El aragüeño no piensa en la triple corona y desea pasar la página de la que posiblemente sea la decisión más importante de su carrera: pedir ayuda
ANAHEIM
Miguel Cabrera es en la última portada del Sports Weekly. Y tiene lógica. Es el líder bate de la Liga Americana, tiene razones para aspirar a la triple corona del bateo, es el líder de un equipo que pelea por el primer lugar y el inicialista abridor de su circuito en el Juego de Estrellas.
Ninguna de esas razones motiva la enésima primera plana de Cabrera este año.
La nota de Bob Nightingale, publicada en su versión completa en la edición digital del USA Today, se inspira en el cambio que dio la vida —y la carrera— del aragüeño, después de pasar unas horas detenido, tras una pelea familiar que hoy parece el momento en que el mejor bateador venezolano del presente, y quizás de la historia, pudo encaminarse a perderlo todo y decidió tomar la otra vía.
Algunos aficionados, incluso compatriotas, todavía no le perdonan sus modos.
“Aquello estuvo mal”, admitió el toletero. “Sabía que estaba arruinando mi vida. Sabía que debía cambiar. Y pedí ayuda”.
La historia es conocida: Cabrera se sometió a terapia, no ha vuelto a beber alcohol, se convirtió en padre por segunda vez y atraviesa la mejor temporada de su brillante carrera.
“Tengo más ganas de vivir”, sonrió ayer, a poco de participar en el Derby de Jonrones de las grandes ligas. “Mis dos hijas son mi fruto, mi motivación más grande. Las extraño cada vez que voy al estadio. Quiero que estén orgullosas de mí”.
La familia Cabrera viajó con él hasta Anaheim. También vinieron los padres del slugger. Y el jugador, con una camisa impecable de mangas largas y rayas café, pantalón café con pinzas y una cruz tatuada en la mano derecha, disfrutó el momento.
Los periodistas rodearon al primera base de los Tigres desde que tuvieron oportunidad y hasta el último minuto disponible. A todos respondió con voz bajita, sereno. En castellano y en inglés.
“Es muy temprano para hablar de la triple corona”, señaló. “Mis compañeros me han ayudado mucho. Magglio (Ordóñez), (Austin) Jackson, todos me han ayudado a subir el average, a conseguir más empujadas, a tener tantos jonrones”.
La cosecha de Cabrera es la admiración de sus colegas. La ha conseguido en un estadio, el Comerica Park, diseñado para beneficiar a los lanzadores. Su compañero Johnny Damon se atrevió hasta al exceso de sugerir que el maracayero es el mejor toletero de la historia.
“Todo eso me empuja a ser mejor pelotero”, admitió. “Pero esas son cosas para que las escuche la familia, para que estén orgullosos de mí. Yo no debo escucharlas, sino seguir para adelante”.
Ya consiguió abrir en un Juego de Estrellas. Quiere ganar la división central de la Americana. Quiere conseguir la reputación y el aprecio entre la fanaticada que en su momento disfrutaron Antonio Armas, Andrés Galarraga, Luis Aparicio.
“Eso significa mucho, pero vendrá con el tiempo”, apuntó. “El tiempo hablará, si Dios quiere y me mantengo sano. Quiero que pase, pero no me apresuro”.
La primera plana del Sports Weekly no debe ser la última. Tampoco cesarán de preguntarle por el episodio que parece haber cambiado su carrera y su vida, aunque él quiere pasar la página.
“Me abrí a la prensa, no tuve inconvenientes de hablar de eso, pero no quiera seguir haciéndolo”, atajó. Prefiero que hablen de otra cosa”.
Que hablen del nuevo Miguel Cabrera.
El dato:Miguel Cabrera abrirá hoy el Juego de Estrellas por primera vez, después de cuatro participaciones. Igual ocurrió con Andrés Galarraga, quien en 2000 inició en lugar del lesionado Mark McGwire, en su quinta incursión
Publicado en El Nacional, el martes 13 de julio de 2010.
