La segunda oportunidad de Jesús Montero

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El
Emergente
El ascenso del carabobeño abre una posibilidad para que empiece a labrar, ahora sí, el camino hacia el estrellato
¿En qué
falló Jesús Montero? ¿Cuándo dejó de ser el súper prospecto de los Yanquis,
entregado a los Marineros en un cambio de esos que la prensa estadounidense
llama Blockbuster?
¿En qué
momento el jonronero en ciernes se convirtió en el ligamenorista olvidado
durante meses en la sucursal triple A de los occidentales?
Hay modos
de buscar respuesta a esas preguntas. Sin embargo, el punto medular en esta
discusión es otro, ahora que el carabobeño ha sido llamado nuevamente a las grandes
ligas.
¿Puede
Montero convertirse en el gran bateador que previeron los scouts? ¿Es este el verdadero
inicio de una carrera predestinada al éxito?
El nativo
de Guacara creció en las menores de los Yanquis como una rara joya, sucesor de
los Bill Dickey, Yogi Berra, Thurman Munson y Jorge Posada.
Así de
grande era la expectativa con él, desde que firmó por un bono de 1,8 millones
de dólares a los 16 años de edad, récord para adolescentes venezolanos, superior
incluso a Miguel Cabrera.

(El bono de
Montero se ajustó, sin embargo, a 1,6 millones, posteriormente, la misma cifra
que Cabrera, al descubrir los bombarderos algunos aspectos distintos a los
originalmente negociados.)
¿Recuerdan su
estreno en las mayores? Todavía no cumplía los 22 años de edad y ya había
sacudido cuatro vuelacercas, en septiembre de 2011.
¿Fue el
cambio a los Marineros, meses después? Con Seattle pasaba de un equipo ganador
al que era visto como el peor de la Liga Americana entonces. Hallaba un nicho
para el juego diario, sin duda, pero se convertía en la cabeza de un ratón.
Más
importante que esas especulaciones es el haber dejado el volátil Yankee
Stadium, con sus rayas de cal de apenas 315 pies de distancia, para hacer vida
en el inmenso Safeco Field, un parque de lanzadores.
La ofensiva
de Montero se desvaneció en su nueva organización, mientras seguía haciendo
esfuerzos por desarrollarse como catcher defensivo. Son dos retos casi
incompatibles: evolucionar como bateador y trabajar intensamente detrás del
plato. Lo segundo acostumbra a cobrarle un impuesto demasiado alto a lo primero.
Montero,
más que impuesto, pagó pena en las menores. En mayo de 2013 fue enviado a
triple A. Los Marineros daban así por terminada su carrera como catcher y
anunciaban que le tendrían en Tacoma el resto de la zafra, a fin de hacerle
aprender los secretos de la inicial.
Primera
base y designado, alguien que siempre se preció de ser careta. ¿Fue eso, finalmente,
lo que estancó su clamoroso ascenso? ¿Un golpe en el amor propio de deportista,
combinado con los requerimientos de empezar desde cero a la defensiva?
Eso, sin
contar con que algunos jugadores nunca se acostumbran al rol del designado, exigente
por su sola naturaleza de tener al pelotero en la banca todo el duelo.
Desde entonces
el cosmos se retrogradó para Montero. Su nombre ya circulaba en los rumores del
escándalo Biogenesis y finalmente fue suspendido por dopaje. Se reportó
temprano a los Cardenales de Lara y se lesionó. Dejó de ejercitarse, comió
mucho en las fiestas decembrinas (como confesaría, meses después) y subió su
peso corporal.
El episodio
primaveral, dos días después de reportarse al spring training, pareció
adelantar el final de su experiencia en Seattle, cuando tanto el gerente
general Jeff Zduriencik como el manager Lloyd McClendon le criticaron con
áspera rudeza.
Montero
todavía no consigue la cuadratura del círculo, pero por fin ha retomado el
camino.
Bateó para
.270/.345/.455 en Tacoma, con 40 empujadas en 59 duelos, pero estaba
especialmente caliente en los últimos 10, con .343/.425/.486.
Ese
acelerón ofensivo llegó en el mejor momento: cuando Justin Smoak, otra eterna
promesa incumplida, quedó fuera por lesión. Le toca al venezolano demostrar ahora
que todo lo dicho sobre él puede hacerse realidad.
Y está
obligado a demostrarlo pronto. Smoak sufrió un tirón en el cuádriceps y debe
estar de regreso en dos semanas. Fue un prospecto de primera línea, al igual
que Montero. Llegó al club procedente de los Rangers, cuando entregaron al as
Cliff Lee.
El slugger norteamericano
no es inamovible. No, después de tanto tiempo sin florecer. Ahora mismo batea
para .208/.282/.361, sin contacto, poder ni disciplina. Dos semanas vigorosas
por parte del carabobeño y las cosas pudieran cambiar.
El reto es
difícil. Al Safeco Field le adelantaron unos cuantos pies las bardas del outfield,
pero sigue siendo un parque espacioso, que se ha tragado entera la ofensiva de
verdaderas estrellas, como Richie Sexson o Adrián Beltré, y de talentos
emergentes, como Smoak y el venezolano.
El tren de
la vida no suele pasar dos veces por la estación de las grandes oportunidades.
Veremos cómo responde Montero al reto.


IS

Publicado en
El-Nacional.com, el jueves 29 de mayo de 2014.
No pudo aparecer en la
edición impresa, debido a la crisis de papel que afecta a los periódicos en
Venezuela.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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