La era de los esteroides y la generación perdida (I)

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Andrés Galarraga golpeó 20 jonrones más que Tany Pérez y Peruchín Cepeda, dos inicialistas latinoamericanos con quienes puede compararse al “Gato”. Galarraga, sin embargo, muy posiblemente no pueda acompañarles en el Salón de la Fama, cuando este año sea incluido por primera vez en la planilla de votación para el templo de Cooperstown.

Omar Vizquel únicamente ha sido seleccionado para participar en tres juegos de estrellas, a pesar de sus 11 guantes de oro y sus casi 2.700 hits. ¿La razón? Le tocó jugar en una época en la que hasta los campocortos exhibieron fuerza suficiente como para convertirse en jonroneros.

La Era de los Esteroides, ese oscuro período en las grandes ligas que comenzó en la década de los años 90 y que aún afinca su huella, escándalo tras escándalo, tendrá una ristra de consecuencias que posiblemente haga pagar tanto al justo como al inocente. Ya ha sucedido, en el caso de Vizquel.

¿Cómo evaluar estos tres lustros en los que el uso de sustancias prohibidas por la ley estadounidense desde 1988, aunque toleradas por el beisbol profesional hasta 2003, hizo proliferar el cuadrangular como arma común y convirtió a muchos lanzadores, literalmente, en potros inagotables?

Galarraga aseguró, en medio de la crisis del laboratorio Balco, que sus vuelacercas habían cobrado más valor: “Fueron conseguidos a fuerza de arepas y mondongo”, dijo en la rueda de prensa donde anunció su retiro.

Puede que los batazos del caraqueño cobren otra dimensión, pero será difícil que los votantes premien su esfuerzo de 20 temporadas y 399 bambinazos, porque le tocó ser parte de una época en la que al menos 17 sluggers superaron los 400 estacazos de vuelta completa.

La lista, además, se elevará pronto a 19, porque Jason Giambi y Vladimir Guerrero están a las puertas del club.

La evaluación de los votantes al Salón de la Fama ha cambiado. Sólo tres toleteros con 400 o más jonrones que terminaron sus carreras en los años 90 o antes, fallaron en conseguir los votos suficientes para entrar al templo: Dave Kingman, Andre Dawson y Darrell Evans.

Dawson sacó 438 pelotas y aún aguarda por su exaltación. Quedó cerca en su más reciente intento, al recibir 65,9 del 75 por ciento de los votos que necesita para ser inmortal.

El “Halcón” desarrolló su carrera entre los años 70 y 80, una época en la que los forzudos eran muy distintos a los actuales. Dale Murphy solía contar que hacía ejercicios rotando sus muñecas en cuencos repletos de arroz; Antonio Armas asegura que jamás hizo pesas a lo largo de su trayectoria.

Mark McGwire, en cambio, es uno de los “poster boy” de los tiempos oscuros. Se despidió con 583 cuadrangulares y forma, junto a Sammy Sosa, la única dupla de bateadores con dos cosechas de 60 o más por año.

El ex inicialista ha sido uno de los más conspicuos protagonistas de la Era de los Esteroides, como se ha dado por llamar a su generación. En la misma votación en la que Dawson por poco se consagra, McGwire recibió sólo 23,6 por ciento de apoyo. Cooperstown se ve lejos para él.

La inclusión, este año, de Alex Rodríguez y Manny Ramírez en la lista de tramposos puede haberle puesto el último clavo al ataúd donde reposarán los anhelos de grandeza de decenas de jonroneros, víctimas de un sistema del que, a su vez, han sacado gran provecho. Es una paradoja. No por casualidad, ambos son los bateadores mejor pagados de la historia.

El tiempo dirá si los votantes suavizan su postura y permiten que estrellas empañadas por el dopaje entren a Cooperstown. El contraste, en cambio, quizás favorezca a Vizquel.

A diferencia de Galarraga, la vida del campocorto se ha basado sobre la defensa y la habilidad. Al decir adiós, sus hits, sus 430 dobles, sus casi 400 robos y sus records con el guante le servirán para armar un caso convincente.

Vizquel tendrá algún día un boleto para el pabellón de los inmortales, mientras Miguel Tejada y otros paracortos artificialmente forzudos pasarán a engrosar la generación perdida de las grandes ligas.

El dato

El Salón de la Fama insta a los votantes a tomar en consideración la integridad y deportividad de cada candidato. Esta cláusula podrá servir para mantener lejos de Cooperstown a muchas de los principales astros de la Era de los Esteroides. Mark McGwire ya es víctima de ella.

Publicado en El Nacional, el lunes 18 de mayo de 2009.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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