Carlos Silva (7-0) y Felipe Paulino (0-7) están en extremos opuestos
ESPNdeportes.com
Carlos Silva y Felipe Paulino han estado en extremos opuestos desde hace mucho tiempo.
Silva fue desechado por los Marineros de Seattle tras dos años de malos resultados, y fue tomado por los Cachorros de Chicago porque ese era el único modo que tenían los oseznos para desembarazarse de Milton Bradley, sus problemas personales y su mega contrato.
Paulino creció en las granjas de los Astros de Houston como uno de los principales prospectos de la organización, hasta colarse en la rotación de abridores del equipo grande.
Silva se presentó a los entrenamientos con la esperanza de que una buena primavera le abriera un lugar en su nuevo equipo.
Paulino llegó al spring training de 2010 con un número puesto en el staff de los siderales.
Silva tiene 31 años de edad y depende de la ubicación de sus envíos.
Paulino tiene 26 años de edad y una recta que a veces toca las 97 millas por hora.
Silva entregó nueve boletos en todo 2005, una temporada en la que lanzó 188.1 episodios.
Paulino otorgó cinco bases por bolas en un juego en el que trabajó sólo seis innings, en 2010.
Silva abrió en el Clásico Mundial el juego más importante de Venezuela en esa competencia.
Paulino todavía protesta cuando le confunden con un pitcher dominicano.
Silva empezó esta temporada con siete juegos ganados y ninguno perdido.
Paulino comenzó la campaña con ninguno ganado y siete caídas.
Ambos serpentineros se ven las caras el viernes, en el Minute Maid Park, como una mueca traviesa del destino.
Silva, cuya apertura fue movida para acomodar en la rotación a Carlos Zambrano, busca este fin de semana poner su récord en 8-0 e igualar la marca para un venezolano en un inicio de campeonato, impuesta por Wilson Álvarez, en 1993.
Paulino quiere evitar que su foja caiga a 0-8. Hace rato que superó el peor registro sin victorias para un venezolano, aquel 0-6 que dejó Ángel Guzmán en 2006.
El discurrir del calendario ha mantenido a ambos compatriotas en extremos opuestos. Sólo que Silva es ahora la figura emergente.
«Antes no era tan divertido venir al estadio a lanzar», dijo el guayanés de los Cachorros, después de su séptimo triunfo. «Ahora, venir a jugar me resulta muy divertido porque vengo a ganar. Mi cambio con Larry no es sólo mecánico, ha sido un cambio mental, de confianza».
HABLAN LOS NÚMEROS
Larry es Larry Rotschild, el coach de pitcheo de los oseznos, corresponsable de que la piedra desechada por Seattle se haya convertido en la piedra angular en Chicago.
Silva ha hecho algunos ajustes que justifican su drástica mejoría, luego de dejar una marca de 5-18 con 7.01 de efectividad a su paso por la costa oeste.
El promedio de carreras limpias del guayanés es de 3.12 ahora. Ha mantenido su media habitual de elevados y batazos por el suelo, pero de acuerdo a los datos que refleja FanGraphs, le están dando menos líneas, 17,7 por ciento, casi cinco puntos menos que la cantidad de líneas que le dieron mientras usó el uniforme de los Marineros.
Cerca de la mitad de los batazos que le han dado a Silva han salido por el suelo. Eso, y la reducción de líneas, modera la posibilidad de recibir extrabases y explica, en parte, la mejor efectividad del bolivarense.
La variable más importante en la transformación del derecho está en su hasta ahora desconocida capacidad para ponchar adversarios. El sábado 29 de mayo impuso una marca personal de 11 guillotinados y prácticamente ha duplicado la media de su carrera, pasando de 3,90 abanicados por cada 9 innings a 6,23 este año.
Este novedoso recurso posiblemente se deba a que ha reducido la recta de dos costuras a casi la mitad de la frecuencia que acostumbraba, aumentando el uso del slider y, sobre todo, del cambio de velocidad.
Silva no va a terminar invicto. Su BABIP de .275 sugiere que, ciertamente, ha contado con algo de suerte, pero quizás el más feliz golpe de la fortuna haya sido pasar a la Liga Nacional, donde no tiene que enfrentar a bateadores designados y hay menos súper estrellas que en la Americana. Mientras siga ponchando, y en ese circuito, seguirá sorprendiendo a sus críticos.
¿Y Paulino? El niño que nació en Santo Domingo y creció en Los Teques, hijo de madre venezolana y padre quisqueyano, posee mejores números que lo que sugiere su récord actual.
Guzmán tuvo 7.39 de efectividad cuando puso su infame 0-6 y Paulino llegó a tener 5.72 a mediados de mayo, cuando su puesto en la rotación pareció quedar en veremos. Pero una mirada cercana demuestra que hay razones para el optimismo.
En cuatro de sus últimas cinco presentaciones ha conseguido una apertura de calidad, es decir, ha recorrido seis o más entradas, tolerando tres o menos carreras limpias.
En su última presentación de mayo no encajó rayitas en ocho episodios.
Ha ponchado a 8,19 adversarios por cada nueve actos. Ha inducido batazos por el piso en 47,3 por ciento de las veces. Únicamente le han dado dos jonrones en poco más de 59 innings. Los contrarios le batean para .241 de average.
Entonces, ¿qué ha salido tan mal para que Paulino tuviera 0-7 en los primeros dos meses de zafra?
Una de las variables es de su entera responsabilidad: haber entregado 5,16 bases por bolas por cada nueve tramos. La otra es responsabilidad de sus compañeros, que apenas han anotado 27 veces en los 10 encuentros que él ha lanzado.
«No puedo decir que esté frustrado, pero es difícil, muy difícil, ver pasar los innings sin que anoten», admitió Paulino. «Estoy seguro de que las cosas cambiarán. No puedo preocuparme por eso ni decaer. Tengo que darle al equipo la oportunidad de ganar».
Los Astros han perdido ocho de los diez partidos en los que Paulino ha tomado parte. Los Cachorros, en cambio, han ganado nueve de los diez que ha iniciado Silva, todos de manera consecutiva, a partir de su segunda presentación, el 16 de abril.
No podía ser de otro modo. Ambos venezolanos han sido como sol y sombra este año.
Publicado en ESPNdeportes.com, el jueves 3 de junio de 2010.