El astro caraqueño se reportó a los Yanquis dispuesto a olvidar el pasado, ratificado como shortstop y a la espera de compartir con varios camareros, mientras el intermedista titular, DJ LeMahieu, se recupera de la covid-19
Por Ignacio Serrano
ElEmergente.com
Los Yanquis no descartan contar con una llave de dobleplays enteramente venezolana en el inicio de la temporada, si Thairo Estrada logra ganarse la intermedia, transitoriamente vacante, y se convierte en el compañero de su compatriota Gleyber Torres.
El caraqueño Torres ha sido ratificado como el torpedero de los Bombarderos del Bronx, a pesar de que el camarero DJ LeMahieu contrajo la covid-19 y se encuentra al margen de los entrenamientos.
Un reporte de MLB.com señala que los neoyorquinos citó al manager Aaron Boone, para decir que el piloto probará a Estrada, Tyler Wade y Matt Duffy para asumir la adulterina durante el tiempo que falte LeMahieu.
Torres aseguró que se siente «ciento por ciento cómodo» con quien termine siendo su pareja. Y el cuerpo técnico sostuvo que también hay comodidad con el capitalino en el short, a pesar de que cometió cinco errores en 10 encuentros de exhibición, durante el Spring Training.
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«Vimos (lo que pasó en marzo), pero no queremos darle mayor importancia», comentó el venezolano Carlos Mendoza, coach de banca de los Mulos, quien fue instructor de infield de su compatriota. «Estamos contentos con el trabajo que estaba haciendo . Lo más importante era mantenerse agresivo y positivo. Lo que hemos visto hasta ahora nos tiene felices y seguros de que él estará bien».
Torres disputó el año pasado más duelos como torpedero (77) que en la segunda base (65), debido a la lesión que sacó del campo al titular Didi Gregorius.
El criollo aprovechó para seguir creciendo, consolidándose como uno de los grandes bateadores de la divisa, aunque su WAR defensivo hasta ahora ha sido mejor en la intermedia, según Baseball Reference.
Curiosamente, 25 de sus 37 jonrones ocurrieron en las paradas cortas, con 12 solamente cuando jugó al otro lado de la almohadilla.
Por Ignacio Serrano
