Un tributo al receptor que se fue
¿Cómo puede resultar inolvidable un jugador que apenas bateó
para .220 en su carrera? Alguien que únicamente disputó dos veces 40 juegos o
más en una trayectoria de 13 temporadas en Venezuela.
El recorrido de Dionisio
Acosta en los diamantes fue discreto, a pesar de que ocho de sus torneos aquí
fueron con el uniforme del Caracas y en uno más defendió al Magallanes, los
equipos más populares del país.
Quienes jugaron con él le recuerdan como un
receptor seguro y un bateador sin fuerza, que trataba de irse del medio hacia la
banda contraria.
Tan discreto, que ni siquiera es una hazaña el que no haya
dado un solo cuadrangular, porque hay otros 16 jugadores que, con al menos 250
juegos, nunca sacaron la pelota del campo, incluyendo a los grandeligas Enzo
Hernández, Gustavo Polidor, Argenis Salazar, Edgar Cáceres y Dámaso Blanco.
Su
mejor temporada fue la 1961-1962, en la que actuó en 41 partidos y bateó para .293
con el Pampero. Aquella fue la primera zafra de Dámaso en el beisbol
profesional y su primera memoria del por entonces veterano catcher era saberle una
de las voces que marcaban el compás en el clubhouse.
Faltaban años para que
dijera adiós como jugador y consagrara su vida a la Asociación Única de
Peloteros Profesionales de Venezuela, una institución que llegó a ser tan
sólida, que generó seguridad social para sus afiliados, paró un campeonato en
plena postemporada y extendió sus brazos hacia el Caribe.
Esa es la persona, el
hombre de beisbol que esta semana murió en Barquisimeto, a los 83 años de edad.
Melo encabezó la entrevista que le hizo al zuliano para la revista del Juego de
Estrellas, que en 2011 tuvimos la fortuna de dirigir. El ex dirigente gremial
veía desde el retiro el declive de su obra.
No fue un precursor. Los jugadores
ya habían detenido un campeonato en reclamo de mejoras, a finales de la década
de los 50. Acosta tomó el ejemplo y el legado del Mono Zuloaga, de Pelayo Chacón
y tantos otros. A su retiro, en 1967, dedicó esfuerzo y tiempo para hacer de la
asociación un legítimo representante de los profesionales y un mecanismo de
protección para los protagonistas del espectáculo. Fue su presidente hasta
1996.
A él, a Domingo Carrasquel y otros pocos se debe que naciera el Juego de
Estrellas como entretenimiento y vía de financiación para los proyectos de la
asociación. El duelo entre criollos e importados llenó los estadios. Todos los
participantes recibían reconocimientos por asistir, en algunas oportunidades
hasta relojes de oro.
El choque de mitad de temporada llegó a ser un clásico,
un homenaje a los peloteros de parte de los propios peloteros. En los años 70,
la AUPPV tenía ingresos suficientes para poder garantizar pensiones de verdad a
sus miembros más antiguos. Los jugadores activos cotizaban con entusiasmo una
parte de sus salarios.
Fue tal el empuje de Acosta, que logró la creación de la
Confederación de Peloteros del Caribe, a pesar de no existir asociaciones en
México ni Puerto Rico, y su intermediación llevó a la obtención de mayores beneficios
para los peloteros.
en su recuerdo, porque fue quien se sentó al otro lado de la mesa en las
negociaciones de cada contrato colectivo.
No importa. Hay un modo de rendirle
tributo, y es rescatar su legado. Que los jugadores recuperen aquel sentido de
pertenencia que él creó con denuedo. Que el gremio retome protagonismo y
fortaleza, para enriquecimiento del espectáculo.
Sólo así, el logro de aquel
discreto bateador de .220 no habrá sido en vano.
Publicado en El Nacional, el domingo 20 de enero de 2013.
Que número era con el uniforme del caracas amigo ?