El deporte ofrece, cada cierto tiempo, episodios que inspiran
Kelvim Escobar |
Kelvim
Escobar nació con un músculo menos en la espalda, uno entre la maraña de
tejidos que sostienen el hombro y le dan fuerza y movilidad.
A pesar de eso, el
varguense fue bendecido con una recta que llegó a tocar las
disciplina que le dio una fructífera carrera en las grandes ligas: único
venezolano con al menos 100 victorias y 50 salvados en las mayores y único en
combinar al menos una temporada de 15 o más triunfos y otra de 30 o más
rescates. Así de bueno fue Kelvim Escobar.
Estrada sufrió un grave accidente de tránsito en enero de 2004. El autobús
donde viajaba fue embestido por una camioneta en la carretera a oriente y el
carabobeño salió despedido por una ventana, hacia los matorrales. Una de sus
piernas quedó destrozada y un pronóstico médico sugirió que no podría volver a jugar
beisbol profesional.
El zurdo tenía tres campeonatos en la gran carpa y era
puntal en la rotación de Aragua, a la que regresó 10 meses después de pasar por
el quirófano y escuchar el pesimista vaticinio de los galenos. Así de firme es
el carácter de Horacio Estrada.
Estrada entraron al roster de 34 esta semana. Vaya coincidencia. El primero
formará parte del bullpen de los Cardenales. El segundo quizás sea el abridor
de los Tigres el domingo. Ambos tienen un pasado de coraje y esfuerzo que les
hermana. Ambos están a la búsqueda de un regreso improbable.
El nativo de
innings y dos tercios en circuitos profesionales, contando ligas menores,
mayores y LVBP, a partir de 2008.
Ese hombro derecho, que le llevó a recorrer
180 episodios en la gran carpa en cinco oportunidades, colapsó finalmente,
llevándole al quirófano. A partir de octubre de 2009 apenas pudo sumar tres
outs, un puñado de lanzamientos, que hizo, todos, a finales de la zafra
2009-2010, cuando se esforzaba en volver a la acción.
Horacio Estrada |
El nativo de Guacara ha
sufrido otro tanto. En esa misma temporada 2009-2010 se desgarró un ligamento
del hombro izquierdo. Un año después de ser operado, ya muy cerca de completar
su rehabilitación, sintió un dolor intenso: los ganchos que le colocó el
cirujano para sostener el hombro al torso habían desgarrado los músculos,
dejando al pitcher imposibilitado de continuar.
tiene 36 años de edad. Su enorme casa en
ilustre de la población que probablemente ha dado la mayor cantidad de peloteros
profesionales per cápita en Venezuela.
En ocasiones recorre las calles del
lindo poblado litoralense en su moderno convertible rojo, deteniéndose en las
aceras para hablar con sus amigos de siempre. No necesita volver al juego.
Tiene fama, dinero, récords y mujeres hermosas dispuestas a salir con él. Ha
probado cantar y modelar. A través de su micro blog en Twitter a menudo confiesa que ha vivido. Y cómo.
acaba de cumplir 37 años de edad. Tiene 16 campañas de experiencia en
suficientemente estrecha con su actual equipo como para empezar de una vez una
nueva carrera como técnico. Subir al morrito, más que un acto de supervivencia,
es otro intento por sentir el placer de competir, de ser un gladiador en ese
circo moderno que es un estadio de beisbol.
Al igual que Escobar, podría
desistir y quedarse a ver los encuentros por televisión. Pero es ese coraje,
esa determinación, lo que hace del deporte un poderoso vehículo de motivación.
Los
dos serpentineros están a punto de hacerlo otra vez.
Desde esta semana, cada
vez que tomen la pelota, miles de venezolanos lanzaremos con ellos hacia el
home.
Publicado en El Nacional, el miércoles 28 de noviembre de 2012.