos de Colombia,
Panamá, Nicaragua y Veracruz; bien porque escogen aleatoriamente al que pueda
tener mayor nivel o bien por azar, que pronto sean seis los que disputan la
justa.
El mercado
será mayor. Los patrocinadores llegarán a más potenciales consumidores. La
intriga de ver en acción equipos totalmente desconocidos agregará interés en la
fanaticada.
El menor
nivel competitivo de colombianos, nicaragüenses o panameños no debe verse como un
obstáculo. México era la cenicienta en 1971, pero competir contra tres gigantes,
más las particularidades del beisbol actual hicieron de los aztecas un
formidable contendor, ganador de dos ediciones de las últimas tres.
Puede que
estemos ante un renacer, frente a la reinvención del tope regional.
El formato
de eliminatorias, semifinales y final hará el resto.
Quizás no
sea el más justo, ciertamente. Pero gana el espectáculo cuando, seis días
después de la inauguración, todos seguimos en ascuas, a la espera de saber, por
fin, quién será el nuevo campeón.
Publicado en el-nacional.com, el viernes 7 de febrero de 2014.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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