La caída de Renyel Pinto
Los Marlins pusieron en asignación a un pitcher zurdo con experiencia y 2.70 de efectividad. ¿Una locura? Repasamos las razones de Florida para ir a contramano de la lógica
¿Qué pasó con Renyel Pinto?
No todos los días colocan en asignación a un pitcher con 2.70 de efectividad, además zurdo, con cinco temporadas de experiencia en las grandes ligas y a quien en 244 juegos, todos como relevista, los contrarios le han bateado sólo para .225 de average.
¿Por qué los Marlins quieren salir de él, exponiéndolo en waivers, dispuestos a dejarle en libertad, si no consiguen a un comprador en los próximos días?
La respuesta es elusiva, en principio.
Los números sugieren con vigor que el mirandino es, cuando menos, un pitcher sobre el promedio en las mayores. Entre 2007 y 2009 nunca trabajó menos de 58 innings; suma 222 ponches en 231 episodios; antes de esta campaña, jamás le habían bateado sobre .237 y en 2010, su peor año, le han conectado para .250, solamente.
Fue, durante la mayor parte del tiempo que ha estado en Florida, el principal apagafuegos zurdo, incluso más que un situacional, sobre todo en 2007 y 2008. ¿Y entonces?
Tras la salida de Pinto de su equipo de toda la vida hay una historia oculta y tal vez un error de cálculo.
Luis Enrique Rangel no es el único que lo ha comentado, pero sí es quien posee mayor autoridad entre las voces de la comunidad de Miami que dijeron algo sobre Pinto en los últimos meses.
Luis Enrique es periodista del Nuevo Herald y tiene a su cargo la cobertura de las grandes ligas. Según su relato, la relación estaba rota desde hace tiempo. Recordamos cuando, a través de Twitter, señalaba, en la jornada inaugural de los peces, que el venezolano fue el único pelotero que recibió abucheos en la presentación individual de los jugadores.
El motivo, según nos escriben algunos aficionados, es que el zurdo supuestamente sólo logra conseguir el último out después de complicarse y, en ocasiones, permitir que anoten los corredores heredados.
Algunas estadísticas se asoman en contra del pitcher, a este respecto: aunque apenas ha permitido 181 hits en 231 pasajes durante su carrera, tiene un WHIP nada auspicioso de 1.46, debido a que también ha regalado 152 boletos, es decir, más de uno por cada dos innings de labor.
No menospreciemos lo que nos dice el WHIP: quiere decir que por cada acto que Pinto sacó por la vía del 1-2-3 tuvo un acto en el que embasó a tres bateadores, con lo eso potencialmente puede significar en la pizarra.
La mayor crítica que se le hizo al zurdo, antes de la drástica medida de ponerle en asignación, fue que no pudo con los toleteros zurdos, a pesar de ser un relevista situacional. Esto último es incontestable: los bateadores de su misma mano le han conectado este año para .364 de average. ¿Por qué retenerlo, si no es capaz de cumplir con lo mínimo que podría exigírsele?
Quizás porque hay otras pistas que indican lo contrario.
Los derechos le batean para .190 en este torneo y durante su carrera ha mostrado una tendencia diferente a la actual, al limitar a los siniestros a un promedio de .253 puntos.
Sus buenos numeritos tampoco pueden considerarse un espejismo y atribuirse al beneficio de jugar como local en un parque espacioso, pues este año ha estado mejor en la carretera y la diferencia a lo largo de su carrera entre jugar como local o visitante ha sido, en general, despreciable.
Disfrutar de tal éxito contra los derechos mientras se sufre tan grandemente contra los toleteros de su misma mano sugiere que la clave pudiera estar en la selección de los pitcheos, como pasó con Carlos Silva contra los zurdos antes de su llegada a Chicago y su decisión de depender menos del sinker.
Es posible que persistan sus problemas de control, pero el resto de las cifras periféricas indica que Pinto aún es capaz de sacar outs.
Quizás necesite un nuevo ambiente o un coach como Dave Duncan. Y pronto los tendrá. Si los Marlins no pueden cambiarlo, habrá alguien que le tome y decida apostar por él, cuando en los próximos días sea puesto en waivers o dejado en libertad.
Publicado en El Nacional, el domingo 20 de junio de 2010.
