Por Oscar Morales Rodríguez
Hace un año, el tres veces ganador del premio mánager del año en las Grandes Ligas, Joe Maddon, se animó a escribir un libro (The Book of Joe – El libro de Joe) con ayuda del periodista Tom Verducci (también 3 veces ganador del premio al escritor deportivo del año en Estados Unidos).
El libro es una joya inspiradora sobre asuntos cotidianos del beisbol y la vida en general.
Ciertamente, cada uno de sus capítulos reúne mantras útiles para organizar estrategias en el terreno de juego y, al mismo tiempo, orientarnos en la toma de decisiones del diario vivir.
Recordemos que Joe Maddon fue el ingeniero/artífice/autor intelectual de asumir la dirección de las Rayas de Tampa Bay con la peor marca de las Mayores en una temporada y, acto seguido, llevarlos en la siguiente a la Serie Mundial. Además, ayudó a los Cachorros de Chicago a ganar un campeonato después de 108 años.
¿Y cómo fue posible dar tales giros inesperados? Algo dice en su libro el gran Joe. Y algo comentaré a continuación, siempre tratando de no arruinar la historia para aquellos que todavía no hayan leído el libro. Comienzo.
En esencia, el oriundo de Hazleton (Pensilvania) procuraba crear una cultura de equipo ganador por medio de comprometer a todos en un proceso intrépido/valiente, donde todos debían poner a un lado sus agendas personales y rotar alrededor de los mismos propósitos, los cuales se estampaban en los entrenamientos primaverales. En simple, desde el inicio de temporada realzaba el valor de ser un gran compañero de equipo y el deber de abrazar los objetivos trazados.
Por otra parte, creaba un ambiente muy positivo en los camerinos/vestidores donde escribía frases estimulantes que sirven en 9 innings (o más) y en los quehaceres diarios de la vida.
Por ejemplo, cuando veía a uno de sus dirigidos pasar por una mala racha, probablemente le diría que «jamás permitiera que la presión excediera al placer». O cuando veía a un lanzador con una gran actuación y se inquietaba por sacarlo de la lomita o quería cambiar la forma de batear de algún jugador, recordaba que no debemos «interferir con la grandeza». O cuando pensaba en la ejecución de una jugada arriesgada, invocaba la frase que una vez le compartió Don Zimmer: «Si viene a tu mente, hazlo». O cuando veía cierta fatiga o había un amago de salirse de los fundamentos básicos, intentaba evocar esa potente consigna que invita a ver su alrededor «con los ojos de la primera vez».
Además, su filosofía de juego descansaba mucho en su intuición, y cuando lo abrumaban el sinfín de estadísticas, él resumía sus decisiones en «nunca olvidar el latido del corazón».
También es clave resaltar que perseguía romper tradiciones, porque entendía que esto podría limitar el potencial de sus peloteros. Por lo tanto, su primera frase motivadora al llegar a Tampa Bay fue «dime lo que piensas, no lo que has oído». Y esto, por cierto, entregaba confianza y libertad al equipo para construir relaciones e intercambiar ideas.
Puedo seguir con muchas expresiones sabias de Joe, pero no es un acto decente contar un libro.
Sin embargo, sí quiero terminar con una anécdota que tuvo Joe con el pelotero que está hoy en todos los sitios informativos de beisbol, Shohei Ohtani. Cuando Ohtani empezó a jugar con los Angelinos, le monitoreaban a cada segundo sus niveles de energía, sueño, dolor, nutrición, etc., para decidir si lanzaba o no, cuál día, definir el orden al bate, en fin, un excesivo control que, a juicio de Joe, acabó traduciéndose en un par de lesiones que lo mantuvieron con problemas en 2019 y 2020, dado que estaba muy restringido (de hecho, a Joe le recordó mucho al trato que le daban a Joba Chamberlain), lo hacían pensar mucho y preocuparse en demasía de cometer errores.
Por lo tanto, Joe habló con el gerente general de los Angelinos para soltar las regulaciones que pesaban sobre Ohtani. Y luego se reunió con el mismo Ohtani al comienzo de la temporada de 2021 para decirle lo que se le aplicaría a partir de entonces:
«Es un método muy sencillo. Tú estás a cargo de esto. Quiero tu absoluta honestidad y, a cambio, tendrás la mía. No hay limitaciones específicas para tus lanzamientos o bateo. Tú estás a cargo. Cuando tú sientas que necesitas descansar, dínoslo. Eso es todo. Es así de simple. No hay control. Tú eres el dueño de la palanca de mando».
Así, libre de limitaciones, el japonés logró el premio del Jugador Más Valioso en esa temporada. Hoy no sabemos si se mantendrá aplicando el mismo método, pero lo que sí sabemos es que año tras año registra números similares a esa temporada.
En resumen, si quieres leer una guía de liderazgo y orientación útil para el beisbol y la vida y, en paralelo, quieres comprender las tensiones que se están viviendo actualmente entre la vieja y la nueva escuela de conducción; entre el arte del juego y la sabermetría; entre las decisiones de los managers y las gerencias; entre los retadores de los convencionalismos y los protectores de las tradiciones, este texto es una lectura obligada.
(Oscar Morales Rodríguez)
Foto: @RaysBaseball
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Oscar Morales es escritor, columnista, mecenas de El Emergente y aficionado al beisbol.
Su libro La vida como el beisbol salió a la venta hace un año y puede conseguirse en Amazon. Toma «algunas frases del beisbol, conectadas con lecciones de vida e historias biográficas que inspiran».
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