Por Carlos Moreta
Santo Domingo, RD. Los robos de bases, esa capacidad que permite aumentar la posibilidad de anotaciones cuando se combina la lectura del escenario con la sincronización de la cabeza, glúteos y tobillos, han vuelto a tomar fuerzas en las estrategias de un juego de Grandes Ligas. En busca de motorizar la acción -y parte sustancial de ello son las estafas-, limitar los virajes como agrandar las almohadillas son los ingredientes perfectos para que los robos vuelvan a convertirse en un plato atractivo dentro del menú ofensivo.
Bryson Scott, de los Phillies, convierte lo anterior en afirmación luego de que el pasado 8 de septiembre fuera protagonista del robo 3,000 en la actual campaña, una marca que el circuito no alcanzaba desde el 2012.
Y si acaso hacen falta pruebas para ofrecer un veredicto sobre que las estafas están de moda, entonces basta con llamar a Ronald Acuña Jr. y Esteury Ruíz, quienes transitan una batalla desde inicios de temporada en busca de tener posesión del liderato. También son los responsables de la primera zafra en que dos o más jugadores consiguen 60 robos a partir de 2009 (cuando lo lograron Carl Crawford, Michael Bourn y Jacoby Ellsbury).
Aunque estos naturalmente son rápidos, así que una ilustración más acertada llega a ser Freddie Freeman con 20 en la estación. Ese es un tope personal incluyendo a sus años mozos en Ligas Menores, algo que logra en un ambiente donde su velocidad le hace inferior al promedio con 26,7 pies recorridos por segundo.
Mientras hacemos de la rapidez la contraparte de su éxito, Freeman rescata aquello que suele pasarse por alto: saber leer la mecánica del lanzador antes de emprender la huida y, de igual forma, el crédito que obtienen los coaches al brindar la señal de luz verde.
La misma tesis puede ser planteada con Xander Bogaerts (17), quien supera levemente la media con 27,7 pies/segundos de registro. Fue un corredor a destacar en algún punto de su carrera, pero viene perdiendo pasos gradualmente. De todos modos, la reducción en velocidad no impide su cuarta temporada con doble dígito en robos.
Para conocer el impacto de las limitaciones de tres virajes entre turnos –sustancialmente dos, con el tercero obligado a ser out o terminar en balk– y la ampliación de las bases, solo hace falta detenerse en la producción de los receptores. De 2022 a 2023, la tasa de corredores puestos fuera pasó de 24 a 19 por ciento, a pesar de mejorar en milésimas el pop time (de 1,98 a 1,96 segundos) y la velocidad de los disparos (de 78,9 a 79,4 millas por hora).
Esto ilustra de forma eficiente el fin de las nuevas reglamentaciones: incluso con los receptores perfeccionando su paquete, los robos apuntan a la alza. Y aunque su trabajo sigue siendo minimizar el efecto (obviamente), ahora deben ser más rigurosos en sus intentos.
La pelota también está en la cancha de los lanzadores, pues las oportunidades de pickoff aumentaron de 275 (en todo 2022) hasta 312 antes de que comenzara la jornada del lunes. Ellos igual tienen cuota de responsabilidad en mitigar el impacto de las estafas, así que toca economizar los virajes y trabajar en la soltura para sorprender.
Por lo pronto, el robo de bases vuelve a ser una realidad de manera directa e indirecta. Lo segundo, expresado en que a mayor amenaza de robos, menor cantidad de pitcheos quebrados reciben los bateadores siguientes de la alineación.
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(Carlos Moreta)
Carlos Moreta es periodista y analista de beisbol, oriundo de la República Dominicana. Ha trabajado en importantes medios, como Listín Diario, y puedes seguirlo en Twitter a través de su cuenta @CarlosMoreta01.
Foto: @dbacks
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