Leones y Cardenales denuncian el Winter Agreement
Miren todo lo
que ocurrió en cuestión de horas: el comisionado de las grandes ligas falló en
contra de la legítima aspiración de los Cardenales de contar con el brazo de
Néstor Molina, a pesar de no haber cumplido con los requisitos para estar en el
listado de fatiga extrema; José Altuve recibió la llamada que tanto temía y
tuvo que dejar de jugar con el Magallanes, por orden de los Astros de Houston; los
Padres de San Diego le pidieron a Wilfredo Boscán que dejara la rotación de las
Águilas, Franklin Gutiérrez cerró su participación con los Leones y José López
anunció que posiblemente jugará hasta fin de mes con los pájaros rojos.
Algunos
casos pueden achacarse a decisiones personales de los peloteros, pero muchos
otros, repetidos a lo largo de esta y otras temporadas, son ya parte del
paisaje en la pelota del Caribe.
de inconvenientes, trabas e imposiciones venidos del norte llevaron a que dos
altos ejecutivos de la LVBP condenaran el mismo día la vigencia del acuerdo
invernal con la gran carpa.
Para Carlos Oropeza, gerente general del Lara, lo
de Molina es otra violación al convenio, que Luis Ávila, presidente del Caracas,
calificó como “letra muerta”.
¿Se puede desconocer el actual Winter agreement? O, al menos, como
planteó Ávila en el programa El Cerrador,
por Deportes Unión Radio, ¿se puede evitar la firma de un nuevo pacto, al
expirar el actual?
Hay un punto en todo esto que al parecer es irrebatible: se
trata de un raro contrato, en el que una de las partes tiene una gran carga y
la otra, en los hechos, no recibe sanción si incumple lo estipulado.
Sobran
casos como los de Wilsen Palacios, el relevista de los capitalinos, a quien impusieron
un límite de 20 innings luego ampliado a 25, aunque no esté en fatiga extrema.
Los circuitos de la región dependen malamente de estas y otras decisiones de
las mayores. En el mejor de los casos, cuando se sigue lo reglamentado, reciben
en septiembre la noticia de cuántos peloteros no podrán ver acción. “¿Cómo se
planifica una temporada en septiembre, cuando ya tenemos prácticamente todo
listo para el inicio del campeonato?”, protestó Ávila.
de grandes ligas no necesita al Caribe. Olvídense de todo el asunto del fogueo y
el desarrollo. Sí, jóvenes como Adys Portillo han acelerado su progreso en las
menores después de tener un papel protagónico en su país, donde la presión de
jugar no se compara con la laxitud del sistema de granjas del norte; allá no es
menester ganar cada día y poco importa si una sucursal avanza a los playoffs o
no, con tal de que se haya cumplido con el objetivo de dar pulitura y tiempo de
juego a los prospectos de la organización.
Si desaparecieran las ligas
invernales, la gran carpa no sufriría mayor cosa. Para eso cuentan con un
intrincado sistema de campamentos y escuelas en República Dominicana y Venezuela,
amén de nutridas hordas de scouts y suficientes equipos donde poner a jugar a
sus prospectos entre abril y septiembre.
Josh Hamilton y Zack Greinke no
necesitaron el beisbol invernal para ser súper estrellas. En cambio, ¿qué
sucedería con nuestros campeonatos si la MLB da la espalda?
Según el colega
Carlos Valmore Rodríguez, no habría más importados, salvo jugadores procedentes
de circuitos independientes. Parece una posición apocalíptica. ¿Realmente sería
así?
El acuerdo invernal es una imposición de las mayores. Luego, es de suponer
que allá les interesa que exista una relación medianamente fluida. Aquí también
interesa, sin duda, pero ante las constantes violaciones, ¿qué hacer? Ávila
habla de seguir negociando, y por negociar, dijo “seguir arrodillándonos”. Veremos.
Publicado en El Nacional, el domingo 23 de diciembre de 2012.
