El prospecto de los Indios espera regresar el año próximo, y dice que, aún sin quererlo, se vio obligado a terminar ayer su participación con los Leones
A Héctor Rondón se le ilumina el rostro cuando repasa su primera participación en el beisbol venezolano, una incursión breve, de apenas seis encuentros, que terminó ayer en el cuarto choque de la temporada entre los Eternos Rivales.
“Lo disfruté mucho, claro que sí”, exclamó con una enorme sonrisa el derecho de Guatire, uno de los principales prospectos de los Indios y a quien Cleveland mandó a parar, para evitar lesiones.
Rondón debutó en esta liga en octubre, a pesar de que ya ha jugado en triple A. La tribu del norte no le permitió ponerse antes la camiseta de los Leones, ni siquiera cuando, estando en doble A, la directiva capitalina ya hacía planes con él.
Los indígenas son renuentes con la pelota invernal, tratándose de monticulistas. Los propios melenudos no esperan que Carlos Carrasco reciba permiso esta temporada y Aragua administra con cuidado los pocos innings que le recetaron a Yoán Pino, otro prospecto del patio perteneciente a Cleveland.
Antes de temporada pasada, en el Juego de Estrellas del Futuro, Rondón estaba claro con la orden de los Indios. Esta vez, confiesa que se ausenta sin quererlo.
“Me duele, porque quiero seguir lanzando”, señaló. “Pero no lo puedo controlar. ¿Qué puedo hacer? Son órdenes. Debo descansar para la próxima temporada”.
Caracas intentó, hasta la semana pasada, alargar el permiso de Rondón, dijo el presidente de la divisa, Luis Ávila. No fue posible.
El aprendizaje. Dave Hudgens, manager del Caracas, no oculta su aprecio por Rondón. Describe con pasión las herramientas del diestro y asoma que la asignatura pendiente del prospecto es perfeccionar la ubicación exacta de sus envíos en las esquinas. El serpentinero concede y amplía.
“Vine con una meta: aprender de los bateadores de esta liga”, señala. “Al principio no me salieron las cosas como quería, pero al final aprendí. Eso me puede ayudar”.
¿Ayudarle a qué? A lanzar en las mayores, tan pronto como en 2010. Una sólida cosecha esta zafra en doble A (2.75 de efectividad, 9.13 ponches por cada 9 innings, 3 jonrones y 16 boletos en 72 episodios, más un WHIP de 1.06) hizo pensar en él como seguro graduando en 2009, pero perdió el boleto cuando resbaló en triple A (4.00 de efectividad, 8 vuelacercas en 74.1 actos, 1.29 de WHIP, 7.75 ponches por cada 9 innings).
“Cuando me subieron, sentía que me faltaba algo”, admite Rondón. “Pero esta liga es muy parecida a triple A. Eso que no había desarrollado, lo desarrollé aquí: pude enfrentarme a bateadores con fuerza, sin fuerza, veteranos, jóvenes. Aquí aprendí a trabajar en cada situación. Aprendí cómo conseguir un dobleplay cuando es necesario”.
El spring training a la vista le hace ver el futuro con optimismo.
“Este fue un año productivo, las cosas me salieron bien”, apunta. “Si me dan la oportunidad en las grandes ligas, no la desaprovecharé”.
Lo mejor de la experiencia que ayer terminó en Valencia, sin embargo, queda como un intangible que vuelve a iluminar el rostro de Rondón: “La fanaticada. Lo mejor fue eso. Te da un extra, te da más ganas de seguir lanzando, te motiva a ser mejor cada día y a seguir ganando para el equipo. Lo principal que me llevo de aquí es el recuerdo de la fanaticada. Es grande”.
El dato:
Gustavo Chacín tomará el puesto de Héctor Rondón en la rotación caraquista esta semana
Publicado en El Nacional, el lunes 9 de noviembre de 2009.