Lo primero que hizo ayer Kelvim Escobar, apenas abrió los ojos, fue mover el hombro diestro con cautela y esperanza. Ese simple movimiento, aún en la cama del hotel, en Rancho Cucamonga, le sirvió para llegar a una feliz conclusión: “No hay duda. Estoy de regreso”.
El derecho de La Sabana ríe al recordar el episodio. Al otro lado del teléfono, se escucha relajado y contento. Y no lo niega. El miércoles en la noche tuvo una prueba crucial en su camino de regreso a las mayores: hizo 75 envíos en la sucursal de los Ángeles en clase A avanzada, probó todos sus pitcheos y quedó prácticamente listo para reaparecer con Anaheim el sábado 6 de junio, contra Detroit.
La prueba definitiva fue ese mínimo gesto gimnástico que Escobar hizo con fe, al despertarse.
“Los médicos me dijeron que la verdadera exigencia para alguien operado del hombro está en hacer su primera salida de 70 o 75 pitcheos”, explica el varguense. “Así que hice mis movimientos y no sentí más que el dolor normal del día siguiente. Cero pinchazos. Me levanté súper contento”.
Escobar ha recorrido un largo camino desde que lanzó por última vez en las grandes ligas, en octubre de 2007. Ya la idea del retiro no pasa por su mente y se permite sentir alivio, al rememorar la peor etapa de su lesión.
“Hubo momentos difíciles”, apunta. “Especialmente cuando el año pasado, después de pasar tres o cuatro meses en rehabilitación, me dieron la noticia de que era necesario operarme. Fue lo peor, porque el médico del equipo me dijo que podría regresar, pero que muy probablemente tendría menos velocidad y mi repertorio no sería igual”.
El cirujano que intervino el hombro de Escobar le dio el ánimo que necesitaba, y el miércoles hubo pruebas de que el final feliz sí es posible: “Lancé súper fuerte, usé todo mi repertorio, tuve comando sobre mis pitcheos, le puse velocidad a mi recta para pasar a los bateadores. Mejor, imposible”.
El único criollo con 100 victorias y al menos 50 salvados en la gran carpa (tiene 101 y 59) irá ahora a triple A. El lunes será su última presentación en las menores y, si todo sigue como hasta este momento, quedará listo para “dar el salto”.
Será un renacer. Él mismo apunta que será como si se tratara de su ópera prima, de su debut en las mayores.
“Lo más difícil para un atleta es que pasen los meses sin poder competir”, admite. “Parezco un chamito cuyo sueño ha sido llegar a las grandes ligas. Siento que será mi primera vez”.
Escobar hará 90 envíos el lunes. Si todo sigue bien, a la mañana siguiente volverá a rotar el hombro, apenas se despierte, y de nuevo dará gracias a Dios.
“No sé cómo voy a reaccionar”, exclama con alegría. “Estoy esperando que llegue ese el día”.
PODER MENTAL
Kelvim Escobar sólo permitió un hit hace dos noches, contra Lancaster. Se enfrentó a 19 bateadores y únicamente se le embasó un corredor. Retiró a los últimos 12 al hilo. Tiró seis episodios en blanco. “Todo se debe al poder de la mente”, explica. “Ha sido lo más importante en este proceso: el deseo de seguir adelante y el apoyo que he recibido de mi familia, de mis amigos y de muchísima gente que me ha mandado mensajes de apoyo por internet, en Facebook”. El lunes será su próximo reto. Y luego, a disfrutar del premio.
Publicado en El Nacional, el viernes 29 de mayo de 2009.
